No tiene nada que ver con García Márquez sino con la serie de televisión que transmite el Canal RCN y que próximamente llega a su fin. La telenovela retrata con crueldad la realidad del conflicto armado que vive Colombia, sobre el que nos previno el ex embajador Lewis Tambs en los 70.
Actores. “La Mariposa” muestra los distintos actores de la vida nacional y el efecto devastador del narcotráfico y la manera como penetra las distintas esferas de la sociedad, sin diferenciación alguna: políticos, empresarios, periodistas, ciudadanos de bien, militares y grupos armados de todas las tendencias sucumben ante el poder corrosivo del dinero que genera esta industria macabra en todas sus fases: siembra, producción, explotación minera, tráfico y lavado.
Exhibe las caras de los actores del conflicto; cómo viven, actúan y operan; cómo alimentan sus arcas, dejando entrever la delgadísima línea de las relaciones entre los grupos que aparentemente son antagonistas, pero los une el móvil del dinero sucio.
Penetración. Proyecta la relación de estos, es decir de los grupos armados al margen de la ley con la sociedad (la política, el periodismo y la justicia), combinando ficción con hechos reales, por ejemplo cuando el actor que funge de presidente del Senado se opone a que el comandante de un grupo se presente en la plenaria. Pareciera que estuviéramos viendo una escena de la vida real. Además, la recolección de armas; la compra de fusiles viejos, y la instrucción de reunir un millar de hombres para su desmovilización; la manera descarada como se manipula a la prensa, se chantajea a la clase política y al poder, son elementos que reflejan la penetración del delito en las más altas esferas.
Organismos internacionales. Ni siquiera los organismos internacionales escapan al modus operandi de estos grupos en su afán de dar resultados; atendiendo órdenes superiores, terminan cometiendo delitos iguales o más graves que los perpetrados por las bandas perseguidas.
Hasta el amor hace de las suyas: “La Mariposa” cautiva con sus encantos por igual a los agentes de la D-4, al líder de la mafia, al senador que actúa como tal y hasta a su propio esposo. Cuenta cómo las relaciones íntimas se cruzan de manera peligrosa con las sociales, políticas y de poder y de la misma forma con los grupos que desde la ilegalidad lo infiltran.
El secuestro. Convierten a la víctima del secuestro (en este caso una inocente niña) en trofeo de guerra, rotándose su cautiverio de grupo en grupo. Se conoce el comportamiento interno de la guerrilla y la manera como aplican sus reglamentos.
Hoy, cuando asoman las secuelas que nos ha dejado el conflicto, sería bueno que toda la sociedad y los estamentos de poder cotejaran la ficción con la realidad para lograr una reflexión que le permita al país recuperar el rumbo. Bastaría mirar lo que ocurre en las cárceles no solo de Colombia sino de Estados Unidos y en cada uno de los rincones del país.