Algunos perdieron a un ser querido, otros creyeron que iban a morir bajo las balas o simplemente se solidarizaron con las víctimas. Desde la matanza de París hace una semana, se han conocido testimonios que conmocionan al mundo entero.
"Desde el viernes, le temo a las puertas que golpean. Pero tengo ganas de ir a conciertos", cuenta Louise, sobreviviente por milagro al ataque de los yihadistas que abrieron fuego contra el público de El Bataclán matando a 89 personas.
Con ritmo entrecortado, describe las escenas de horror en un testimonio publicado el viernes por el diario Liberation: "El olor a sangre caliente", la "mirada vacía de un tipo" que "cae", su propia huida "descalza" a través de una puerta de vidrio rota.
Herida en la cabeza, le pregunta a sus socorristas: "¿Tuve 5 milímetros de suerte, verdad?" Le contestan: "En realidad, 2 mm".
En un conmovedor mensaje que dio la vuelta al mundo, Antoine Leiris, esposa murió en el Bataclán, publicó una carta abierta en la que les dice a los yihadistas: "No tendrán mi odio". La misiva fue compartida más de 210.000 veces en Facebook y generó cerca de 10.000 tuits en distintas lenguas.
Fue ampliamente difundida por la prensa mundial, incluyendo los canales BBC y CNN, que entrevistaron al autor.
A continuación EL NUEVO SIGLO publica las frases más relevantes de estos conmovedores relatos de dos víctimas de la tragedia que vivió París.
¡No tendrán mi odio!
Una de sus frases. "Quieren que sienta miedo, ¡perdieron!" fue incluso tapa del gran semanario alemán Der Spiegel.
"El viernes, me robaron la vida de un ser de excepción, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero no tendrán mi odio", escribe este periodista de radio, padre de un niño de 17 meses.
Un alegato que redactó poco después de haber identificado el cadáver de su esposa.
"No les haré el regalo de odiarlos. Y sin embargo lo han buscado, pero responder al odio con la ira sería ceder a la misma ignorancia que hizo de ustedes lo que son. Quieren que tenga miedo, que mire a mis conciudadanos con sospecha, que sacrifique mi libertad por la seguridad. Y no, no lo conseguirán", agrega.
"Toda su vida, mi hijo les hará la afrenta de ser feliz y libre. Porque no, tampoco tendrán su odio".
"Es la mejor respuesta que les podemos dar, no tendrán lo que buscan. No quiero que mi hijo se críe en el odio. Espero darle las armas para que se mantenga con la cabeza en alto. Pero armas de papel, de pinceles, de notas musicales y no fusiles kalashnikov”.
"Creo que es la mejor respuesta que podría darles, no tendrán lo que buscaban", agregó el francés en declaraciones a la emisora France Info. "Seguiré escuchando música, saliendo y viviendo, porque no quiero que mi hijo crezca en el odio, la violencia o el resentimiento", explicó.
"Si él crece en medio de todo eso --agregó el autor de la carta--, se convertirá exactamente en lo que ellos se convirtieron, en gente ciega y violenta, que prefiere atajos a los caminos más complejos de la reflexión, la razón y la cultura".
"He recibido mensajes del mundo entero" tras publicar el texto en Facebook, explicó Antoine Leiris a la radio France Info.
En la carta abierta, su autor le dice a los extremistas que mataron a su mujer y a otras 88 personas en el teatro Le Bataclan, abriendo fuego con armas de guerra contra el público indefenso: "Si ese dios por el cual ustedes matan ciegamente nos hizo a su imagen y semejanza, cada bala en el cuerpo de mi mujer habrá sido una herida en su corazón".
“La alegría de vivir”
Otro texto que se hizo viral fue el comentario de una internauta francesa que vive en Estados Unidos, en el sitio del New York Times: una verdadera declaración de amor al estilo de vida a la francesa, desde las "medialunas a la manteca" al "sexo extraconyugal": "todo lo que odian los fanáticos religiosos".
"Francia encarna todo lo que odian los fanáticos religiosos del mundo entero", proclama el texto, firmado por una francesa de nombre Laurence, que vive desde hace 30 años en California.
"La alegría de vivir manifestada a través de infinitos pequeños detalles, como el aroma de una taza de café y de las medialunas a la manteca por la mañana, las mujeres hermosas de falda corta que sonríen libremente por la calle, el olor al pan caliente, una botella de vino compartida entre amigos, una gota de perfume, los niños que juegan en el jardín del parque de Luxemburgo, el derecho de no creer en ningún Dios, de no preocuparse por las calorías, de flirtear, fumar, apreciar el sexo extraconyugal, de tomarse vacaciones, de leer cualquier libro, la escuela gratuita, de jugar, reír y discutir, burlarse tanto de los sacerdotes como de los políticos y dejar a los muertos los problemas del más allá".
"Ningún país en el mundo abraza la vida tan bien como lo hacen los franceses", escribe Laurence/EL NUEVO SIGLO con AFP