Una nueva campaña mundial para concienciar a los consumidores sobre el negocio del tráfico ilícito de productos falsificados, que genera al año 250.000 millones de dólares, lanzó esta madrugada la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
La campaña “Productos falsificados – no apoyes el crimen organizado” informa al consumidor que comprando productos falsificados puede estar financiando bandas de delincuencia organizada, puede poner en peligro su propia salud y puede contribuir a otros problemas éticos y ecológicos.
La campaña se articula alrededor de un nuevo Anuncio de Servicio Público que fue presentado en la pantalla NASDAQ de Times Square en Nueva York y emitido por diversos canales de televisión en todo el mundo a partir de hoy. La campaña insta a los consumidores a “mirar más allá” de los productos falsificados con el fin de alcanzar un mayor entendimiento de las diversas repercusiones de este comercio ilegal.
El tráfico ilícito y la venta de productos falsificados proporcionan a los delincuentes una importante fuente de ingresos y les facilita el blanqueo del dinero procedente de otras actividades ilegales. Además, el importe obtenido con la venta de las falsificaciones puede ser destinado a la producción de más mercancías falsificadas, o a otras actividades ilegales.
Al tratarse de un crimen que afecta a prácticamente toda la población de una u otra manera, los productos falsificados representan un grave riesgo para la salud y la seguridad de los consumidores. Sin normativas legales, los consumidores se encuentran expuestos a productos inseguros e ineficaces que pueden producir lesiones y, en algunos casos, la muerte. Ruedas de vehículos, discos de freno, airbags, componentes de aviones, productos eléctricos de consumo, alimentos para bebés y juguetes para niños son sólo algunos de los diferentes artículos que se falsifican.
Los medicamentos fraudulentos pueden representar también un grave riesgo para la salud de los consumidores. La actividad criminal en este ámbito es un gran negocio: únicamente la venta de medicamentos fraudulentos desde Asia oriental y el Pacífico al Asia sudoriental y África asciende a unos 5.000 millones de dólares por año. En el mejor de los casos, este tipo de medicamentos puede no contener ningún ingrediente activo. En el peor, los medicamentos pueden contener sustancias químicas desconocidas o potencialmente dañinas. La lista de medicamentos fraudulentos es extensa y abarca desde analgésicos comunes y antihistamínicos hasta los llamados “medicamentos para mejorar la calidad de vida” como los que se toman para perder peso o tratar la disfunción sexual, pasando por medicamentos que salvan la vida como los fármacos para el tratamiento del cáncer y las cardiopatías.
Un amplio abanico de cuestiones éticas se puede analizar cuando se examina las repercusiones de los productos falsificados. La explotación laboral es también uno de los aspectos de la falsificación, con trabajadores irregulares mal pagados que operan sin ninguna normativa de seguridad y con pocos o ningún beneficio social. El tráfico ilícito de migrantes es también un asunto que se agrava con el negocio de las falsificaciones, pues se ha reportado que estos trabajadores inmigrantes son obligados a vender mercancías falsificadas para pagar las deudas en que incurrieron con sus traficantes.
Desde una perspectiva medioambiental, la falsificación plantea un desafío considerable: al no existir normativas al respecto, existen muchas probabilidades de que tintes tóxicos, sustancias químicas y componentes desconocidos usados en productos eléctricos falsos no tengan una gestión de residuos apropiada, causando graves daños al medio ambiente.
Como apunta el director ejecutivo de UNODC, Yury Fedotov, “en comparación con otros crímenes como el tráfico de drogas, la producción y distribución de productos falsificados presenta un negocio de bajo riesgo y alta rentabilidad para los delincuentes. La falsificación alimenta las actividades de blanqueo de dinero y propicia la corrupción. También existe evidencia de cierta participación o solapamiento con el tráfico de drogas y otros delitos graves”.
Los grupos criminales usan similares rutas y modus operandi para mover mercancías falsificadas que para realizar el contrabando de drogas ilícitas, armas o personas. En 2013, el programa conjunto de UNODC y la Organización Mundial de Aduanas “Container Control Programme” (CCP) detectó mercancías falsificadas en un tercio de los contenedores incautados, a pesar de que dicho programa se concibió inicialmente para interceptar drogas.