Este es el informe que el doctor Alberto Abello, director de la Academia del Pensamiento Conservador y Humanista, presenta a la Convención Nacional Conservadora sobre los derroteros de la colectividad más allá del resultado electoral coyuntural
“Como director de la Academia del Pensamiento he estado hablando durante muchas horas con diversos dirigentes conservadores y de la vida nacional, así como con mandos medios y militantes del Partido Conservador o elementos con ideas comunes de orden, con la finalidad de explorar su parecer y conocer su valioso criterio sobre la política colombiana. De esas disquisiciones surge el presente informe, a manera de contribución al decálogo conservador u hoja de ruta estratégica para el siglo XXI. Lo que difiere del programa táctico inmediatista del Partido, que a cada elección presidencial debe fijar sus metas y los aspectos más importantes de lo que será su obra de gobierno. Así en determinadas ocasiones la estrategia y la táctica se complementan.
Casi todos coinciden en señalar que en los últimos tiempos los postulados conservadores no convocan como en otros tiempos, por cuanto desde el Frente Nacional con apoyo bipartidista o, después, multipartidista, como en la actualidad, como por efecto del fin de la Guerra Fría, que abolió el antagonismo visceral entre las corrientes ideológicas, algunos de nuestros dirigentes practican el arte de mimetizarse en la indefinición oportunista. Se diría que hemos sido inferiores a las circunstancias históricas o las posibilidades de movilizar a la Nación con nuestras ideas y proyectos; como si sufriésemos de una especie de atonía espiritual o complejo de culpa de profesar los nobles ideales de orden, libertad, defensa de la democracia, de la justicia social, el bien común y la soberanía nacional. Postulados que en otros tiempos determinaron que el conservatismo fuese el baluarte de la defensa de la República, sobre todo cuando las fuerzas disolventes y contrarias a nuestro modelo de vida y ambiciones políticas intentaron por la violencia o mediante la importación de doctrinas disolventes y el engaño al pueblo, encaramarse al Gobierno.
Es de recordar que ante todo para ser conservador de ideas se requiere identificarse con el deber ser de Colombia, tener carácter y capacidad de ser afirmativo. En tal sentido la primera condición es organizarse y luchar mediante la propaganda y la agitación para conseguir el favor de las masas, sin las cuales no es dable capturar el poder. Y ese no es un trabajo de dos meses, ni de jugadas de tahúr, sino de años de dedicación, como corresponde a la estrategia, puesto que es un axioma: quien no sabe para qué es el poder, cuando lo alcanza en la inmadurez le ocurre lo que al que confunde el combustible con el agua, que al no ver el peligro se quema o incinera. Por esa falla estratégica y las vacilaciones en cuanto la táctica, como por falta de organización y perseverancia proselitista, otros partidos y políticos afines al conservatismo nos desbordan.
Los dirigentes de un partido no pueden dormirse en sus laureles y conformarse con salir elegidos al Congreso y obtener una partija burocrática del gobernante de turno, siendo legítimo querer influir en el gobierno. La política no termina al otro día de las elecciones, ese debe ser apenas el punto de partida para alcanzar metas más amplias. El más craso error del conservatismo ha consistido en conformarse con ser un partido que se despierta un tanto a cada elección, para volver como a adormilarse por cuatro años.
Como la historia tiende a repetirse es preciso que, con independencia de la suerte electoral en las presidenciales, asumamos con cabeza fría la responsabilidad histórica que nos compete con realismo y comencemos al otro día de las elecciones a preparar nuestros cuadros y militancia, para no llegar al mismo punto muerto de siempre y convertirnos en real alternativa de poder.
Los postulados
1) Establecer el tipo de Estado que queremos. La Carta Política de 1991 nos conduce de manera inevitable al descalabro institucional. Es preciso reformular un proyecto político de orden liderado por el conservatismo y las fuerzas afines, donde concretemos un modelo de Estado fortalecido para el siglo XXI. Consagrar ese Estado es esencial para reformar las Cortes, el sistema judicial y la tutela, que se ha convertido en una suerte de tóxico que contamina las arterias de las instituciones.
2) Nos compete ser los promotores de la unidad nacional y de la defensa de la soberanía, en un país que pierde porciones inmensas del mar o el territorio de valor geopolítico insustituible, que no se pellizca ni hace siquiera un debate en el Congreso. Debemos crear conciencia en la defensa de la soberanía nacional en todos los campos. Nos corresponde defender la unidad dentro de la diversidad, nuestra riqueza y el medio ambiente. Todo lo que atenta contra la unidad nacional hiere el sentir conservador.
3) Como conservadores defendemos la familia cristiana como elemento fundamental del capital social de nuestro país. Siendo el capital humano la mayor riqueza de una Nación.
