La visita que la presidenta brasileña Dilma Rousseff realizará a Estados Unidos el 30 de junio parece dar por superada la tensión entre ambos países por revelaciones de espionaje contra Brasil por parte del gobierno de Barack Obama.
El propio mandatario estadounidense anunció este sábado la visita de su par brasileña, al margen de la VII Cumbre de las Américas que se celebra en Panamá.
La invitación había sido cursada por el vicepresidente Joe Biden el mes pasado vía telefónica, en un intento por recomponer la relación bilateral sacudida por revelaciones de espionaje en 2013.
Las denuncias, hechas por el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, Edward Snowden, llevaron a Rousseff a suspender una visita de Estado a Washington que estaba prevista para octubre de 2013.
Aquellas revelaciones indicaban que Estados Unidos había espiado las comunicaciones de millones de brasileños, de empresas como la estatal Petrobras, y de la propia Rousseff, así como de varios de sus asesores.
Brasil exigió entonces una investigación, explicaciones y el compromiso estadounidense de cesar el espionaje para hacer posible una visita de Rousseff.
Desde el incidente, uno de los golpes más duros que sufrió la relación bilateral en las últimas tres décadas, Brasilia y Washington han intentado reprogramar el encuentro, con una activa participación del vicepresidente Biden en ese proceso.
Obama envió a Biden a Brasil varias veces para suavizar las cosas, y el vicepresidente asistió a la asunción del nuevo mandato de Rousseff, tras su reelección en octubre.
La visita de Rousseff a Washington será la primera de un mandatario brasileño en 20 años a Estados Unidos, después de la que realizó Fernando Henrique Cardoso en 1995.
"Brasil es un actor clave en el escenario mundial y visitas de alto nivel son una demostración de que queremos invertir para tener una relación bilateral fuerte", habían dicho a la AFP fuentes de la Casa Blanca.
Rousseff asumió en enero su segundo período de gobierno y enfrenta un complejo panorama económico y político en Brasil debido a un enorme escándalo de corrupción en Petrobras, el casi estancamiento de la economía y una inflación en alza (6,4% en 2014).
Cerca de 1,7 millones de brasileños salieron a las calles este mes a protestar contra la mandataria, cuyo índice de popularidad ha caído a 13%.
Este domingo se espera una gran manifestación contra el gobierno de Rousseff y el gigantesco desvío de fondos descubierto en Petrobras/AFP.