Fernando Cvitanic*
Especial para EL NUEVO SIGLO
LAS elecciones en Brasil tuvieron los resultados esperados con el triunfo del Partido de los Trabajadores de Dilma Rousseff, por encima de la Social Democracia de Aecio Neves. Pese a todas las acusaciones de corrupción que se vertieron sobre el partido de Dilma, este siguió gobernando Brasil gracias al apoyo de la gran masa de clase media que ha salido de la pobreza y de la masa obrera que siente que el Partido de los Trabajadores, es el único que realmente está vinculado a sus intereses.
Sin embargo, se dieron algunos hechos muy singulares: el mal papel que jugó Brasil en el Mundial, las protestas multitudinarias ante los gastos que ocasionó esa cita orbital deportiva en detrimento de la inversión social, la muerte del candidato Eduardo Campos y la aparición de Marina Silva como aspirante opcional a la segunda vuelta, pero que, con el transcurso del tiempo se fue desinflando sorpresivamente ante los votantes en beneficio de Aecio Neves, quien terminó perdiendo con la candidata oficialista Dilma.
Aunque se dio el triunfo para Rousseff, las cifras fueron menores de lo que se había pronosticado, al parecer, lo que pudo influir fue la baja en la bonanza económica brasilera.
No olvidemos que en el gobierno de Lula, 20 millones de brasileros salieron de una situación socioeconómica de extrema gravedad y, aunque la exguerrillera Dilma Rousseff no tiene el mismo carisma de su antecesor, indudablemente si cuenta con el factor ejecutivo que la llevo a enfrentar la crisis ministerial durante cuatro años de gobierno, y que no logro empañar su reciente victoria.
Pero, a nivel continental, surgen ciertas preguntas como: ¿Dilma realmente tiene un proyecto de integración con Latinoamérica o está más enfocado a su política exterior y convertirse en la quinta potencia económica mundial? ¿Por qué Dilma no ha sido drástica con Cuba y Venezuela?; ¿Por qué no se la ha jugado con fortalecer Mercosur y mejorar deterioradas relaciones con Argentina, a nivel económico y comercial?
Además ¿Qué hubiera pasado si la Social Democracia y la derecha hubieran llegado al poder en Brasil?; ¿Colombia se hubiera beneficiado?; ¿La Alianza del Pacifico se hubiera beneficiado más con un país de derecha que con un país de izquierda?; ¿Dilma está realmente por la integración o por la polarización Mercosur – Alianza del Pacifico?
Son muchas las dudas pero, creo que para Brasil es positivo porque Dilma es una ejecutora y ha demostrado su capacidad para solucionar los problemas del país, para Suramérica no sé si sea positivo o negativo, porque no veo que Dilma como un factor de integración latinoamericano, la veo como una mujer que corre persiguiendo los objetivos de la política brasilera que no necesariamente coinciden con la política exterior de la Alianza del Pacífico y de Suramérica en sí.
Yo tengo mucha más confianza en la Alianza del Pacifico que en el Mercosur ya que Brasil no se la está jugando por el Mercosur, por las diferencias que tiene con Argentina; además, Perú, Uruguay y Paraguay no cuentan y la decadente situación en Venezuela no ayuda. Por eso yo esperaría que un país como Brasil, que es la gran potencia del continente, tuviera una postura fuerte sobre los abusos que se están dando en el gobierno de Maduro. Pero todo indica que a Dilma no le preocupa la causa de Venezuela sino posicionar a Brasil dentro de las cinco potencias más importantes en materia económica.
Con respecto a Colombia, pese a que compartimos frontera con Brasil, geopolíticamente es muy lejana y la verdadera frontera fluida que tienen los brasileros es con Argentina, Uruguay y Paraguay, nosotros parecemos todavía muy distantes; asimismo, la Alianza del Pacífico debería ver la manera de vincular a Brasil en algún momento porque pese a que Brasil es izquierda, Chile también lo es y si está incluido.
A Dilma se le debería hacer entender que para los fines económicos y políticos brasileros es mucho mejor estar en la Alianza del Pacífico que en Mercosur porque la primera es meramente pragmática comercial económica, en cambio Mercosur tiene un tinte ideológico político que le quita fortaleza.
Yo no veo como la izquierda venezolana pueda estar de acuerdo con la izquierda brasilera. Por el contrario, si veo como la izquierda brasilera pueda estar de acuerdo con la izquierda chilena, con la izquierda peruana y con los gobiernos de derecha de México y Colombia. Por lo tanto, lo que debería hacer Colombia con el nuevo gobierno de Dilma, aparte de agradecer los espaldarazos a la paz es ver la manera de integrarnos mucho más y, aunque la frontera es poco práctica, habría que atraer a Brasil teniendo en cuenta que es un gobierno serio.