¿Quién tuvo la culpa? Pasarán muchos años y seguirá siendo motivo de debate el fallo de la justicia internacional que resolvió a favor de los nicaragüenses el diferendo limítrofe de aguas marinas con Colombia.
A propósito: una muy interesante confrontación periodística de dos caras sobre lo que pudo haber sucedido en el Tribunal de La Haya se escuchó el viernes, en La Luciérnaga: por un lado, el director del programa de Caracol, Hernán Peláez Restrepo, secundado eficientemente por su nueva pupila, Claudia Morales, y Gustavo Alvarez Gardeazabal, por el otro.
Para el binomio Peláez-Morales, la culpa de la pérdida marítima, en La Haya, se dio en los años 2007 y 2008 cuando Colombia presentó un mapa sobre el cual finalmente se basó el fallo, pero para Gardeazabal fue lo contrario.
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¿Quién tendrá la razón? Tampoco cesará fácilmente la búsqueda de quienes estuvieron asistidos por la razón a lo largo de este calamitoso pleito sobre la soberanía del mar territorial de San Andrés, Islas.
¿De quién será la razón? Del secretario general de la Casa de Nariño, Juan Mesa, yerno de Peláez, atacando al ex presidente Uribe por donde pueda o de los ingleses de Volterra?
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Reiteramos el interrogante. ¿O será de Volterra? Este grupo juzga que el error se cometió por parte de la Delegación colombiana en mayo de 2012, casi en la mitad del mandato constitucional del presidente Santos.
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Tres datos puntuales. La Barca se permite rescatar estos tres datos puntuales para la historia alrededor del desenlace del diferendo marítimo colombo-nicaraguense, cuya última audiencia se dio en mayo pasado:
1). La Corte Internacional de La Haya pidió a Colombia una llamada “fórmula media” para la división territorial.
2). Colombia presentó por vía de su abogado australiano James Crawford esa fórmula que fue previamente autorizada por Julio Londoño y Guillermo Fernandez de Soto. Duele decirlo, pero así es: esa dichosa “fórmula media” –más o menos– corresponde a la sentencia de la Corte que nos arrebató el mar de siete colores en el archipiélago sanandresano.
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3). Ojo a este punto. Lo interesante e inquietante es que el alto gobierno nunca fue consultado sobre esa propuesta de último minuto que aparentemente fue decidida autónomamente, de manera casi suicida, por los ex cancilleres colombianos Londoño Paredes y Fernandez de Soto, sin preguntarle a nadie. ¡Y ahí fue Troya!
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En el aguamanil. Es bien larga la fila de usuarios que se acercan al aguamanil nacional, provistos de jabón y toalla, a lavarse las extremidades de sus brazos, cuando se busca a los responsables del desastre jurídico de La Haya. Al unísono proclaman su inocencia todos los cancilleres y la de la desafortunada “puntada salomónica” que le sirvió de apoyo a los magistrados que nos jodieron con su fallo.