4) La gran palanca del desarrollo es la educación cristiana y humanista que cubra la formación técnica y espiritual de nuestros jóvenes, con la finalidad de levantar generaciones más capaces y que estén al servicio de la expansión nacional.
5) El municipio castellano con el cual avanzamos a la civilización y la modernidad, debe retomarse puesto que es la célula que da vida a la nacionalidad, más en estos tiempos en los que la anarquía y la corrupción se abaten sobre la administración pública local. El urbanismo social conservador debe ser el que reoriente nuestro desarrollo.
Las alcaldías por elección popular tendrán que ser reformadas, para evitar gobiernos de minoría, dando participación obligada en el Gobierno al grupo que saque la segunda votación. Lo mismo que en la periferia del país en las zonas amenazadas por la violencia se deben establecer mecanismos para que asuman temporalmente la autoridad elementos de las Fuerzas Armadas.
6) Nos compete retomar la iniciativa en cuanto a la Planeación democrática, en especial para desarrollar la periferia e incentivar la economía al fomentar la industria, el comercio y la agricultura para trasformar el país.
7) Le corresponde a lo conservador, que ha sido uno de los grandes promotores del cambio, convocar las energías nacionales para desarrollar la periferia del país. Si los colombianos no hacemos un pacto para desarrollar esas extensas zonas de valor estratégico incuantificable, donde se juntan nuestra mayor riqueza y la más dolorosa miseria, junto con la despoblación y la violencia, es factible que en el mañana esas gigantescas zonas se balcanicen. Arborizar seis u ocho millones de hectáreas de la Orinoquia sería el comienzo de la redención para la región y permitiría a cuantos alzados en armas se reincorporen a la vida civil trabajar dignamente como lo merecen. Siempre y cuando desarrollemos la infraestructura regional, que es una obra de la magnitud comparable a lo que significó para los Estados Unidos la conquista del Oeste. Meta que, de lograrla, nos convertiría en potencia regional. El objetivo es fomentar un desarrollo agrario y minero que preserve el medio ambiente y siembre las regalías para redimirnos del atraso secular en esas zonas.
8) Abolir la circunscripción nacional para el Senado, que se ha convertido en mortal enemigo de la democracia al dejar sin representación en la Cámara Alta a los habitantes de la periferia, que son los que más necesitan defender sus intereses. Siendo este uno de los mayores factores del encarecimiento de la política. Lo que se repite de manera cuantiosa y degradante en las campañas para las alcaldías y gobernaciones. Por lo que es preciso hacer un gran esfuerzo para limpiar los establos del régimen y consagrar una política limpia.
9) Lo conservador defiende la cultura nacional y nuestros valores. Lo conservador propende a la unidad espiritual de la hispanidad, lo que debe traducirse en alianzas permanentes con los países que hacen parte de nuestra hermandad cultural.
10) Las Fuerzas Armadas son la columna vertebral de la defensa de la soberanía y el sistema democrático. Ellas deben ser lo suficientemente fuertes para garantizar la soberanía y la independencia nacional. Por estar al servicio insobornable de la integridad de la Patria, deben recibir el apoyo del Gobierno y de la Nación, como garantes del orden y la democracia.
11) Lo conservador defiende valores eternos que son los mismos por los que lucharon en circunstancias extremas y aún heroicas nuestros antepasados. El Estado debe favorecer la dignidad del hombre, así como la posibilidad de enriquecerse espiritual y materialmente por la creatividad, el trabajo y el esfuerzo solidario y el desarrollo en una sociedad organizada. Y no se trata exclusivamente de desarrollar la industria, el porvenir de Colombia está en la explotación intensiva del agro en la periferia del país y en negociar con inteligencia nuestros recursos naturales, fomentando el valor agregado.
12) El desarrollo con justicia social, como lo proclaman los padres de la Iglesia, debe ser la obsesión del conservatismo para elevar el nivel cultural y material de nuestro pueblo. Es preciso avanzar hacia una sociedad organizada en la que las energías nacionales se puedan orientar a un mismo objetivo. Dado que el individualismo egoísta y el nihilismo reinante en la política han impedido que se alcance el sueño del famoso político conservador y mártir de la causa Álvaro Gómez, de consagrar un pacto sobre lo fundamental. Pacto que en esta oportunidad tendría que ver con el objetivo de paz al que aspiramos llegar todos los colombianos, sea por la negociación o, en último caso, por cuenta del heroico esfuerzo de nuestras Fuerzas Armadas. Lo que llevaría a la creación de un nuevo orden y un gran impulso al desarrollo, que debe tener en el futuro como protagonista principal, y ojalá en pleno ejercicio del poder, al Partido Conservador, con la colaboración de las tendencias políticas afines.