La "euforia" de la Primavera Árabe ha dado lugar a nuevos gobiernos que no están respetando derechos humanos básicos como la libertad de expresión o los derechos de las mujeres y las minorías, advirtió la organización Human Rights Watch (HRW) en su informe anual publicado el jueves.
Para la organización estadounidense, el respeto de los derechos humanos constituye uno de los grandes retos para que los levantamientos populares en países como Egipto, Libia, Túnez se transformen en "verdaderas democracias", y no simplemente en "nuevas formas de autoritarismo".
Dos años después del inicio de las primeras revueltas en Oriente Medio y el Norte de África, "la euforia inicial ha dado a menudo paso a una desesperación y profunda preocupación sobre lo que resultó ser una situación mucho más difícil de lo que muchos habían esperado", afirmó el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, en la presentación del informe 2012 en Londres.
"Resulta que el derribo de un dictador pudo haber sido la parte fácil. La difícil es reemplazar un régimen represivo por una democracia que respete los derechos humanos", agregó.
Roth destacó señaló que estas revueltas provocaron, en particular, "un ascenso de los partidos islamistas que amenazan con utilizar la religión para reprimir los derechos de las mujeres, los disidentes o las minorías".
Los de las mujeres en especial son una "fuente de polémica" en muchos países, donde algunos los consideran "incompatibles" con el islam y la cultura local, así como una "imposición" occidental, señala el informe.
Otro de los derechos crecientemente reprimidos en esos países es la libertad de expresión.
"Hemos visto una tendencia desafortunada por parte de los gobiernos de la región a reprimir los discursos que los critican o que critican al sistema judicial o a la religión", agregó Roth.
El informe expresa en particular temores sobre la nueva Constitución que divide a Egipto, que HRW considera "el país más influyente" de los que están pasando por un proceso de cambio".
"Las disposiciones descritas de manera general y vagas acerca de la expresión, la religión y la familia tienen implicaciones peligrosas para los derechos de la mujer y el ejercicio de las libertades sociales protegidas por el derecho internacional", lamenta el informe.
Pero HRW estima que la transición hacia una democracia real está en manos de las propia ciudadanía de los países, aunque el resto de los países también deben ayudar, sin anteponer sus intereses económicos o políticos.
"El camino por recorrer puede ser traicionero, pero la alternativa es condenar a países enteros a un sombrío futuro de opresión", afirmó Roth.