Los ataques sangrientos de los últimos tres días, al parecer sin relación entre ellos, causaron una enorme preocupación en Francia, cuyo gobierno pidió el martes calma y reforzó las medidas de seguridad.
El primer ministro Manuel Valls anunció la movilización de "200 a 300 soldados" adicionales para garantizar la seguridad durante las fiestas.
Esos efectivos se sumarán a los 780 militares ya movilizados en el marco del plan Vigipirate, señaló Valls, al término de una reunión de urgencia con varios de sus ministros.
"Las patrullas de policía y gendarmería serán reforzadas en prioridad en los puntos de alta frecuentación: zonas comerciales, centro de las ciudades, estaciones ferroviarias y terminales de autobuses", agregó Valls.
En declaraciones radiales previas a la reunión, Valls descartó que los ataques estuvieran vinculados entre ellos y lanzó un llamado a los ciudadanos para que no cedieran al pánico y mantuvieran "la sangre fría".
Los ataques del sábado, domingo y lunes dejaron un saldo de 26 heridos, tres de ellos policías.
El sábado, en Joué-les-Tours (centro oeste), tres policías resultaron heridos con arma blanca por un hombre, que fue abatido por la policía.
El domingo y el lunes, en Dijon (centro este) y Nantes (oeste), dos automovilistas con trastornos psíquicos atropellaron deliberadamente a los peatones, dejando 13 y 10 heridos respectivamente.
En declaraciones radiales, Manuel Valls bajó el perfil a la posibilidad de una amenaza yihadista.
Sin embargo, la persona que hirió a los policías de la comisaría en Joué-Les-Tour atacó al grito de "Alá es el más grande".
El hombre que atropelló a varias personas en Dijon, nacido en Francia, de madre argelina y de padre marroquí, dijo haber actuado en nombre de los niños de Palestina y de Chechenia, pero las autoridades indicaron que sufría trastornos mentales.
En ataque de Nantes, que dejó 11 heridos, cinco de gravedad, en un mercado navideño, fue obra de "otro desequilibrado", anunció el ministro del Interior Bernard Cazeneuve.
"Estos actos son más difíciles de controlar que otros", dijo Bernard Cazeneuve.
Según las autoridades, el autor de la agresión había perdido hace poco su trabajo y en su vehículo se encontró un cuaderno con escritos confusos que mostraban las dificultades psicológicas y familiares a los que estaba sometido.
El gobierno afirmó que va a "tomar todas las medidas que sean necesarias" y destacó que cada quien debe estar movilizado.
Valls destacó que el trabajo de los servicios de inteligencia se volvió más complicado debido a la amenaza difusa de nuevas organizaciones sin estructuras de red.
-Vigilancia necesaria-
En septiembre, el grupo yihadista Estado Islámico (EI) pidió a sus militantes atacar de cualquier forma a los países que componen la coalición que lucha en su contra, entre los que está Francia. Entre los métodos mencionados está el ataque a civiles utilizando como arma un automóvil.
Las fuerzas del orden enfrentan a "individuos híbridos que pueden actuar solos", destacó Valls, quien dijo que las autoridades no "minimizan el riesgo", aunque rechazó las acusaciones de la oposición de derecha y de extrema derecha de no estar tomando encuentra supuestas amenazas de integristas.
En el editorial, el diario Le Figaro, muy cercano a la oposición, denunció la impotencia del gobierno de izquierda contra "los locos de Alá".
"Sí, los 'locos de Alá', que a pesar de su nacionalidad francesa, pueden golpear en todo momento el territorio nacional, animados por un fanatismo mortífero y por el odio a lo que somos", escribió el diario.
Sin embargo, el gobierno reconoció que había una amenaza de un rango nunca antes enfrentado, en un momento en el cual se estima que unos 1.000 franceses están involucrados en algún grado en actividades yihadistas en Siria o en Irak.
"La mejor respuesta es seguir viendo en paz, aunque con la vigilancia necesaria", afirmó Valls en declaraciones a una radio francesa.