En la conformación del Tribunal de la jurisdicción especial de paz que debe aplicar justicia a las Farc y otros partícipes en el conflicto, no deberían tener injerencia el Presidente de la República y el Congreso, consideró el exmagistrado Wilson Ruiz Orejuela, quien presidió el Consejo Superior de la Judicatura.
EL NUEVO SIGLO: ¿Qué opina de que el Papa intervenga en la postulación de los jueces de paz?
WILSON RUIZ OREJUELA: No podemos extrañarnos de que el papa Francisco sea quien postule o sea el que nombre magistrados. Tampoco podemos desconocer que se meta Naciones Unidas, y tampoco podemos echar de menos que una Corte Constitucional, un Consejo de Estado o una Corte Suprema de Justicia pueda elegir.
Digo esto porque en un momento determinado entre menos injerencia tenga el Presidente y el Congreso es mucho mejor porque van a actuar una cantidad de personas que tienen que ver con el conflicto armado. Entonces entre menos tenga injerencia el poder político y Ejecutivo, mejor.
ENS: ¿Pueden convivir la justicia transicional de La Habana y la justicia ordinaria del país?
WRO: Primero que todo en el posconflicto, que es lo que viene después del conflicto interno que ha vivido Colombia, necesariamente tenemos que bajar la estadística y el número de delitos que se han cometido, como los homicidios, o si no, no tendría ningún sentido el posconflicto. Qué es lo que me preocupa frente a una justicia transicional, que no contemos con unos jueces que estén realmente capacitados. Tenemos que fortalecer la justicia en Colombia necesariamente. La gente se está muriendo esperando justicia.
Lo otro, digo esto con mucho respeto, pero aquí muchos jueces aún no saben qué es justicia transicional, no saben qué es reparación integral, y resulta que estos jueces de justicia transicional tienen que tener el concepto de víctima de acuerdo al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y desde luego el Consejo de Estado colombiano, la Sección Tercera. Por qué, porque es cuando se habla de que aquí el victimario debe pasar a un segundo plano para darle cabida a la víctima que se le ha causado un daño.
Se deben tener en cuenta medidas de carácter simbólico, medidas de no repetición, reconocer a las víctimas y ofrecerles disculpas públicas, construir monumentos. Todo esto es la justicia transicional, hacer entender a estos jueces que se vienen, que van a ser 24 aproximadamente, que lo que importa es la víctima. Que así la persona no lo esté pidiendo, que ellos de oficio entren a reconocérselo porque es un valor supremo en derecho que tienen, porque es uno de sus derechos fundamentales.
Aquí lo que importa es la víctima, que eso es lo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos nos está dejando entrever.
ENS: ¿Cómo ha visto el desarrollo del plan de descongestión en que ha venido trabajando la justicia en los últimos años?
WRO: El país cuenta aproximadamente en toda la Rama Judicial con 25.500 integrantes en total, de los cuales 4.108, si mal no estoy, son jueces y magistrados. 20 mil y algo representan lo que son los empleados de la Rama Judicial.
Me parece que es insuficiente, el país cada día tiene más habitantes, y a mayor demanda debería tener mayor justicia, que es lo que no está pasando acá. El presupuesto de la Rama es insuficiente para atender tanto problema. Si hablo de una sola jurisdicción, por ejemplo la contenciosa administrativa: tiene más de 200 mil procesos en el país.
Es increíble, cada despacho de la Judicatura, de la cual hice parte, manejaba un promedio de 800 a 1.000 procesos. Proyectábamos 25 a 30 fallos semanales. O sea que en mi despacho fallábamos 115 a 120, a veces más.
Entonces realmente mientras no se le ponga la mano, mientras no coloquemos un mayor número de funcionarios en el país, creo que la Rama Judicial va con el fracaso.
Se habla de una justicia transicional, pero si no fortalecemos la justicia ordinaria en la cual tardan más de 20 o 30 años para poder fallar un caso, no estamos en nada. Y he dicho si no hay justicia, no podemos hablar de un acuerdo de paz en La Habana. Si no pensamos en las víctimas, tampoco podemos hablar de acuerdo porque ese es un eje fundamental de la sociedad colombiana.