La protección de la que ha gozado la agricultura colombiana no solo no ha generado mayor producción en términos relativos al mundo sino que ha implicados costos para los consumidores señala el informe de Política Comercial Agrícola: nivel, costos y efectos de la protección en Colombia, realizado por Fedesarrollo y Eafit
En particular, la OCDE, como parte de la metodología de cálculo del costo de la protección agrícola para un país, utiliza el indicador denominado “Apoyo Estimado al Consumidor" o CSE (por sus siglas en inglés).
Este indicador mide el sobrecosto, con respecto a los precios internacionales en el que incurren los consumidores de un país como resultado de las políticas domésticas de apoyo en precios a los productores agropecuarios.
Según la OCDE (2015), en el caso colombiano y para el periodo 2011-2013, el CSE promedio fue de -19%, lo que significa que, para el grupo de productos estudiados por esta institución, las políticas de apoyo en precios a los productores agropecuarios aumentaron el gasto en esos bienes en un 19%. Se encuentra, además, que el CSE para Colombia es mayor al promedio de las naciones que hacen parte de dicha Organización.
De esta forma, la OCDE concluye que el costo inducido por la política agropecuaria (mediante medidas de precios) sobre los consumidores y los contribuyentes colombianos ha sido relativamente alto.
Por otra parte, el BID en 2016, a través del sistema Agrimonitor, encuentra que, en el caso de Colombia, para la leche y el arroz, los precios al consumidor están 24% y 50% por encima del internacional.
Un análisis de Roberto Jungüito, sobre el costo sobre los consumidores de la política comercial del arroz, señala que la protección a este cultivo genera inequidades en el acceso a los alimentos básicos ya que, como resultado del diferencial de precios internos frente al internacional, “más de 1,2 millones de personas permanecen en la pobreza y cerca de 450 mil en la pobreza extrema”
Altos costos
Los apoyos brindados al sector agropecuario colombiano han significado costos altos para la economía y la sociedad en su conjunto. Estos apoyos se han basado, principalmente, a través de las medidas en frontera como el Sistema Andino de Franjas de Precios SAFP y los Fondos de Estabilización de Precios FEP, instrumentos que distorsionan las señales de mercado afectando las decisiones de producción y de comercio.
Por su parte, pese a su muy reciente aumento, los pagos directos y la provisión de bienes y servicios públicos nunca se han mostrado como instrumentos determinantes del apoyo al sector.
El reporte indica que productos como el trigo, la cebada, el sorgo y la soya, que se caracterizan porque el país no tiene ventaja comparativa en su producción y porque reciben un tratamiento menos proteccionista en términos del manejo arancelario y no arancelario, presentan caídas pronunciadas en la producción y el área sembrada.
Esto se tradujo en mayores importaciones a menores precios favoreciendo así el mayor consumo de los hogares y de los sectores agroindustriales.
De otra parte, en los otros ocho productos, que han recibido mayores niveles de protección derivados tanto de la política comercial como de la política agropecuaria y en los que el país presenta ventajas comparativas, aunque con algunas excepciones como la contracción que registran el área del maíz y la de la producción del arroz, presentan tendencias al alza tanto en el área como en la producción, las que están acordes con las de los correspondientes totales nacionales de área y producción.
Brecha frente a líderes
No obstante, cuando dichas tendencias se comparan con las de la producción mundial, aunque se presentan resultados disímiles, son más los productos en los que el país progresivamente se rezaga frente a las tendencias mundiales, como ocurre con el trigo, la cebada, el sorgo, la soya, el maíz, el azúcar, el arroz y la leche, que en los que las siguen como en el fríjol, la palma y la carne de res o avanza más rápido, como ocurre con el pollo.
Adicionalmente, y a pesar de que, con la excepción del trigo y la cebada, los rendimientos del país presentan tendencias al alza, en general, las brechas de productividad de la tierra frente a los líderes mundiales son relativamente grandes.
De esta forma, y dadas las tasas de crecimiento bajas que presentan los rendimientos en la mayoría de los productos analizados, con excepción de los casos del maíz y del fríjol, las ganancias en productividad no han sido, la principal fuente de crecimiento de estos productos.
En estas condiciones no es extraño que, con contadas excepciones como las de la producción de pollo, leche y carne de res, Colombia haya perdido, a través del tiempo, participación en el área y la producción mundiales.
Por tanto, la protección alta que ha recibido este grupo de productos no ha impedido el deterioro en la participación del país en la producción mundial de productos agropecuarios y, por el contrario, podría haber contribuido a desestimular la competencia y el cambio tecnológico.
El informe señala que la eliminación o reducción parcial de las restricciones comerciales, medidas arancelarias y no arancelarias, termina siendo beneficioso para la economía en su conjunto, en un primer lugar a través de mejoras sustanciales en el bienestar de los consumidores, y en un segundo lugar reasignando los recursos productivos de la economía a los sectores más eficientes, de mayor productividad y competitividad.
De esta forma, liberalizar el comercio induce un cambio estructural que se traduce en ganancias de producción y bienestar, y en una asignación más eficiente de recursos en toda la economía.
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