¡Qué tiempos aquellos! Cuando iban a La Uribe, Meta, el presidente de la todopoderosa Asociación Nacional de Industriales (ANDI), Fabio Echeverri Correa, y el expresidente Alfonso López Michelsen, a conversar con los cabecillas de la vieja insurgencia, lo hacían con propósitos bien distintos a los que se ventilan hoy en la mesa de negociaciones de La Habana.
Decía el doctor López por aquellas calendas que a las Farc había que derrotarlas militarmente contra el querer del gobierno dialogante de “la paloma de la paz” que ofrecía como emblema el entonces presidente Belisario Betancur, en cuya representación actuó siempre su ministro de Gobierno, Jaime Castro. En cambio, el doctor Echeverri Correa no necesitaba decir absolutamente nada porque su sola presencia en representación de la industria privada era más elocuente que la palabra.
‘Asociación Nacional de Importadores’. Para muchos observadores, hoy, en La Habana, el alto gobierno ha querido repetir las épocas en las que la ANDI tenía peso específico, ya que representaba a la industria colombiana; tenía entre sus afiliados a las más poderosas empresas del país, pero ahora, con todos los Tratados de Libre Comercio, la institución se convirtió en la ‘Asociación Nacional de Importadores’ y el distinguido empresario, de origen salamineño, Luis Carlos Villegas, no parece estar al tanto de la quiebra de los zapateros del departamento en Santander; de la ruinosa situación que padecen los lecheros y las penurias que afrontan los repuesteros que comienzan a pasar aceite.
¡Qué desperdicio! Cuando en las tertulias bogotanas y paisas se pone sobre el tapete el tema de los precandidatos presidenciales, de cara a las elecciones de 2014, no faltan los participantes en los cotilleos que lamenten que un hombre de la talla de Fabio Echeverri Correa no haya querido ser Ministro de Hacienda, ni aspirar a la Presidencia de la República.
Este es un desperdicio parecido al que sufrió Colombia al no llevar a Álvaro Gómez Hurtado a la Casa de Nariño.
Estamos en pañales. El expresidente del Senado, Amylkar Acosta Medina, calificó de atolondrada la carrera por los TLC que, a troche y moche, sigue firmando el Gobierno con el país que diga sí, sin importarle las consecuencias que esta desenfrenada competencia le deja a Colombia.
A juicio de Acosta, con este torrente de tratados comerciales quedan expuesta la industria del agro y desde luego la ganadería, pues en materia de infraestructura y logística así como en diversificación y sofisticación de nuestra oferta exportadora, el país está aún en pañales.
Voces autorizadas. El Gobierno, que hasta la semana pasada le había prestado oídos sordos a críticas tan calificadas como las del exministro de Hacienda y Secretario adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos, José Antonio Ocampo, que alertó al país sobre la indigestión con tantos tratados, ha reaccionado tardíamente, al anunciar un “cambio de visión”, que al parecer no comparte su ministro de Comercio, Industria y Turismo, Sergio Díaz-Granados.