Desescalar el conflicto armado será la frase que más escucharán los colombianos en los próximos días desde La Habana en el reinicio de las conversaciones de paz entre el Gobierno y las Farc tras el embarazoso episodio del general Rubén Alzate. Pero en qué consiste este mecanismo y cuáles serían los efectos reales sobre las acciones ofensivas de los actores. EL NUEVO SIGLO consultó a varios expertos sobre este tema.
Si bien la reducción en la intensidad de las acciones militares con el fin de proteger a la población civil de los efectos o inducido por la progresión que se espera en llegar a una tregua o el silenciamiento definitivo de las armas es un estadio previsto en la negociación de cualquiera de los tantos conflictos armados que han surgido y siguen surgiendo en varios lugares del mundo, hay que decir que el término desescalar el conflicto es colombiano.
El primero en utilizar este término fue Israel Ramírez Pineda, alias Pablo Beltrán, integrante del Eln, quien en el año 1998 cuando se firmó el llamado acuerdo Puerta del Cielo entre esta guerrilla y la sociedad civil planteó la necesidad de desescalar el conflicto armado en la medida de que se fuera avanzando en el proceso de negociación.
En noviembre pasado estando presente en Santa Marta en la cumbre del Partido de La U el jefe negociador del Gobierno en los diálogos de paz, Humberto de la Calle, dijo que “es el momento de tomar decisiones, ya es hora de dar pasos concretos, no basta la retórica, tenemos que recibir los colombianos pruebas concretas y reales de paz, gestos, desescalamiento; tenemos que movernos en esa dirección”.
Sin embargo, a raíz del secuestro por parte de las Farc del general Alzate y la subsiguiente suspensión de las conversaciones hasta que no fuera liberado, como así lo ordenó el Jefe de Estado, la propuesta del Gobierno de desescalar el conflicto quedó en el congelador.
Pero esta semana en el marco de las reuniones informales que las partes sostuvieron en La Habana, los negociadores del Gobierno le plantearon a las Farc en La Habana dialogar sobre el desescalamiento del conflicto (ver recuadro), lo cual sucederá a partir de la próxima semana, como lo anunció el propio presidente Santos. "Entre el 10 y el 17 (de diciembre) se van a dedicar a continuar las discusiones sobre cómo desescalar el conflicto", señaló.
Opinan expertos
El exalto comisionado para la paz, Carlos Holmes Trujillo, dijo que desescalar el conflicto “es una forma disfrazada de avanzar hacia un cese bilateral del fuego, lo cual es totalmente inconveniente”. Añadió que teniendo en cuenta la experiencia con anteriores negociaciones de paz, “lo que más conviene a la nación, lo que más le conviene a esas conversaciones, lo que más le conviene al escenario que se requiere para que esos hipotéticos acuerdos tengan la viabilidad, es un cese unilateral del fuego por parte de las Farc con concentración y veeduría internacional para garantizar la efectividad del cese el fuego unilateral y la seguridad de quienes se concentren en las zonas previamente acordadas”.
Holmes dijo que si hay verdadera voluntad de paz por parte de las Farc por voluntad, “que digan que van a dejar de secuestrar, dejar de reclutar niños, de atentar contra la infraestructura civil. Eso implicaría un desescalamiento o cese unilateral progresivo de las acciones criminales por parte de las Farc”.
Mientras que Alejo Vargas, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional, dijo que desescalar es “bajar la intensidad del conflicto y construir confianza”.
Explicó que un eventual desescalamiento del conflicto armado se podría ver reflejado en acuerdos de desminado, acuerdos para no ejecutar acciones contra la población civil, “puede haber acuerdos sobre respeto a la misión médica, acuerdos sobre no uso de determinado tipo de armas, por ejemplo, no convencionales”.
Y del lado del Estado, por ejemplo, “acuerdos sobre uso de determinados tipos de bombas, no uso en regiones, por ejemplo, de medidas de control de la población en el sentido de una especie de empadronamiento”, mejoramiento de las condiciones de los presos de las Farc.
En tanto que el experto en temas de seguridad, John Marulanda, dijo que desescalar en asuntos militares significa bajar “la intensidad y la frecuencia a las acciones militares que estén en desarrollo”.
Sin embargo, consideró que el Gobierno hace la propuesta de desescalar el conflicto precisamente motivado por el recrudecimiento de las acciones de las Farc que por primera vez en su historia lograron secuestrar un general y se aventuraron a realizar un ataque anfibio contra la Policía en la isla Gorgona; además lo más grave, “a mi modo de ver, las Farc están reconstituyendo su aparato armado en el centro del país, en el Huila y el Tolima con la llegada de cerca de 150-200 hombres desde el suroccidente a reforzar el comando central en esa parte”.
Añadió que esto es muy grave porque las Farc lograron ser arrinconadas en el primer gobierno de Santos en la frontera con Ecuador y con Venezuela. Y ante este avance que está logrando Marulanda consideró que difícilmente accederían a la propuesta de un desescalamiento.
No hay cambio en modelo de negociación
A su llegada de La Habana, Humberto de la Calle afirmó que se ha generado buen ambiente después de las reuniones de evaluación del proceso y explicó el alcance del desescalamiento del conflicto.
El alto funcionario precisó que “las decisiones que se tomaron ayer (miércoles) no modifican el deseo que hayan conversaciones expeditas, no significan un alargamiento de las conversiones y tampoco un cambio en el modelo de la negociación”.
Señaló, igualmente, que el Gobierno no está considerando ningún cese del fuego temporal, ni un armisticio y ninguna tregua. “Cuando hablamos de desescalamiento estamos hablando de posibles medidas destinadas al fin del conflicto. No estamos hablando de regularizar la guerra sino de terminarla. Y estamos pensando que puede haber inicialmente medidas, más de carácter humanitario que militar, que vayan bajando la intensidad de la confrontación”, indicó.
De la Calle también dijo que en el próximo ciclo de conversaciones se recibirá la última visita de víctimas y que continuarán su trabajo en la subcomisión del Fin del Conflicto y la Comisión de Género, que recibirá a expertas nacionales e internacionales en los problemas de género.