Tras el hundimiento de la reforma a la justicia y mirando adelante la próxima legislatura, la gran pregunta es ¿qué tanto se afectaron las relaciones del Gobierno nacional y el Congreso?
La imagen que quedó es la alocución del presidente Santos y varias apariciones públicas en las que el Mandatario dijo, palabras más palabras menos, que el Gobierno había sido asaltado en su buena fe porque la responsabilidad de los micos en la reforma a la justicia era del Parlamento. Así lo dijo, por ejemplo, en el más reciente Acuerdo por la Prosperidad, que se verificó el pasado sábado en Nariño. “Entró una liebre y salió un gato, es decir, que nos metieron gato por liebre”, dijo el Jefe de Estado.
Por su parte, al final de las sesiones extras que convocó el Ejecutivo para archivar la reforma, algunos parlamentarios manifestaron su descontento porque sienten que el Gobierno ‘escurrió el bulto’ en cuanto a su responsabilidad en este escándalo.
Con esta interpretación se identifica el exvicepresidente Humberto De la Calle, quien dijo que “es claro que hay un resquebrajamiento en la relación entre el Ejecutivo y el Congreso. El Congreso sintió que había sido abandonado y que aún cuando prácticamente reconocía su culpa también señalaba que el Gobierno debía compartir esa culpa y que la responsabilidad del Gobierno se había limitado a la renuncia del ministro Juan Carlos Esguerra”.
Igualmente, De La Calle considera que “creo que hay dificultades en el seno de la Unidad Nacional y la tarea del Gobierno es recomponer esa coalición”.
Sin embargo el ministro de Interior, Federico Renjifo, dijo que el Gobierno mira hacia el futuro y que su gran reto, como jefe de la cartera política, es mantener y consolidar la Unidad Nacional.
“Hoy, la verdad sea dicha, tenemos una especie de matrimonio con dificultades, pero –en todo caso– un matrimonio en el que queremos seguir juntos. Por eso reitero que invitaré al Congreso para que trabajemos con el mismo compromiso y dedicación que hemos demostrado en las dos primeras legislaturas”.