Las muertes derivadas de la infección por el virus del Nilo Occidental aumentaron alrededor de un 32% durante la primera semana de septiembre en Estados Unidos y el número de personas infectadas subió un 25%, indicaron este miércoles las autoridades sanitarias estadounidenses.
En todo el país, se registraron 1.993 casos en total desde el comienzo del año hasta el 4 de septiembre, frente a los 1.590 que se contabilizaban la semana anterior, mientras que las muertes son ya 87 frente a los 66 fallecimientos que se registraban el 30 de agosto, precisaron los Centros Federales de Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Se trata de cifras récord desde que en 1999 se detectara por primera vez este virus en Estados Unidos, subrayan los CDC.
Estos centros precisan que más del 70% de los casos se han registrado en seis estados: Texas (sur), Mississippi (sur), Luisiana (sur), Oklahoma (sur), Michigan (norte) y Dakota del Sur (norte). Sin embargo, alrededor del 45% de los casos se concentran en Texas.
Aunque casi la totalidad de estados se encuentran tocados por este virus, especialmente potente en verano, ya que 48 estados informaron de casos de infección. La ciudad de Nueva York anunció el 28 de agosto que se habían fumigado partes de Manhattan para reducir la cantidad de mosquitos portadores del virus.
El récord en el número de casos registrados en 2012 podría deberse a un invierno inusualmente suave, a una primavera temprana y a un verano de altas temperaturas, que habrían propiciado condiciones favorables a la propagación de este virus, según el CDC.
Sin embargo, otros factores podrían haber favorecido el brote de la enfermedad: los pájaros que pasan el virus (transmitido enseguida a los humanos por mosquitos), el número de mosquitos o el comportamiento humano.
El virus fue descubierto por primera vez en Uganda en 1937.
No existen tratamientos específicos o curas para la enfermedad, aunque los síntomas más leves, que van desde dolores de cabeza a erupciones de la piel, tienden a desaparecer solos.
Aproximadamente una de cada 150 personas infectadas desarrolla una enfermedad grave, con síntomas que incluyen fiebre alta, convulsiones, pérdida de la visión, adormecimiento y hasta pueden caer en coma. Estos casos más agudos pueden derivar en parálisis permanente y daño neurológico.
No obstante, el 80% de las personas infectadas no presenta síntoma alguno, según el CDC.