Noción del voto de opinión es un poco mítica: Basset | El Nuevo Siglo
Yann Basset, profesor de ciencia política de la Universidad del Rosario.
Cortesía
Domingo, 27 de Marzo de 2022
Redacción Política

El voto de opinión es un botín no tan cuantioso pero que igual se pelean en las elecciones presidenciales los candidatos de centro, del progresismo y la derecha, el cual se interpreta que es depositado por el ciudadano orientado por sus convicciones y no por la influencia de los partidos y los políticos. 

Sin embargo, Yann Basset, académico de la Universidad del Rosario, considera que se ha mitificado el concepto del voto de opinión, considerando que es lo opuesto al de las maquinarias. Considera que no es así y que los separa una línea tan delgada que incluso se llegan a mezclar. 

EL NUEVO SIGLO: ¿En qué está el voto de opinión en el país?, ¿cómo cree que le fue en las pasadas elecciones parlamentarias y qué papel podría tener en las presidenciales?  

YANN BASSET: Para empezar diría que el voto de opinión es una simplificación; la idea del voto de opinión contra el voto de maquinaria es una cosa demasiado simple y en la realidad muchas veces las dos cosas se mezclan. 

El voto de opinión uno lo puede ver más para los proyectos políticos que tienen un sentido programático-ideológico más marcado, es decir, sea por un lado del Pacto Histórico o por el otro el Centro Democrático, por ejemplo, o en la Alianza Verde, por ejemplo.  

Mientras que tendríamos en los partidos tradicionales un voto que no es necesariamente, digamos, amarrado, pero que sí responde a redes organizacionales, particularmente en el voto rural, que tiene otra lógica. 

Otra vez, es una simplificación demasiado burda hablar de una oposición completa entre el voto de opinión y el voto de maquinaria. 

Y en cuanto a lo que va a pasar en la presidencial, ahí creo que también hay que tomar en cuenta que la lógica del voto legislativo y la lógica del voto presidencial es muy distinta. Empezando por el hecho de que no son siempre los mismos que votan en las dos elecciones. Por ejemplo, el voto de Bogotá suele ser mucho más importante para la presidencial que el voto para el Congreso. 

Al contrario, las elecciones más alejadas del centro político del país, como la costa Caribe, suele votar más al Congreso que a la presidencial. Entonces, son lógicas un poco distintas. 

Y, por otra parte, hay cosas que pueden parecer incompatibles o raras pero que tienen su lógica. Por ejemplo, en la costa Caribe hay muy poco voto para la izquierda en las legislativas, pero sí lo hay para la presidencial. Y a veces son las mismas personas las que votan por la izquierda a la Presidencia, pero que votaron por partidos tradicionales a las elecciones legislativas. 

Realmente son dos lógicas distintas y a veces no hay necesariamente una coherencia a nivel de partido político. Entonces es muy difícil prever en función de lo que pasó en las legislativas lo que puede pasar en las presidenciales. 



ENS: Teniendo en cuenta lo que dice, que no hay una clara diferenciación entre el voto de maquinaria y el voto de opinión, ¿es complicado saber cómo le fue a este último en las pasadas parlamentarias? 

YB: Otra vez, la delimitación del voto de opinión no es muy clara. Si entendemos por eso un voto urbano, cambiante, que se mueve en función de las encuestas o del ambiente, pero que es muy volátil y que cambia de elección a elección, pues creo que sí ha habido mucho de este voto esta vez y que lo hemos visto en el Centro Esperanza-Alianza Verde, que es un voto muy urbano, generalmente, y que no está atado a personas. 

Hemos visto como que aquí hubo una renovación muy fuerte en esta bancada, las personas cambiaron. Pero esto del voto de opinión como tal es una noción un poco mítica, diría. 

ENS: ¿Cree que en las presidenciales se manifestará con alguna importancia lo que llaman voto castigo o voto protesta? ¿O están tan marcadas las tendencias que la gente va a sufragar motivada por su candidato? 

