Desde hace casi una década los Estados Unidos resolvieron apostar a la independencia energética, mediante la explotación de sus yacimientos de crudo y gas a través del sistema “fracking”. Se trata de una técnica exploratoria muy criticada por sus posibles implicaciones lesivas para el medio ambiente y la estabilidad de los suelos en donde se practica. Sus defensores sostienen, sin embargo, que no son tan graves sus consecuencias y que la seguridad nacional prevalece sobre muchos otros aspectos. Además, afirman que se acude a estas reservas de crudo mientras que en el inmediato futuro se puede dejar de depender de los ya escasos combustibles fósiles y se opta por otras tecnologías y sistemas para producir energía desligada del crudo.
Lo cierto es que la geopolítica petrolera cambió desde el mismo momento en que Estados Unidos tomó la decisión política crucial de no seguir dependiendo del petróleo de terceros países, especialmente del venezolano, y optó por explotar sus propias reservas de crudo, dado que estas han aumentado en más del 40 por ciento. Ello llevó, entonces, a que los precios del crudo en los mercados internacionales empezaran a retroceder, puesto que la primera potencia mundial disminuyó su demanda externa. El coletazo fue generalizado sobre la industria y las economías altamente dependientes del petróleo, afectando a todos los productores a nivel mundial, desde los integrantes de la OPEP hasta Rusia y otras naciones de menos cuota productora, como Colombia, Ecuador y Brasil, para el caso latinoamericano.
El boom petrolero, es decir cuando los precios del barril estuvieron por encima de los 100 dólares, coincidió con una bonanza económica sin antecedentes en países como Venezuela y los árabes. En el caso de la vecina nación, esos recursos fueron utilizados para financiar el malogrado “socialismo del siglo XXI” en varios países, en tanto que se comprometieron cuantiosos préstamos y adquisiciones de armas con Rusia y China, muchos de los cuales se hicieron hipotecando las ventas de crudo a más de una década, en sumas hoy impagables. La otra parte de esas billonarias sumas se deslizó a los bolsillos de funcionarios corruptos del chavismo. Luego sobrevendría la debacle de los precios del crudo que sumió a Venezuela en la peor de las crisis económicas, políticas y sociales.
En la región árabe, el coletazo también fue duro pero no devastador. Sin embargo, casi todos los conflictos militares o los coletazos terroristas en el Medio Oriente de los últimos años han tenido que ver con el pulso por el dominio de los yacimientos y recursos petroleros, lo mismo que la intervención militar extranjera en esa sucesión de guerras de alta, baja y mediana intensidad.
Según los mayores expertos en negocios del crudo, la prohibición de la Reserva Federal estadounidense de especular con los bonos petroleros fue la causa principal de la caída de los precios del petróleo, ya que se frenó la inclinación de los grandes financistas internacionales de hacer subir las acciones o bajar los precios de la industria de los hidrocarburos a su antojo, en un mercado que se volvió especulativo y manipulado. Mientras el mundo consideraba que la otrora todopoderosa OPEP era la que subía los precios del crudo, en realidad eran los especuladores los que lo hacían y se mantenían en la sombra acumulando jugosas ganancias que terminaron en los paraísos fiscales. Hoy, ya los precios del crudo no están atados del todo a la especulación en el mercado bursátil y la OPEP no maneja más allá de un tercio de la producción global de crudo.
Se creyó semanas atrás que un acuerdo al interior de la OPEP podría revertir la caída de los precios y llevar el barril más allá de los 50 o 60 dólares, después de que al comienzo del año la descolgada llegó a rozar los 20 dólares el barril. Pero el pacto no funcionó y la cotización no ha reaccionado como se esperaba, pues sigue en un altibajo alrededor de los 50 dólares. Así las cosas, hay que reconocer que el clima económico mundial no augura un inmediato futuro al alza de los precios del crudo. Lo cierto es que existe un sobreoferta mundial y países como Irán entraron a competir de lleno en el mercado después de terminar el bloqueo al que estuvo sometido por la ONU y los Estados Unidos. A ello se suma que la economía mundial no repunta, en tanto que China y la India no consiguen volver a sus anteriores dinámicas productivas.
Si bien hay coyunturas políticas, bélicas, económicas y hasta derivadas de fenómenos de la naturaleza que impactan en el mercado internacional del petróleo, al final el tema continúa condicionado a la realidad de la oferta y la demanda, y allí lo cierto es que la primera es mayor a la segunda. Mientras ello no cambie, pensar en un rápido proceso de recuperación del precio del petróleo es utópico.