Al menos 50.000 personas salieron a las calles en Grecia en el marco de una huelga general que afecta en particular a los transportes, para protestar contra la austeridad.
La policía estimó en 35.000 las personas que salieron a las calles en Atenas y en 15.000 en Salónica, segunda ciudad del país.
En la capital, la policía lanzó gases lacrimógenos para repeler a los manifestantes que les arrojaban piedras y en Salónica y Heraklion (Creta), fueron incendiados dos vehículos pertenecientes a una televisión y a la policía, y varios escaparates de prestamistas sufrieron daños.
La movilización pretende, según las centrales sindicales GSEE del sector privado y Adedy del público, "responder a las políticas contra el crecimiento que han empobrecido a la sociedad y han hundido a la economía en la crisis".
"Stop, no podemos más", rezaba la pancarta central del cortejo sindical, engrosado por las tropas del principal partido de la oposición, Syriza, de izquierda radical, cuyos panfletos instaban a "hacer caer lo antes posible" al gobierno.
Algunos tractores han desfilado también, una señal del descontento de los agricultores, movilizados en el centro rural contra un endurecimiento de su régimen fiscal y la falta de crédito.
Como en España o en Portugal, los manifestantes griegos no ven la luz al final de un largo túnel de austeridad y reformas iniciado en 2010, que se traduce en la asfixia económica y el desmantelamiento de la sanidad, la educación y la protección social.
Pero por el momento, "se trata simplemente de ejecutar" los compromisos asumidos en noviembre para que los acreedores, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, sigan apoyando al país.
En particular, en "materia de privatizaciones, captación de impuestos y reducción del sector público", dijo a la AFP una fuente del ministerio de Finanzas.
Según dicha fuente, el gobierno de coalición de derecha e izquierda moderada espera a finales de febrero o principios de marzo, el regreso de la troika de acreedores (UE-FMI-BCE).
Del resultado de estas auditorías depende la entrega de un nuevo tramo de ayuda de los 240.000 millones concedidos a Grecia.
Pero para los manifestantes, es demasiado. Según un estudio, más de la mitad de los hogares están amenazados con la insolvencia.
"Todas estas medidas nos han traído miseria", dice Dimitris Balayannis, un técnico de prensa de 31 años, que acaba de ser despedido.
El propio ejecutivo se resiste a veces. Para evitar despedir a los funcionarios, intenta convencer a sus acreedores de que las jubilaciones bastarán para eliminar 25.000 puestos de trabajo en el sector público este año.
No obstante, el primer ministro, el conservador Antonis Samaras, no ha dudado en recurrir a la fuerza -intervención policial y requisición - para reventar dos huelgas de marinos y empleados del metro de Atenas.
En un país donde el Producto Interno Bruto ha caído cerca del 25% en seis años de recesión, la huelga general, la primera del año, ha perturbado los ya de por sí vacíos vuelos internos, ferrocarriles y autobuses, y ha mantenido amarrados los barcos que aseguran las conexiones con las islas, mientras los hospitales, escuelas y administraciones operaban a medio gas./AFP