YB: Creo que sí eso lo hubo hasta en las legislativas, creo que el voto del Pacto Histórico es en buena medida un voto en contra del Gobierno saliente y que la popularidad de Gustavo Petro cabalga en buena parte sobre esta impopularidad.  

Lo que es lógico, lo que pasa en cualquier democracia cuando el gobierno es impopular, hay una tendencia a la alternancia y al voto castigo hacia el Gobierno. 

ENS: Detengámonos en estas cifras: en las consultas de hace cuatro años votaron nueve millones de personas y la votación a la Presidencia fue de 20 millones; en tanto que en las consultas de este año sufragaron 12 millones de ciudadanos. Así las cosas, ¿cuántas personas cree votarían en los comicios de jefatura de Estado? 

YB: Las consultas pueden ayudarnos a indicar tendencias, pero efectivamente el voto de las consultas es muy inferior a la presidencial como tal. El voto de la consulta es de las personas más informadas, interesadas en política, que quieren pesar en la elección del candidato, pero no es el electorado total que va a movilizarse a la presidencial, pues ahí van a votar casi todos. 

Entonces la consulta, siendo voluntaria y siendo más para la gente militante, la gente simpatizante de un sector político particular, pues moviliza un público mucho más politizado, mucho más informado y es apenas una fracción efectivamente del voto que tendremos en la presidencial. 

ENS: ¿Podría intuirse el sentido del voto en las presidenciales según la franja de edad de la población? 

YB: Eso se puede hacer siguiendo las encuestas; es el único instrumento que tenemos, o tendríamos que hacer un estudio mesa por mesa tratando de diferenciar las mesas en los puestos de votación. Las primeras mesas generalmente es donde votan los mayores y las últimas donde votan los jóvenes, porque entra en orden de cédula, pero es un trabajo un poco difícil. 

Lo que podemos decir mirando las encuestas es que sí probablemente hay una tendencia a que los jóvenes vayan más por la izquierda y los mayores más por la derecha, lo que de hecho es una cosa bastante convencional y que se ve en muchísimas otras democracias. 

ENS: ¿Podemos hablar en Colombia de un voto inteligente, donde el elector, por encima de fijarse en el candidato, tenga en cuenta que sus propuestas le puedan beneficiar el bolsillo y su calidad de vida? 

YB: El voto programático, quiere decir, porque no estoy muy seguro de que el voto programático sea muy inteligente, en la medida en que hay que tener una gran fe en que los políticos van a cumplir con su programa para que sea realmente un voto inteligente. Y la verdad es que sabemos que no siempre es el caso, y a veces por buenas razones. 

De hecho, porque los políticos no saben el estado completo de las finanzas cuando hacen sus promesas y sus programas de campaña. 

Tampoco pueden anticipar totalmente la situación en la que estaremos cuando les tocará tomar las decisiones. Entonces a veces pueden tener la voluntad sincera de hacer las cosas, pero darse cuenta una vez que llegan al poder que se puede o que no sería responsable hacerlo. 

Entonces, los programas creo que hay que verlos más bien como una indicación de las orientaciones de las grandes tendencias que quieren desarrollar los candidatos, pero no tomarles como una especie de promesas firmes, y menos cuando los candidatos juran que lo van a hacer y ponen sus programas en notarías y esas cosas, que es un poco ridículo. 

Apunta a una segunda vuelta 

ENS: ¿Como están las cosas cree que las elecciones presidenciales se definirán en la primera vuelta o habrá necesidad de una segunda? 

YB: Me hubiera preguntado esto antes de las legislativas, le hubiera dicho con toda seguridad que es posible. Ahora, de pronto no es tan posible, porque como estamos en esta lógica de una elección a tres vueltas, como se ha dicho mucho, ya yendo a la primera vuelta estamos casi que en una lógica de segunda, es decir, una lógica en que el voto tiende a dividirse entre los dos principales candidatos: entre Gustavo Petro y Federico Gutiérrez, y en esta lógica no sería posible que uno termine ganando en la primera vuelta.