El campesinado colombiano requiere una “reforma rural transformadora, que apunten a hacer un reconocimiento político (dándoles voz) y social (atendiendo sus necesidades)”, según el cuarto Cuaderno del Informe de Desarrollo Humano Colombia 2011 (INDH
2011) titulado El campesinado, reconocimiento para construir país.
El documento, revelado este fin de semana por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), pero cuya responsabilidad recae en el equipo coordinador del INDH 2011, se hizo a partir del documento de investigación Situación y problemática de la población campesina. Grandes tendencias.
El Cuaderno examina la situación del campesinado colombiano a la luz del modelo de desarrollo implementado, identifica sus principales problemas y plantea propuestas.
“Avanzar en la modernización le implica al Estado y a la sociedad colombiana resolver los problemas críticos del sector rural, comenzando por el pago de la deuda social y política con un sector que ha sido marginado, siendo el campesinado el principal protagonista”, se lee en el Cuaderno.
Antecedentes
Este estudio forma parte de un conjunto de 6 Cuadernos temáticos del Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia rural. Razones para la esperanza: Desplazamiento forzado, tierras y territorios; Mujeres rurales. Gestoras de esperanza; Pueblos indígenas. Diálogo entre culturas; Regiones en conflicto. Comprender para transformar.
Según los autores del Cuaderno, “el Informe sobre desarrollo humano presentado en el 2011 ante el presidente Santos y el país mostró que si bien en Colombia se consolidaron grandes centros urbanos, somos más rurales de lo que creíamos. Y si bien hoy vive más gente en los centros urbanos que hace cincuenta años, la tercera parte de la población del país y la mayoría de su territorio físico está bajo condiciones de ruralidad. De hecho, el Informe construyó un Índice de ruralidad desagregado por municipio, con el cual se puede medir qué tan rural o qué tan urbano es un Municipio. La unidad de medida no es el tamaño de la aglomeración (el número de habitantes) sino el Municipio. Según este IR, el 75,5 por ciento de los municipios colombianos son rurales, en ellos vive el 31,6 por ciento de la población (no el 25 por ciento, según el Censo de 2005) y representan el 94,4 por ciento del territorio”.
“Reconocer esta ruralidad es el primer paso para empezar a cambiar la forma como se planea, ejecuta y evalúa la gestión de los gobiernos, tanto del nacional como de los territoriales”, consideraron.
Utilidad
Al plantearse la utilidad del Cuaderno, los autores consideraron que “el escenario fundamental del conflicto armado ha sido el campo colombiano y sus principales víctimas los campesinos y campesinas de todas las regiones. La situación del campesinado no puede entenderse sin una comprensión del conflicto armado y la violencia”.
Además, recordaron, “el primer punto en la agenda de la mesa de negociación entre el Gobierno Nacional y las Farc es la Política de desarrollo agrario integral y este Cuaderno explica cómo el modelo de desarrollo hasta ahora implementado: (a) le ha negado al campesinado un papel en el sistema productivo, o le ha asignado papeles subordinados (como colono o como fuerza de trabajo); (b) lo ha excluido de los escenarios de decisión política; y (c) ha desvalorizado su contribución a la economía nacional”.
“Por todo ello”, consideraron, “el Cuaderno ayuda a entender la raíz de la problemática del campesinado como parte de la problemática rural y algunos caminos para avanzar”.
El primer punto en la agenda de la mesa de negociación entre el Gobierno Nacional y las Farc es la Política de desarrollo agrario integral.
Si bien hoy vive más gente en los centros urbanos que hace cincuenta años, la tercera parte de la población del país y la mayoría de su territorio físico está bajo condiciones de ruralidad.
¿Qué propone?
Que la equidad debe ser la guía maestra de la política pública en materia de desarrollo rural y el objetivo buscado debe ser el reconocimiento social y político de los campesinos como actores sociales, con derechos que les garanticen el ejercicio de su voz en los escenarios de representación política y su inclusión en los proyectos de desarrollo nacional.
Que el principal desafío para el Estado y la sociedad es la incorporación de las economías familiares campesinas a los procesos de modernización, sin afectar su identidad y destruir su cultura.
Transición gradual y libre de las economías familiares rurales
Mediante la adopción del desarrollo rural con enfoque territorial (DRT) para ir más allá de la parcela como unidad productiva, ofrecer nuevas o fortalecer las actuales actividades productivas diversas del campesinado y superar las economías de subsistencia.
Mediante el fortalecimiento de las Zonas de Reserva Campesina que se articulen a los mercados, avancen en acuerdos regionales y zonales de ordenamiento territorial, y contribuyan a controlar la concentración de la tierra y de los recursos productivos.
Porque la participación de los cultivos predominantemente campesinos en el valor de la producción agrícola se redujo del 69,5 por ciento en los años 1930 a 44,2 por ciento en los años 1990.
