El presidente francés, François Hollande, mantiene su sangre fría y se atiene a su agenda política, pese al revuelo creado por la revelación de su relación con una actriz y la hospitalización de su pareja.
En la conferencia de prensa que dio el martes, en la que detalló su política económica, y en el discurso pronunciado el viernes ante el cuerpo diplomático acreditado en París, centrado en temas internacionales, el presidente logró imponer sus prioridades políticas con un tono de firmeza que pocas veces había usado desde su elección en 2012.
"Todo lo que debo hacer al frente del Estado es lograr que Francia sea una potencia económica, una fuerza que pueda impulsar a Europa y a sí misma", dijo el viernes ante los embajadores.
Una frase en forma de credo en momentos en que la prensa del corazón y los medios de información en general abundan en rumores y conjeturas sobre el estado la compañera del presidente, Valérie Trierweiler, que sigue hospitalizada, y la relación del jefe de Estado con la actriz Julie Gayet, cuya biografía es observada con lupa.
Según la revista Closer, que reveló el asunto el 10 de enero, la actriz y Hollande, entonces candidato socialista a la presidencia, se conocieron en 2011, es decir antes de la elección presidencial.
El anuncio de su relación es ya objeto de un procedimiento judicial, dado que la actriz demandó a la revista por atentar contra su vida privada, y el proceso tendrá lugar "en las próximas semanas", según una fuente judicial.
Pero los interrogantes se centran en las relaciones de Hollande y Valérie Trierweiler, su compañera desde 2005. El presidente la visitó el jueves por la tarde por primera vez desde que fue hospitalizada, a raíz de la revelación de la revista Closer.
Pese a la fuerte presión de los medios para que aclare su situación de pareja, Hollande se limitó a responder sobre el tema de su seguridad planteado por la relación. Sobre el resto, "sin comentarios". "Los asuntos privados se tratan en privado", dijo.
Dominique Wolton, director de investigaciones del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), considera que esa actitud es la que había que tomar en nombre del derecho "fundamental" a la separación entre la vida privada y la pública.
"François Hollande no tiene por qué rendirle cuentas a nadie. La prensa no es juez y la opinión pública no es un tribunal. El derecho a la información tiene límites: el 'voyeurismo' no es un derecho a la información", estima este politólogo en declaraciones a la AFP.
"Riesgo potencial"
Bruno Jeanbart, director de estudios políticos del instituto Opinionway, considera que el presidente "quiere que se pase rápidamente a otra cosa, pero al rehusar toda aclaración, no ha logrado poner punto final al asunto", que "está lejos de terminar".
La manera como ha tratado esta crisis personal podría influir en la percepción que los franceses tienen de su presidente, considera Jeanbart, señalando que la relación propiamente dicha no tendrá repercusiones en la opinión y señalando que, en Francia, el adulterio es considerado "menos moralmente condenable" que en otros países occidentales.
Jean-Daniel Levy, directivo del instituto de encuestas de opinión Harris interactive, señala, por su parte, un "riesgo potencial" para Hollande: "cuando la actitud del personaje privado aporta informaciones sobre la manera que se puede comportarse en tanto responsable político".
Como ejemplo, acotó que el tuit de Valérie Trierweiler en apoyo del adversario de la excompañera de Hollande, Ségolène Royal, en las legislativas de 2012, tuvo un efecto importante en la imagen del jefe de Estado, "porque mostró un presidente que no tenía la suficiente autoridad dentro de su pareja, y por ende potencialmente dentro del gobierno".
Según Levy, Hollande demostró empero "que retomaba el control político" en plena tormenta. "Es él quien fija las grandes orientaciones, las obligaciones, el calendario, que logra dividir a una parte de la derecha", señala Levy, aludiendo a la política económica favorable al empresariado anunciada por el jefe de Estado./AFP