Promotores de la cultura verde | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Abril de 2016

 

 “Desde cuando estamos en primaria nos enseñan la diferencia entre basura y residuos, no traemos comida de paquetes ni bebidas en botellas plásticas, vemos cómo el colegio ahorra energía con paneles especiales y tiene su propia planta de tratamiento de aguas residuales; además, nos enseñan a cuidar los animales. Todo eso hace parte de la cultura verde de mi colegio”, así explica Nashla Fayad, alumna de grado décimo, lo que ella considera fue clave para que la agencia de noticias Europa Press, destacara su colegio entre los 50 más innovadores del mundo.

 

La agencia internacional de noticias destaca también el hecho de ser un colegio situado en medio de las montañas en las afueras de Bogotá, el estar perfectamente integrado con la naturaleza y su entorno. Y que todas sus clases, estructuras y pasillos son circulares, potenciando las decisiones en comunidad y el aprendizaje cooperativo en sus aulas.

 

Sin duda, esa percepción de la prensa internacional que hizo merecedor a este colegio bogotano de estar entre los más innovadores del mundo, lo experimentan los propios alumnos en su formación. “Todo lo que vivimos en el colegio nos genera una conciencia diferente, que incluso la vemos en redes sociales;  por ejemplo, recuerdo que compartimos una foto del oso de anteojos promoviendo su cuidado, tras el repudio que nos causó la caza y muerte de un oso de anteojos al inicio de este año, y mientras mis compañeros la compartían, los jóvenes de otros colegios eran indiferentes. Así mismo, nosotros llevamos la cultura del cuidado del agua y de la energía a nuestras casas. Yo le digo a mi mamá que no prendamos la luz, sino más bien corramos cortinas y aprovechemos la luz natural, al máximo”, agrega Nashla.

 

“Lo mejor para nosotros como institución educativa es ver el impacto que con el tiempo hemos conseguido en nuestros niños y jóvenes, que sepan aplicar sus conocimientos  para resolver los problemas cotidianos no sólo ambientales sino de salud personal, tanto mental como física. Y eso lo estamos logrando no sólo con  un campus saludable y sostenible que es parte del pensum  académico, sino con un equipo docente capacitado para enseñar cómo el cerebro aprende, con un currículo diseñado para el éxito en la vida personal y profesional, y útil para la sociedad de hoy y del mañana”,  explica Juan Pablo Aljure, presidente de la Fundación Educativa Rochester, encargada de administrar el Colegio del mismo nombre.

 

Una planta física única

Dicho colegio es dinámico, siempre busca lo que necesitan los ciudadanos del futuro en la sociedad donde están, eso les lleva a innovar permanentemente y a mantenerse a la vanguardia. Así empezó hace más de 12 años un proyecto que ha evolucionado y que les permite ofrecer un colegio con unas instalaciones únicas en Latinoamérica.

 

“Diseñamos una sede que fuera un texto vivo, que cada rincón sea un objeto de estudio o bien que facilite el mismo con su infraestructura con salones en círculo que promueven relaciones e interacciones entre las personas, no solo cada estudiante y el profesor, con muebles hechos a la medida de los niños dependiendo de la edad y del nivel, acolchados para que estén cómodos, y se preocupen por aprender y no por cómo acomodarse mejor”, explica Juan Pablo Aljure.

 

Adicionalmente, el diseño de los salones del colegio permite aprovechar la luz natural solar para que siempre haya luz, pero con el uso de cortasoles para evitar que ingrese directamente y le llegue al niño, porque eso podría provocarle sueño; también está bioclimáticamente controlado, pues hay tres circuitos dentro de cada aula, para que con sensores se prenda la luz artificial en el área que se necesite.

 

“De otra parte, le ofrecemos un sistema de renovación del aire para que se mantenga el oxígeno en el 21% como aire fresco y con niveles de dióxido de carbono en niveles que el cerebro pueda aprender. La pintura de los salones es baja en compuestos orgánicos volátiles, para que los estudiantes no sufran de asma y no les afecte su salud. También se provee un aislamiento acústico para que los niños puedan aprender mejor, la ventanería de las aulas y del colegio es de 9 mm, es tipo aeropuerto, lo que además contribuye con la seguridad”, explica  Jorge Quintero Vélez, director de sostenibilidad del Centro educativo.

 

Por su parte, la rectora, Sonia Muñoz Olea, destaca cómo el paisajismo del colegio es pedagógico y sostenible. “Todas las plantas que tenemos son nativas, lo que buscan es volver a tener toda esa flora y esa fauna que se había perdido cuando llegamos a levantar las instalaciones del Colegio. Con los alumnos hemos elaborado una cartilla en donde hay casi 40 especies de aves reportadas, cuando nos trasteamos solo habían 12, se ha notado que el manejo ambiental del Colegio ha generado migración, que vuelvan aves y lleguen otras nuevas en el sector”.

 

“El Rochester es la única institución educativa que además de trabajar el tema ambiental, tiene una política corporativa que cuida su impacto en temas sociales y de salud, preparando a los niños y jóvenes para la vida, esto nos ha convertido en un referente para el sector educativo. En los últimos tres años nos han visitado unas 20 instituciones entre universidades y colegios que quieren conocer nuestra experiencia”, agregó el director de sostenibilidad del Colegio.

 

Currículo a la medida de la época

No sólo los cambios en el Colegio fueron en infraestructura, el currículo también fue necesario ajustarlo a la medida de la época que afrontarán los niños y jóvenes de hoy. “Alrededor de todo lo de sostenibilidad surgieron una cantidad de competencias que benefician a 1.022 alumnos con que cuenta el Colegio”, explicó la rectora.

 

El Rochester es un colegio que hace énfasis no sólo en que aprendan a leer y escribir, sino a hablar y escuchar, pues son dos habilidades esenciales para trabajar en equipo. Y gracias a las estructuras circulares de las aulas, refuerza la importancia de la discusión y el análisis colectivo.