A MENUDO se dice que ser Secretario de las Naciones Unidas es el empleo más difícil del mundo. Sus tareas van desde resolver desastres humanitarios y conflictos armados hasta servir de mediador entre las principales potencias del mundo.
Durante nueve años el coreano Ban Ki-Moon ejerció el cargo sin pena ni gloria. Su mandato, si bien puede ser calificado como positivo, también pasó de agache en muchos aspectos. Se puede decir que le faltó más iniciativa para frenar la guerra en Siria, impulsar un pacto global por el planeta y luchar contra las penosas cifras de pobreza.
Su legado deja esas tareas pendientes y abre la posibilidad de que la Secretaría General de la ONU quede en manos de alguien más propositivo y menos diplomático, con un perfil más parecido al de uno de sus antecesores, el egipcio Boutros Ghali, que al del saliente coreano Ki-Moon.
En un comunicado, el Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Mogens Lykketoft, se refierió a las características que debe cumplir el nuevo timonel de la ONU. “Debe ser una persona con gran valentía moral e integridad; él o ella (y no veo por qué el mejor candidato no ha de ser una mujer) debe ser la voz de las personas más vulnerables del mundo y encarnar los ideales y propósitos de las Naciones Unidas”.
El dirigente, una de las personas más respetadas de la institución, aseguró que el próximo secretario debe tener “la autoridad para llamar la atención del Consejo de Seguridad”. Este es quizá uno de los elementos centrales de la elección, ya que el mundo recuerda que las potencias pasaron, en algunos casos, por encima de las directrices de la ONU durante los mandatos de Kofi Annan y Ban Ki-Moon.
Pero el nuevo secretario no sólo debe tener autoridad. La ONU, como la máxima institución multilateral a nivel mundial, cuenta con una presupuesto aproximado de 10.000 millones de dólares, más de 40.000 personas y 41 operaciones de paz regadas por el mundo, que tendrán que ser lideradas por el nuevo jefe de la institución, convirtiéndose en un reto a nivel administrativo, financiero y burocrático.
Proceso de elección
El tortuoso proceso de elección cambió durante el mandato del coreano Ki-Moon. Anteriormente no estaba claro cuándo empezaba, ni cómo y quiénes se debían postular para el cargo. Así, la Carta de las Naciones Unidas describe las funciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea en el transcurso del nombramiento, pero no específica etapas, tiempo y calidades que deben cumplir los aspirantes.
En los últimos años, sin embargo, se detalló el proceso de elección en las sesiones de la Asamblea General. Convenido por los 193 países miembro, se creó un procedimiento más transparente, democrático y público, que, según Lykketoft, será más “efectivo”.
El proceso, que se tramita con base en esta nueva regulación, comenzó en diciembre. Lykketoft y el presidente del Consejo de Seguridad, el uruguayo Elbio Rosselli, aseguraron que al final serán ocho candidatos que competirán por el cargo.
Durante ocho días consecutivos, dentro de los cuales cada uno podrá intervenir una vez, los candidatos tendrán que presentar un discurso público en el que declararán cuáles son los desafíos y las oportunidades de la ONU.
Por el momento, cuatro hombres y cuatro mujeres están entre los aspirantes, pero ninguno tiene apoyos unánimes. Entre los favoritos figuran la directora de la Unesco, la búlgara Irina Bokova, la ex primera ministra de Nueva Zelanda Helen Clark, quien dirige el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y el ex alto comisario de la ONU para los Refugiados, el portugués Antonio Guterres.
Completan el abanico de aspirantes el expresidente esloveno Danilo Türk y cuatro ministros o exministros de Relaciones Exteriores de países de los Balcanes --Vesna Pusic (Croacia), Natalia Gherman (Moldavia), Srgjan Kerim (Macedonia) e Igor Luksic (Montenegro)- completan la lista.
La última palabra la tienen, como es costumbre, las cincos potencias grandes: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China, quienes en una serie de votaciones secretas elegirán al secretario. Aunque en septiembre el pleno de la Asamblea General se reunirá para darle el visto bueno al candidato.
Como es una cuota geográfica y política, se estima que el próximo secretario o secretaria será de Europa del Este, única zona del mundo que no ha tenido un representante en el cargo. Por tal motivo, la presencia de cinco candidatos originarios de esa región es sumamente alta.
Si a lo anterior se le suma la exigencia de que sea una mujer, es muy probable que la elección quede entre Vesna Pusic (Croacia), Natalia Gherman (Moldavia) y Srgjan Kerim (Macedonia).
En los próximos días además es probable que se presenten otras dos candidatas, la comisaria europea Kristalina Georgieva, una búlgara, y la ministra argentina de Relaciones Exteriores, Susana Malcorra, ex jefa de gabinete de Ban Ki-moon.
De ser así, en septiembre una mujer estará dirigiendo por primera vez la ONU. Sin embargo, el portugués Antonio Guterres asoma como una de las fichas claves de Ki-Moon, por haber ejercido como alto comisario para los Refugiados, un tema que es primordial en la agenda de la institución.