Porque estudios comparados para América Latina durante la última década han constatado que cerca del 50 por ciento de los ingresos de los campesinos provienen de actividades distintas a la agricultura en el sector rural y que esa fuente de ingresos está creciendo.
Desarrollo rural: acceso a activos, desarrollo de capacidades y provisión de bienes públicos
Mediante la intervención directa del Estado en la estructura de tenencia de la tierra y, como complemento, mecanismos de mercado, subsidios a la compra y provisión de créditos que promuevan la desconcentración de este activo fundamental de la sociedad rural.
Porque la tierra en Colombia está concentrada, el Gini de propietarios es 0,87 lo que indica que el país registra una de las más altas desigualdades de la propiedad rural en América Latina y el mundo.
Porque en Colombia el 52,2 por ciento del área está en manos del 1,15 por ciento de los propietarios o poseedores, mientras que el 78% de ellos tiene apenas el 10,5 por ciento del área.
Porque el modelo de desarrollo ensayado, que solo tiene en cuenta el crecimiento económico, ha producido: pobreza, que en el 2010 afectaba al 50 por ciento de la población rural; y patrones de uso irracional del suelo: en agricultura solo se usan cinco millones de hectáreas, sobre un potencial de 21,5 millones, y en ganadería hay sobre explotación, 39 millones de uso contra 21 de vocación.
Mediante complementos que faciliten la explotación adecuada de la tierra y la generación de ingresos suficientes para el campesinado como: acceso a crédito, asistencia técnica y acceso a la información.
Porque según datos de Finagro, para el año 2009 los pequeños productores participaron con el 21,8 por ciento del total del crédito, mientras los medianos y grandes productores lo hicieron con el 78,2 por ciento.
Porque encuestas muestran que el 40 por ciento de los productores agropecuarios del país no recibieron ninguna asistencia técnica durante por lo menos tres años; y la mayoría de los que accedieron a ella lo hicieron de manera individual (Usaid, 2009).
Porque las estadísticas oficiales no permiten saber cuántos son y cómo son los campesinos y los hogares rurales del país. Esto es un reflejo claro de la falta de reconocimiento y de interés que en ellos y en su condición ha tenido el Estado colombiano.
Mediante el suministro de bienes públicos priorizando las obras de infraestructura que faciliten el acceso a mercados, tanto como políticas sociales que, cuando menos, garanticen el acceso a salud oportuna y de calidad, y a educación pertinente y calificada.
Porque los campesinos enfrentan enormes trabas para hacer llegar los productos a los mercados y no existe una organización o entidad pública que los respalde en este aspecto.
Porque según la Gran Encuesta Integrada de Hogares de 2007 (GEIH, DANE), en el sector rural había 347.270 trabajadores infantiles (personas entre 5 y 17 años), 274.341 eran hombres y 72.930 mujeres.
Porque el trabajo infantil limita las oportunidades para el desarrollo humano por: inasistencia y alejamiento de actividades educativas, poco desarrollo de capacidades calificadas, maltrato laboral, baja remuneración, poca seguridad social e informalidad laboral, todo lo cual contraviene normas nacionales y convenios internacionales.
Desarrollo y fortalecimiento de la institucionalidad
Mediante repensar la institucionalidad actual con que cuenta el país para su desarrollo rural, considerando la atención y mitigación de los efectos del conflicto armado, mientras dure.
Mediante una buena institucionalidad entendida como: organizaciones robustas, reglas de juego claras, cumplimiento y exigibilidad de los acuerdos, y fortalecimiento de la confianza pública y privada.
Porque las políticas públicas se han mantenido con las mismas herramientas durante cinco décadas y los ajustes institucionales se han hecho de espaldas a dos problemas básicos de la sociedad rural: (a) la persistencia del conflicto armado y (b) la desatención estatal, que ha impedido la extensión de derechos ciudadanos a la población rural.
Porque en las últimas tres décadas la mayoría de los planes de desarrollo propuestos por los gobiernos nacionales han tenido dos tipos de fallas: (a) caracterizan mal al campesinado porque no intentan comprender cómo es su realidad y tienen poca o ninguna información estadística al respecto o, (b) simplemente lo ignoran, no lo mencionan ni lo tienen en cuenta como el actor social clave que es.
Porque buena parte de los programas y proyectos orientados a atender las demandas y aspiraciones del campesinado lo han desconocido como actor social y han carecido de seguimiento, articulación y coordinación interinstitucional.
Porque la institucionalidad pública ha sido reducida y debilitada a lo largo de las últimas décadas y ello ha limitado las posibilidades de que el Estado intervenga para proteger a los campesinos y promover su inclusión en los proyectos de desarrollo nacional.