Por Pablo Uribe Ruan
Periodista de EL NUEVO SIGLO
Nueva York ha tenido seis presidentes de Estados Unidos desde 1789. Junto a Ohio, es el estado con más mandatarios en la historia del país. Aunque nunca antes tres neoyorquinos habían aspirado en un mismo momento a la Casa Blanca. Esta vez, Donald Trump, Bernie Sanders y Hillary Clinton compiten por la nominación presidencial y buscan este martes seducir al variopinto electorado neoyorquino.
Nueva York hace décadas no presentaba un candidato a las elecciones presidenciales. La última vez fue cuando Thomas Dewey compitió por la presidencia en 1948. Pero en esta ocasión ya es un hecho que un aspirante de la ciudad va a llegar a las elecciones generales.
Trump y Sanders son de la ciudad y representan, a su modo, los valores de la Costa Este. Adoptada por el destino, Clinton aunque nació en Chicago, igual que Obama, ha hecho su carrera política en Nueva York. Fue electa en el 2000 como senadora por el estado y desde entonces vivió en Chappaqua, un condado a 50 minutos de la ciudad.
Sus seguidores la comparan con Eleanor Roosevelt, mujer del ex presidente, Franklin Delano Roosevelt. Aquella pareja marcó la política estadounidense por su tenacidad y cercanía con el pueblo. La tarea del ex mandatario fue tan reconocida que hoy es considerado como uno de los más queridos presidentes junto a Abraham Lincoln y Ronald Reagan, según una encuesta de Gallup publicada hace tres años.
Pero decir que Clinton es la versión de Eleanor Roosevelt del Siglo XXI resulta una osada comparación. Fueron primeras damas, pero Roosevelt fue una inquebrantable activista política que nunca dio el brazo a torcer pese al cargo de su marido. Por el contrario, la actual aspirante es criticada por cambiar habitualmente de posición y la catalogan como oportunista.
El portal web El Político, de Estados Unidos, fue más allá y la calificó como una “Martin Van Buren contemporánea”, un presidente demócrata que gobernó en 1837, ayudando a modernizar el partido con teorías económicas basadas en el libre comercio.
Al fin y al cabo, Clinton no es E. Roosevelt ni Van Buren. Es, para envidia de sus detractores, la principal candidata del partido demócrata. Aunque Bernie Sanders no deja de renegar que trata de meterse en el bolsillo a “ellos”, a los neoyorquinos.
Él, orgulloso de su pasado bohemio, es un neoyorquino de cachucha y perro caliente. Así se muestra con sus electores; simple, popular, cercano al pueblo. Y cultiva, bajo la mirada escéptica de Clinton, un holgado grupo de seguidores que no sólo está compuesto por jóvenes universitarios, como se pensó al comienzo de su campaña.
Sanders es el típico personaje de Brooklyn. Ubicado al costado de Manhattan, este distrito es catalogado como la esencia de la ciudad, donde nace la literatura, la música y la gastronomía. Desde allí se combate a Wall Street con versos y canciones, pero nunca se llegó a pensar que iba nacer una figura política que catalizara sus deseos.
Bernie, como le dicen sus seguidores, por un fecundo cariño que nace como cuando un nieto se refiere a su abuelo, se manifiesta en cada esquina, no sólo de Brooklyn, sino de Manhattan o Queens. Incluso le da, como lo relató The New York Times, para comerse un perro caliente en Coney Island, mientras que Hillary dejó caer una torta de queso en Brooklyn. ¿Quedará marcada por ese tropiezo? No, va punteando.
Pero si Brooklyn es a Sanders un lugar indispensable para el desarrollo de su política, Manhattan es a Trump una pieza irrenunciable en sus negocios y, ahora, en su campaña. El distrito más importante de Nueva York representa lo que a primera vista se le viene a una persona cuando piensa en la ciudad: el centro financiero del mundo.
Cada vez que un transeúnte camina por la 72 con 5ª se topa con un bloque de vidrios oscuros que se levanta en toda la esquina. Dice “Torre Trump” y es usado por el magnate para dirigir su organización y vivir, de vez en cuando, en el ático.
Trump, como su elevada torre, es hijo de las finanzas, así como varios de los transeúntes que pasan al frente de ella cada mañana y depositan su confianza en el magnate para que Sanders no haga realidad los elevados gravámenes contra Wall Street y Cruz no le quite la posibilidad a Trump de ser el nominado por el Partido Republicano.
