“Preocupa costo de violencia”: ONU | El Nuevo Siglo
Jueves, 27 de Octubre de 2011

El 31 de octubre y el 1 de noviembre de 2011, ministros de todo el mundo se reunirán en Ginebra para asistir a la Segunda Conferencia Ministerial de Examen de la Declaración de Ginebra sobre la Violencia Armada y el Desarrollo. La Declaración apoya a los Estados y a la sociedad civil en la consecución de reducciones cuantificables en la carga mundial que representa la violencia armada, en 2015 y más allá.

Durante esos dos mismos días, se calcula que más de 3.000 personas perderán la vida a causa de la violencia armada en todo el mundo. No cabe duda de que es imperiosamente necesario actuar con decisión.

El costo económico de la violencia es preocupante. Está literalmente revirtiendo el desarrollo, destrozando medios de vida, destruyendo infraestructuras, reduciendo la inversión extranjera directa, retrasando el crecimiento económico e impidiendo la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En muchos países la inseguridad también está provocando el desvío de recursos públicos destinados a educación y salud hacia la aplicación de la ley.

La pregunta, como siempre, es “¿qué se puede hacer?”

Ahora que los desafíos económicos globales nos afectan a todos, debemos asegurarnos de que nuestros dólares y francos para el desarrollo se gasten con prudencia. Puede consolarnos saber que ya han dado pasos en la buena dirección los Estados afectados por la violencia, los Estados donantes a través del enfoque de Programación de Reducción de la Violencia de la OCDE-DAC y las Naciones Unidas, a través de la articulación realizada por el Secretario General de una posición común de la ONU para la promoción del desarrollo a través de la reducción y prevención de la violencia armada.

En el próximo Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda que se celebrará dentro de un mes en Busán (Corea), se volverá a insistir sobre esta cuestión crucial. Allí se reunirán 2.000 delegados de todo el mundo para analizar los progresos globales en materia de resultados y de aprovechamiento de la ayuda económica al desarrollo.

Si comprendemos y abordamos las causas de la violencia y por otra parte invertimos en capacidades de prevención, alerta temprana y respuesta temprana, podremos evitar conflictos y violencia, salvar vidas y recursos.

La educación tiene un importante papel que desempeñar en la prevención de conflictos y de la violencia. Generalmente, los países con altos niveles de matriculación en educación primaria registran bajos niveles de violencia, y de la misma manera los niños que se ven privados de educación tienen más posibilidades de llevar una vida de conflicto. La educación debe formar parte de cualquier esfuerzo para combatir la violencia.

También somos conscientes de que la violencia suele ser un síntoma de desmoronamiento del Estado de Derecho y más extensamente de las relaciones entre el Estado y la sociedad. Un mundo más justo y equitativo es un mundo más estable y seguro. Los recientes acontecimientos registrados en los países árabes nos recuerdan que la exclusión económica y política puede ser una combinación explosiva. Cuando se comparte la riqueza, no sólo las sociedades y las naciones son más prósperas y justas, sino también menos violentas. La desigualdad y la violencia están estrechamente relacionadas. Es preciso comprender firmemente las necesidades de los desprotegidos y disponer de las herramientas necesarias y la voluntad política para romper los ciclos de violencia y desesperación.

Como consecuencia de una serie de iniciativas emprendidas en todo el mundo —como por ejemplo la Declaración de Ginebra sobre la Violencia Armada y el Desarrollo— los países están adoptando cada vez más medidas para combatir las condiciones que conducen a la violencia armada, como la mejora de las actuaciones policiales, la ampliación del acceso a la justicia o el desarrollo de sistemas de educación que fomentan la inclusión, la tolerancia y la ciudadanía.

El trabajo emprendido va mucho más allá del mero control de las armas pequeñas o el apoyo a la policía comunitaria, que siguen siendo vitales. La desigualdad de ingresos y el desempleo estructural están ahora en el punto de mira. Como también lo están la reducción de la exclusión social, la promoción de la justicia social y por último, la extensión de la educación universal. Suiza y el PNUD están comprometidos con naciones resistentes y estables, formadas por ciudadanos fortalecidos. Algo que sólo se puede lograr si se comparten las oportunidades y se gestionan los conflictos.

Es importante que los países en desarrollo y los donantes identifiquen los factores de la violencia e incorporen a sus estrategias de desarrollo los objetivos de reducción de la violencia.

No es posible reducir la violencia armada sin reunir desarrollo, Estado de derecho y cohesión social.

Con este fin, el PNUD y Suiza, junto con muchos otros actores de la cooperación para el desarrollo, han acumulado experiencia práctica a lo largo de los últimos diez años en materia de apoyo al desarrollo y aplicación de estrategias de reducción de la violencia y estrategias de consolidación del estado de derecho en todo el mundo.

También estamos trabajando con una serie de agencias de la ONU en programas conjuntos que combinan diferentes campos de especialización, tales como la salud, el desarrollo urbano y el desarme, con el fin de maximizar el impacto y la coherencia de nuestras intervenciones. Suiza y el PNUD instan a los donantes y gobiernos a que apoyen los programas de reducción de la violencia armada, en un esfuerzo por asegurar que los valiosos fondos destinados cada año al desarrollo no se vean socavados por la violencia.

Hoy hacemos un llamamiento a los Estados signatarios de la Declaración de Ginebra para que refrenden firmemente una serie de medidas que les comprometan a reducciones tangibles y medibles de la violencia, a través de prácticas demostradas que restauren la dignidad, construyan medios de vida y contribuyan a un desarrollo verdaderamente sostenible.