Las vocaciones se dan “en ambientes llenos de contradicciones, de claroscuros, de situaciones vinculares complejas”, dijo.
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Señalar que los tiempos difíciles minan las vocaciones sacerdotales y religiosas es un cuento ‘chino’, señaló el papa Francisco durante su encuentro con clérigos en la plaza La Macarena, de Medellín.
"A mí que no me vengan con el cuento de que 'no, claro, no hay tantas vocaciones de especial consagración, porque claro con esta crisis que vivimos'. ¿Eso saben qué es? ¡Cuento chino!", aseguró, despertando la aclamación de los asistentes.
“¿En qué contextos se generan los frutos de las vocaciones de especial consagración?”, se preguntó el máximo jerarca católico, para responder: “Seguramente en ambientes llenos de contradicciones, de claroscuros, de situaciones vinculares complejas”.
“Nos gustaría contar con un mundo, con familias y vínculos más llanos, pero somos parte de esta crisis cultural, y en medio de ella, contando con ella, Dios sigue llamando. Sería casi evasivo pensar que todos ustedes han escuchado el llamado de Dios en medio de familias sostenidas por un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia”, precisó.
“Obispos, sacerdotes, personas consagradas y seminaristas. Queridas familias. ¡Queridos paisas»!”, fueron las palabras iniciales de Francisco.
Aunque este encuentro fue eminentemente religioso, el papa acudió a términos coloquiales para dirigirse a los colombianos.
Sobre las vocaciones religiosas, comentó que pese a la crisis cultural, “y en medio de ella, contando con ella, Dios sigue llamando” y pidió no tener miedo.
“Desde el comienzo ha sido así”, expresó el papa Francisco y agregó que “Dios siempre ha hecho el milagro de generar buenos racimos, como las arepas al desayuno”.
“La promesa es que daremos fruto, y en abundancia, como el grano de trigo, si somos capaces de entregarnos, de donar la vida libremente. Tenemos en Colombia ejemplos de que esto es posible”, continuó.
Y pidió pensar “en santa Laura Montoya, una religiosa admirable cuyas reliquias tenemos con nosotros y que desde esta ciudad se prodigó en una gran obra misionera en favor de los indígenas de todo el país”.
“Así mismo, podemos recordar al beato Mariano de Jesús Euse Hoyos, uno de los primeros alumnos del Seminario de Medellín, y a otros sacerdotes y religiosas de Colombia, cuyos procesos de canonización han sido introducidos; como también otros tantos, miles de colombianos anónimos que, en la sencillez de su vida cotidiana, han sabido entregarse por el Evangelio”, puntualizó.
Francisco indicó que los religiosos están llamados a “ser promesa de un nuevo inicio para Colombia, que deja atrás diluvios de desencuentro y violencia, que quiere dar muchos frutos de justicia y paz, de encuentro y solidaridad”.
En medio de su reflexión, el papa Francisco deploró las vidas jóvenes que han destruido los "sicarios de la droga".
Mientras prevenía a los seminaristas de los afanes de lucro, el pontífice se detuvo, improvisó y rindió tributo en memoria de los jóvenes que han muerto a manos de las mafias de las drogas.
Juventud inquieta "tantas veces engañada, destruida por los sicarios de la droga. Medellín me trae a ese recuerdo", declaró el papa.
"Los invito a recordar, a acompañar este luctuoso cortejo, a pedir perdón para quienes destruyeron las ilusiones de los jóvenes (...); a pedir que acabe esta derrota de la humanidad joven", afirmó.
"No podemos aprovecharnos de nuestra condición religiosa y de la bondad de nuestro pueblo para ser servidos y obtener beneficios materiales", dijo.
"Las vocaciones de especial consagración mueren cuando se quieren nutrir de honores, cuando están impulsadas por la búsqueda de una tranquilidad personal y de promoción social, cuando la motivación es 'subir de categoría', apegarse a intereses materiales, que llega incluso a la torpeza del afán de lucro", agregó.
El papa Francisco hizo un llamado para que los "hombres y mujeres" de la Iglesia no caigan en actos de "corrupción".
"El veneno de la mentira, el ocultamiento, la manipulación y el abuso al pueblo de Dios, a los frágiles y especialmente a los ancianos y niños no pueden tener cabida en nuestra comunidad", señaló.
El jerarca aseguró que los religiosos son parte de un "cambio de época" y una "crisis cultural", lo que no es excusa para obviar el llamado de Dios.
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