Aunque las tendencias políticas tampoco están dividas por fronteras entre los distritos. Por supuesto que en Manhattan habrá seguidores de Sanders y en Brooklyn de Trump, Cruz o Kasich.
Lo cierto es que Nueva York representa unos valores económicos y políticos independientes de los candidatos. Es una ciudad abierta a la migración, inclusiva, liberal en sus políticas públicas y de puertas abiertas al comercio internacional.
Trump, salvo por su intereses en la bolsa de Nueva York, se perfila como una persona totalmente diferente a esos postulados. Aislacionista, proteccionista y arbitrario en su trato con las mujeres, no es lo que, en teoría, buscan los neoyorquinos. Sin embargo, sus rivales, Kasich y Cruz, tienen muy poco apoyo en la ciudad, convirtiéndose en la primera opción de los votantes.
Del lado demócrata no existe un candidato que reproche tanto esos valores. Si bien Sanders sienta su política, casi exclusivamente, en ponerle impuestos a Wall Street, cree en el comercio exterior, en las libertades individuales y en un Estados Unidos con vigencia en todo el mundo.
Clinton, por su parte, es la candidata que tiene políticas más acordes con la ciudad. Liberal en muchos aspectos, no tanto como Eleanor Roosevelt, es amiga del comercio exterior, no habla mucho de impuestos y tiene una postura clara a favor de los inmigrantes.
Martes 19 en NYC
Basta de comparaciones, es hora de ir a lo que va pasar el próximo martes: las primarias en Nueva York. Muchos califican estas elección como el punto de quiebre de la nominación demócrata y republicana. De los “Súper Martes”, sin embargo, dijeron algo similar, pero el panorama sigue siendo el mismo: aún no hay candidatos presidenciales.
En el Partido Republicano siguen en carrera Donald Trump, Ted Cruz y John Kasich. En este momento Trump tiene a su favor 744 delegados, Cruz cuenta con 545 y Kasich queda rezagado en el tercer lugar con 144, según Bloomberg. Aún siguen en disputa 852 delegados. En Nuevo York se elegirán 95 de ellos. Para ser nominado antes de la convención del partido en Ohio se necesitan 1237 delegados.
En la última encuesta revelada por 0ptimus, Trump le saca una ventaja considerable a Kasich. Obtendría 49% de los votos, seguido del gobernador de Ohio, con 23%, y Cruz, que sólo lograría el 12%. Sienna y Quinnipiac, otras encuestadoras, estiman que la diferencia entre el magnate y Kasich será de 25%.
La repartición de los delegados, como todo en esta elección, tiene sus particularidades. Existe como una especie de umbral en cada uno de los 27 distritos del estado de Nueva York. Si un candidato no logra al menos el 20% de los votos, estos se reparten entre los demás aspirantes, favoreciendo al primero de ellos.
El panorama a nivel nacional ha variado. Ahora Cruz aparece más cerca de Trump en los sondeos. Recientemente CBS publicó una encuesta en la que se revela que el senador por Texas está 13 puntos atrás del magnate, cambiando el escenario de hace tres meses, que demostraba una distancia de más de 20 puntos entre ambos.
En el bando demócrata, aunque no hay tanta diferencia entre los candidatos, Clinton le lleva una diferencia importante a Sanders. ¿El debate del pasado jueves cambiará esta tendencia?
A nivel general Clinton cuenta con 1.207 delegados, mientras que Sanders tiene 1.087. De primera no parece una distancia considerable, sólo 220, sin embargo acortarla implica ganar varias de las primarias que siguen en la nominación incluyendo Nueva York, que reparte 291 delegados demócratas.
De acuerdo al último sondeo elaborado por CBS, la ex Secretaria de Estado lograría el 50% de los delegados, al tanto que el senador por Vermont obtendría el 44%. Sin embargo, el nivel de impacto que pudo haber tenido el debate del pasado jueves no fue tenido en cuenta por la encuesta.
El debate, que fue organizado por el centro Duggal Greenhouse, duró cerca de dos horas, en las que los candidatos hablaron de Israel, cambio climático, Wall Street, Obamacare y temas sociales. Sanders atacó a la ex Secretaria de Estado por sus posturas ambiguas frente a Palestina y Wall Street, con dureza, fue categórico en señalarla como candidata del “establecimiento”. El resultado final fue un empate, con una leve inclinación hacia Clinton.
El próximo martes estará en juego un número importante de delegados y se sabrá cuál es el candidato preferido de los neoyorquinos para las elecciones presidenciales. De momento, la sensación es que la mayoría se inclinaría por Clinton.