Rodolfo Hernández: ascenso y ocaso político en 20 meses | El Nuevo Siglo
RODOLFO HERNÁNDEZ, protagonista de la política nacional en los dos últimos años. /Cortesía
Miércoles, 25 de Octubre de 2023

TAL VEZ el caso más singular en la política colombiana en las últimas décadas es Rodolfo Hernández, quien ha roto los esquemas de lo considerado políticamente correcto, por su forma desabrochada de ser y forma de decir las cosas sin importar las consecuencias. El año pasado sin tener reconocimiento nacional ni maquinaria, estuvo a punto de ser presidente, pero hoy, 15 meses después, ese repentino capital que alcanzó parece desmoronarse al no poder aspirar a la gobernación de Santander por una suspensión de la Procuraduría.

A pesar de que el Consejo Nacional Electoral anuló su inscripción a la gobernación, atendiendo que la Procuraduría General de la Nación lo sancionó por tres años para ocupar cargos públicos por acumular tres sanciones en 5 años, el ingeniero Hernández subió en las últimas horas un vídeo a su perfil en la red social ‘X’, haciendo un llamado a los santandereanos a no votar por los políticos corruptos que, dijo, se roban la plata, y los invitó a que marquen su nombre en el tarjetón.

Vale señalar que el nombre de Hernández, así como el de otros candidatos revocados, figura en el tarjetón porque fueron elaborados por la Registraduría Nacional antes de las decisiones en este sentido del Consejo Electoral. Sin embargo, el organismo prepara una circular en la que advierte a los jurados de mesa y las comisiones escrutadoras no contabilizar este domingo los votos a personas que aparezcan en el tarjetón, a pesar de haber sido revocada su inscripción.

 

El personaje

Rodolfo Hernández nació en el municipio de Piedecuesta, Santander, en 1945. Es ingeniero civil y es un próspero empresario en el sector de la construcción en Bucaramanga, donde tiene su firma.

Desde sus años mozos le picó el ‘bicho’ de la política y fue concejal de Piedecuesta en los periodos 1990-1992; 1992-1994; y 1994-1996, aunque en este último fue destituido por la Procuraduría Provincial de Bucaramanga.

En las elecciones de 2011 estuvo entre los financiadores de Luis Bohórquez, quien resultó ganador de la alcaldía de Bucaramanga.

En 2015, Hernández se lanzó a la Alcaldía de Bucaramanga por el movimiento Lógica, Ética y Estética, esgrimiendo un discurso contra la corrupción y los políticos, a quienes sin distinción los responsabiliza del derroche y el robo de los recursos públicos.

Desde ese momento, el ingeniero mostró en la idea de proyectar su carrera política la intención de marcar distancia con los partidos, con los políticos y no seguir las costumbres en la actividad, por ejemplo, de cómo se hacen las campañas en el país, pues no recibió donantes y la pagó con sus propios recursos.

Hernández logró hacerse elegir alcalde de Bucaramanga, con 77.272 votos (28,8%), para el periodo 2016-2019. Su mayor logró fue reducir el déficit fiscal de esta capital, que superaba los $ 236.000 millones, para lo cual entre otros practicó una política de austeridad.

Sin embargo, su paso por la alcaldía también fue polémico por su carácter y forma de decir las cosas. Fue sancionado tres veces por la Procuraduría, que son las que precisamente hoy le impiden aspirar a la gobernación de Santander.

Fue sancionado por pegarle en la cara al exconcejal John Claro; por llamar “lavaperros de la politiquería” a Fernando Martínez, veedor ciudadano; y por decirle corrupto a un funcionario de la Secretaría de Infraestructura.

También el entonces alcalde fue cuestionado por un contrato que buscó suscribir con la firma Vitalogic para implementar un moderno sistema de manejo de las basuras.

Por este hecho fue investigado por la Fiscalía y llamado a juicio en abril del 2022, cuando lo acusó por el delito de celebración indebida de contratos. En este caso su hijo, Luis Carlos Hernández, también fue acusado, pues tenía un contrato con Vitalogic por el cual se ganaría una jugosa comisión si la empresa ganaba dicho contrato.

