Con la renuncia a Cambio Radical anunciada ayer por Rodrigo Lara, son cuatro los senadores que han abandonado las colectividades que les dieron aval para llegar al Congreso.
Antes de Lara, fueron los senadores Roy Barreras y Armando Benedetti los que se apartaron del Partido Social de Unidad Nacional (La U), en tanto que Jorge Enrique Robledo salió del Polo Democrático luego que un grupo de militantes de esa organización política lograra un acuerdo para escindirse y fundar el partido Dignidad; con Robledo también dejó el Polo el representante por Antioquia, Jorge Gómez.
Ayer, en sus redes sociales Lara dijo que “presentaré renuncia a Cambio Radical. Lo hago con respeto por mis colegas. Quiero contribuir en un proyecto de reformismo liberal socialdemócrata, que perfeccione nuestra democracia, la sane y nos permita enfrentar esta crisis desde el Estado de derecho y la separación de poderes”.
Aunque manifestó que "sería muy hipócrita que un actor político le diga que eso no pasa por su cabeza, sería muy mentiroso", respecto a si ha considerado buscar una candidatura presidencial, aclaró que por ahora esa posibilidad no está en el horizonte, como tampoco reelegirse en el Senado o aspirar a alguna Alcaldía o Gobernación.
Para cualquiera de esas opciones, anotó, es necesario "construir aquello que se va a representar, lo que se pretende llevar como modelo de gobierno y eso puede tomar meses o años. Si no me resulta, me dedicaré a mi familia y mis hijos, pero es la causa en la que yo creo".
Hace ya un mes, renunciaron Barreras y Benedetti; el primero señalando "diferencias ideológicas irreconciliables" con La U; el segundo recordando que desde 2006 ha dicho que se trata de “un partido que siempre estuvo en gestación, que nunca llegó a la niñez y mucho menos a la adolescencia”.
El caso de Robledo y Gómez es diferente; ambos, dentro del Polo, eran de la tendencia del MOIR, pero la escisión cobijó a militantes de otros sectores, dentro y fuera del partido, como es el caso del diputado Leonidas Gómez, quien es ahora presidente de Dignidad.
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¿Habrá más movimientos semejantes en el Congreso? Lara y Barreras integran la llamada bancada socialdemócrata, que en septiembre cuando anunció su existencia agrupaba también a Luis Fernando Velasco, Andrés Cristo, Horacio José Serpa y Guillermo García, del Partido Liberal; Temístocles Ortega, de Cambio Radical; Ritter López, Roosevelt Rodríguez y Germán Hoyos, de La U. Hasta la renuncia de Lara no se pensaba que los demás pudieran seguir el ejemplo de Barreras, pero ahora se ha abierto la posibilidad de que lo hagan.
Salvo el representante Gómez, no se sabe de ningún integrante de la Cámara que vaya a seguir el camino, aunque siempre se ha dicho que hay algunos que podrían acercarse a la bancada socialdemócrata.
Partidos
Por otra parte, con las renuncias de Lara, Benedetti y Barreras vuelve a ser tema de debate público la suerte que corren los legisladores cuando una u otra razón dejan de pertenecer a una bancada.
Al igual que sobre los procesos de escisión partidista, este uno de los muchos temas sobre los que existe un vacío jurídico que las sucesivas reformas políticas se han resistido a llenar.
Como lo publicó EL NUEVO SIGLO, el miércoles naufragó en la sesión conjunta de las comisiones primeras de Senado y Cámara un intento por regular la escisión de organizaciones partidistas.
Ese día fue negada por las comisiones la propuesta de introducir un artículo nuevo en el proyecto de reforma al Código Electoral, presentada en dos proposiciones, una del senador Barreras y otra de los representantes María José Pizarro y David Racero, de la Lista de la Decencia.
