MILES de voluntarios extranjeros, en su mayoría rusos y bielorrusos, se encuentran varados en Ucrania tras luchar a favor del gobierno de Kiev, que les prometió pasaportes a cambio. Estos combatientes son simpatizantes de la revolución Maidan, cuya bandera es la defensa del país gobernado por Poroshenko en contra de la invasión rusa.
La mayoría llegaron a las filas ucranianas por una profunda aversión a las políticas de Vladimir Putin, presidente de Rusia.
El ministro del interior de Ucrania, Arsen Avakox, les prometió “vía rápida de la ciudadanía”, luego de haber sido parte de la Guardia Nacional y de haber jurado lealtad a Ucrania. Los trámites necesarios para tener la ciudadanía concluían en octubre, luego de que altas fuentes del gobierno aseguraran que los rebeles al este del país estaban cerca de ser derrotados. El gobierno, sin embargo, no les ha cumplido con lo pactado, alegando que el proceso sigue en pie pero que tomará unos meses más.
Se estima que alrededor de 1.000 extranjeros hicieron parte de las fuerzas armadas ucranianas, según el general Alexander Rozmaznin. Si bien estas estadísticas no son oficiales, se sabe que la mayoría de combatientes provienen de países de la extinta Unión Soviética, como Bielorrusia, y otras más procedentes de Estados Unidos y Francia. Muchos de ellos se encuentran en la clandestinidad, ya que de acuerdo las leyes de migración su situación actual de ilegales da lugar a que sean deportados.
Si bien Petró Poroshenko, presidente de Ucrania, ha sido llamado por varios generales de las fuerzas ucranianas en el transcurso del año, con el fin de que conozca los impedimentos que han tenido los combatientes frente a su ciudadanía, esto no ha sido suficiente para que el mandatario se pronuncie al respecto, acrecentando la incertidumbre en muchos de los que lucharon favor de su gobierno.
El Parlamento ha presentado dos proyectos que tienen como propósito ayudar a soldados extranjeros en los procedimientos de residencia y ciudadanía. El 6 de octubre votó a favor de legalizar el servicio por parte de extranjeros en las Fuerzas Armadas. A pesar de la voluntad de los legisladores, el gobierno teme violar leyes de migración que se oponen a este tipo de iniciativas. Poroshenko sabe que legalizar la situación de los excombatientes le podría traer problemas con la comunidad internacional que lo ha apoyado durante su batalla contra los separatistas pro rusos.
Los extranjeros aseguran que la lucha política entre los altos mandos militares y el gobierno de Kiev, quien aspira a ser parte de la Unión Europea, y los planes de éste para eliminar los reductos de extrema derecha en el país (adscritos a movimientos de supremacía blanca), puede generar mayores dificultades en la legalización de su ciudadanía, aumentando el número que prefiere quedar en la clandestinidad/EL NUEVO SIGLO