 

La candidatura presidencial

Casi un año antes de las presidenciales Rodolfo Hernández estuvo entre los primeros en lanzarse, cuando no estaba en las cuentas de nadie y era poco conocido nacionalmente. Además, tenía más de 70 investigaciones disciplinarias en la Procuraduría y una penal en la Fiscalía por el caso Vitalogic.

Fiel a su estilo desparpajado dijo de entrada que quería ser presidente para derrotar “toda esa ladronera que está manejando el Gobierno”. En tanto anunció que su propuesta se enfocaba en no “robar, no mentir, no traicionar y cero impunidad”.

En las primeras encuestas en 2021, Rodolfo Hernández quedaba en la parte baja, pero con el pasar de los meses fue subiendo de manera sorpresiva. A finales de diciembre de ese año en el estudio de la firma Yanhass, figuraba tercero, después del voto en blanco y de Gustavo Petro, que encabezaba. Y por encima de políticos reconocidos como Sergio Fajardo, Alexander Char, Juan Manuel Galán y Oscar Iván Zuluaga.

Las consultas interpartidistas de marzo del 2022, pusieron las cosas un poco más en orden en materia de las candidaturas opcionadas a la presidencia, dejando a Petro como el representante de la izquierda y a Federico Gutiérrez como la carta de la derecha.

A pesar de que Rodolfo Hernández no participó en esas consultas y, como se dijo, no contaba con la maquinaria partidista, se mantuvo en las encuestas tercero a cierta distancia de Federico Gutiérrez.

Pero con el paso de cada encuesta, el dirigente santandereano se fue acercando amenazando la segunda posición que tenía Gutiérrez, cuando ya se sabía que habría necesidad de segunda vuelta porque Petro no alcanzaría el 51%.

Entonces nada parecía afectar la simpatía que el candidato Hernández despertó en el electorado ni siquiera sus polémicas cuando lo señalaron de machismo y misoginia, porque en varias oportunidades que se refirió a las mujeres dijo que su papel está "en las casas y no en los puestos de poder" ni su empecinamiento en no asistir a los debates que citaron medios ni su atípica campaña hecha por redes, y no en la plaza pública, que es lo que se estila.

La primera vuelta presidencial en mayo del 2022, mostró que lo de Rodolfo Hernández no era un espejismo, sino una realidad política, pues alcanzó segunda vuelta con 5.953.209 votos, junto con Gustavo Petro con 8.527.768 votos. De manera sorpresiva Gutiérrez se quedó afuera con 5.058. 010 sufragios.

Entonces, como era de esperar, los partidos y sectores políticos de derecha decidieron apoyar la candidatura de Rodolfo Hernández, buscando cerrarle el paso a Petro a la presidencia. También el electorado antipetrista se sumó a esa campaña. Y estuvo cerca de ganar, pues obtuvo 10.580.412 votos, contra los 11.281.013 sufragios del hoy mandatario.

Los contrastes

Por los resultados en las urnas en la segunda vuelta presidencial y el Estatuto de Oposición le correspondió a Rodolfo Hernández una curul en el Senado. Al principio, no se mostró interesado en ocuparla porque, dijo, no quería hacer oposición ni ser el jefe de ese sector, y que respaldaría el gobierno de Petro si era coherente. Finalmente, la aceptó, pero nunca se sintió a gusto en el Congreso. Así lo confesó en septiembre del año pasado, cuando anunció su renuncia. “Es como tener a Messi de portero”, dijo.

En ese momento, los analistas interpretaron de dos formas la decisión de Hernández: una que buscaba que su investigación por el caso Vitalogic no se quedara en la Corte Suprema y volviera a la Fiscalía y, la otra, que lo hacía para ir por la gobernación de Santander.

Finalmente, Hernández se lanzó a la gobernación de Santander, nuevamente con su discurso anticorrupción y su particular forma de hacer política. Sin embargo, en medio de la campaña, fue enterado de que le encontraron un cáncer. Ello no lo detuvo para que continuara en su brega por ser elegido, al tiempo que atendía su tema médico.

Pero ahora la decisión del Consejo Electoral parece frenar las intenciones de Rodolfo Hernández, poniendo un manto de duda sobre si volverá a la actividad política después de que cumpla la sanción de tres años o, con esto, quedará condenado al ostracismo.