Las propuestas unificadas conminaban al Consejo Nacional Electoral (CNE) a inscribir en el registro de partidos, movimientos y agrupaciones políticas la escisión cuando la solicite como mínimo la cuarta parte de los congresistas electos por esa organización y la apruebe la mitad más uno de los legisladores de esa misma bancada. Se planteaba que, además de cumplir con lo ya previsto en las normas, el CNE debería constatar que la sumatoria de los votos obtenidos por los solicitantes en las elecciones inmediatamente anteriores sea igual o mayor al 3% de los votos válidos para el Senado, es decir que cómo mínimo pasaran el umbral.
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Tras explicar que “la escisión es que un grupo de personas sumando un número de votos se pueda ir y crear una nueva personaría jurídica”, Benedetti, coordinador de ponente, acusó a los legisladores de la Alianza Verde de hundir el artículo, señalando que estaban divididos en torno a la propuesta, lo que prueba, dijo, que “hay que buscar la escisión para que se vayan los que no quieren estar con ellos”.
Curules
Aunque hay quienes opinan que el congresista que renuncia a su partido debe entregarle la curul a la colectividad, los antecedentes van en otra dirección.
El primer caso involucra al propio Barreras, quien siendo representante por el Valle del Cauca fue expulsado de Cambio Radical el 1 de abril de 2009 cuando se enfrentó al jefe natural de la colectividad, el hoy exvicepresidente Germán Vargas Lleras, por cuenta de la posible postulación del entonces presidente Álvaro Uribe a un tercer mandato.
Otro caso es el de Camilo Romero, Luis Carlos Avellaneda y Jorge Eliécer Guevara, quienes fueron elegidos al Senado en 2010 en las listas del Polo, pero fueron expulsados en diciembre de 2011 acusados de impulsar en octubre de ese año los candidatos regionales del movimiento Progresistas, orientado por Gustavo Petro y con cuyo aval fue elegido entonces alcalde de Bogotá.
Todos los cuatro congresistas conservaron sus curules hasta el final del periodo para el que fueron elegidos, porque las acusaciones por doble militancia no prosperaron.
Con base en estos precedentes, en septiembre de 2015 la Sala de Consulta del Consejo de Estado le respondió al ministerio del Interior, con ponencia del magistrado William Zambrano, entre otras cosas que “la Constitución política y la ley no han previsto que los miembros de las corporaciones públicas de elección popular pierdan su curul como consecuencia de la expulsión de su partido o movimiento político”.
“Por tanto”, añadió, “por las razones expuestas en este concepto, ni el presidente ni la mesa directiva de la respectiva corporación pública pueden llamar a ocupar el cargo a otra persona”.
Si bien la consulta se hizo sobre congresistas expulsados y el caso de Lara, Benedetti y Barreras es de renuncia, el vacío legal es el mismo.
Al respecto, el alto tribunal señaló que “la Sala observa que ni la Constitución ni la ley -que han sido especialmente cuidadosas en regular las causas que producen la separación de un cargo de elección popular- han previsto expresamente esa consecuencia, pues no fue establecida ni en los artículos 107 (prohibición de doble militancia) y 108 (régimen disciplinario de los partidos) de la Constitución Política, ni en las leyes 974 de 2005 y 1475 de 2011”.
Un debate que se da sobre este tema es a quién pertenece cada curul, pero precisamente el vacío jurídico ha llevado a respuestas contradictorias.
Por ejemplo, en julio de 2014 la Sección Quinta del Consejo de Estado señaló que “no existe la menor duda que las curules en las corporaciones públicas de elección popular son conquistadas por las organizaciones políticas y que si bien las personas naturales que las ocupan cumplen un papel preponderante en esos logros electorales, ello no basta para señalar que son éstos y no aquéllas quienes tienen un derecho intangible frente a esos escaños”.
Sin embargo, casi un año antes (en junio) el Tribunal Superior de Cundinamarca sostuvo en otro caso que los ciudadanos que habían elegido a un senador “en ejercicio de su derecho a elegir y ser elegido, merecen la garantía jurídica de que su mandato expresado en el sufragio no será desconocido por una actuación que no esté rodeada de legalidad”.