Los colegios electorales abrieron en Sudán para celebrar elecciones legislativas y presidenciales, con el presidente Omar al Bashir como máximo favorito para mantenerse en el cargo.

El escrutinio, que también es regional, tendrá lugar durante tres días con 7.100 colegios electorales abiertos en todo el país entre las 05H00 GMT y las 15H00 GMT. 

Unos 13,3 millones de electores de una población total de cerca de 38 millones de personas están llamados a las urnas. Las elecciones cuentan con la presencia de observadores y representantes de 15 organizaciones internacionales, entre ellas la Liga Árabe y la Unión Africana.

Poco después de las 05H00 GMT, los voluntarios esperaban a los primeros votantes en un colegio del barrio de El Daim, en Jartum, la capital, frente al que los representantes de los candidatos habían puesto tenderetes, indicó un periodista de la AFP en el lugar.

"Todo el mundo conoce los resultados" dijo Moutawakil Babikir, un comerciante que decidió no acudir a las urnas.

Ninguno de los 15 contendientes, prácticamente desconocidos, suponen una amenaza para la reelección de Bashir, de 71 años y en el poder desde 1989, ya que la oposición ha boicoteado los comicios, al igual que en 2010.

La campaña electoral, que terminó el viernes, ha sido prácticamente inexistente. 

La Unión Europea ya anunció el jueves que estas elecciones no pueden "ofrecer un resultado creíble y legítimo", ya que "se ha evitado el diálogo, algunos grupos [están] excluidos y los derechos cívicos y políticos están afectados".

"El pueblo de Sudán merece algo mejor", dijo la jefa de la diplomacia de la UE, Federica Mogherini.

Estas elecciones son las segundas con varios partidos desde la llegada del general Bashir al poder en junio de 1989 mediante un golpe de Estado. El NCP, su partido, y sus aliados controlan eel Estado y los disidentes y los medios de comunicación están reprimidos.

Bashir ha prometido aportar "seguridad y estabilidad política y económica" durante su nuevo mandato de cinco años pero no será una tarea fácil, ya que el país está prácticamente aislado y sometido a embargo estadounidense desde 1997 por las presuntas violaciones de los derechos humanos y sus vínculos con el terrorismo.

La Corte Penal Internacional (CPI) acusa además a Bashir de crímenes de guerra y contra la humanidad en Darfur, una región del oeste del país escenario de un conflicto.