“No he tenido tiempo para sentir nostalgias” dado estar “trabajando como el primer día: a toda marcha”, manifiesta el procurador Fernando Carrillo, ante el cese de sus funciones el 16 de enero.
Para Carrillo, “la corrupción en Colombia es una pandemia que muta constantemente y genera sus propios anticuerpos”, por lo que consideró que “si algo justifica una reforma a la justicia es, precisamente, la erradicación de la corrupción, que ha llegado incluso a los mismos jueces”.
EL NUEVO SIGLO: Procurador, ¿cómo han sido estas últimas semanas de gestión como jefe del Ministerio Público?
FERNANDO CARRILLO: Estamos trabajando como el primer día: a toda marcha. No hemos descansado en nuestro empeño de defender los derechos humanos, luchar contra la corrupción, proteger la vida e impartir justicia.
En las últimas semanas hemos recorrido nuevamente el país, rindiéndoles cuentas a los colombianos en las regiones, para que tengan de primera mano los indicadores de una gestión que queda para la historia, en la que cumplimos nuestra palabra de trabajar con la Constitución en la mano, los pies en los territorios y el corazón al lado de las víctimas. Comenzamos a recorrer Colombia por el Chocó y San Andrés en 2017 y terminamos en San Andrés, Buenaventura y Quibdó en 2020.
ENS: ¿Cómo deja el tema de la corrupción en el país?
FC: La corrupción en Colombia es una pandemia que muta constantemente y genera sus propios anticuerpos. Erradicar la corrupción es tarea de varias generaciones de colombianos que deben superar la cultura de la ilegalidad que ha permeado todas las capas de la sociedad.
No se necesitan más leyes, sino aplicar las existentes. Hay que aplicar con rigor los códigos, decretar la muerte política de los corruptos y meterlos a la cárcel. Hay demasiada incredulidad y escepticismo de la gente en los avances en esa lucha porque cada escándalo es peor al anterior y los inescrupulosos no tienen límites.
Se necesitan más veedurías ciudadanas, más empoderamiento de los medios y más jueces decididos a aplicar justicia.
Si algo justifica una reforma a la justicia es, precisamente, la erradicación de la corrupción, que ha llegado incluso a los mismos jueces.
Corrupción
ENS: Eso parece puesto más en evidencia con la pandemia…
FC: La pandemia generó tanto caos que los corruptos pensaron, equivocadamente, que podrían burlar la acción de la justicia. Los hemos frenado con contundencia. La oportuna acción del Ministerio Público ha impedido que la impunidad reinara en los casos detectados y la corrupción fuera más dañina que la pandemia.
La lucha anticorrupción no ha estado en cuarentena y continúa a paso firme en todo el territorio. En este esfuerzo han sido fundamentales las veedurías ciudadanas y las denuncias de los medios de comunicación.
ENS: ¿Se va preocupado por este tema?
FC: A todo aquel que ame a Colombia, crea en la democracia y defienda el espíritu de la Constitución política debe dolerle la corrupción, porque es un fenómeno que causa más muertes que la guerra y es el alimento del descontento popular ante la inacción del Estado.
La corrupción es la causa mayor del escepticismo de la gente en la justicia, la democracia y el bienestar. Es, además, la excusa que alientan los populistas y autoritarios para acceder al poder y destrozar los países.
En nombre de la lucha contra la corrupción fue posible un Hugo Chávez, que terminó por enterrar la democracia en Venezuela. Así ocurrió en Perú, con Fujimori. Por eso, la lucha contra la corrupción es, en esencia, una acción política para proteger la democracia del asalto del populismo y el autoritarismo.
ENS: ¿Cuáles han sido las principales acciones que ha hecho en estos últimos meses?
FC: La lista es larga. Solo me centraré en dos temas principales: garantizar la salud de los colombianos, impulsando la decisión que haya garantía de un arribo pronto al país de la vacuna contra el covid-19; y vigilar que a nombre de la reactivación económica los corruptos no se quedaran con los bolsillos llenos y los colombianos desnudos. La noción de indemnizar a las víctimas de la corrupción es clave para ese propósito.
ENS: Estuvo en San Andrés. ¿Cómo va la reconstrucción luego del huracán?
FC: El huracán puso los ojos del país en el departamento de San Andrés Islas y Providencia. Lo que hemos descubierto es que el huracán de la corrupción ha sido más devastador que la furia de la naturaleza. Mientras un huracán golpea la isla por unas horas, la corrupción lleva décadas azotando las frágiles finanzas de ese departamento y condenando a la miseria y a la muerte a los isleños.
San Andrés Islas no puede seguir siendo el paraíso de los siete colores de los corruptos. Allí actuamos severamente contra varios mandatarios locales, pero pareciera que la corrupción sigue imperando.
Regiones
ENS: Los líderes sociales siguen siendo asesinados. ¿Qué hacer?
FC: No basta llorar ni contar cadáveres. Proteger la vida de los líderes sociales y defensores de derechos humanos debe unirnos a los colombianos y obligarnos a movilizarnos.
Necesitamos más presencia del Estado en los territorios. Se necesita más autoridad estatal en zonas dominadas por los violentos, asociados al narcotráfico, el despojo de tierras, la minería criminal y la deforestación. Para enfrentar ese fenómeno es importante una total coordinación de las agencias del Estado, para que actúen de manera oportuna ante las amenazas de los criminales. Es imperativo fortalecer el Sistema de Alertas Tempranas y cumplir sus recomendaciones. Las autoridades territoriales tienen mucho por hacer. Hemos insistido en que los planes departamentales de desarrollo deben tener un enfoque de derechos, con programas específicos de protección de los líderes sociales.
ENS: ¿Qué se puede hacer desde las regiones?
FC: Es necesario un plan de seguimiento, impulso y armonización de los diferentes instrumentos vigentes de prevención, protección y atención a los riesgos a la vida de los líderes y defensores de derechos humanos.
El asesinato sistemático de los líderes sociales mantiene encendidas las alarmas del Estado y la comunidad internacional, lo que hace urgente la presentación, por parte del Gobierno nacional, de una política pública de protección de los liderazgos sociales, así como de un plan de acción preventiva.
He llamado a una sistematización de las respuestas inmediatas a las amenazas, así como una mayor articulación del Gobierno nacional y las autoridades territoriales; y a diseñar un plan integral de prevención que priorice los planes departamentales de desarrollo, los consejos regionales de seguridad, el diseño de políticas públicas y la respuesta inmediata a las amenazas para prevenir los asesinatos.
La eficacia está en impedir el asesinato de los líderes sociales no en llegar a sus autopsias. Los gobiernos territoriales son esenciales en la implementación de los acuerdos de paz. No hay que olvidar que 2021 será un año fundamental para los derechos humanos y la paz, porque volverán a ser la columna vertebral de la agenda de cooperación bilateral con el gobierno entrante de Joe Biden, en Estados Unidos. Las alertas están encendidas.
Pandemia
ENS: ¿Qué balance se puede hacer de la gestión de la Procuraduría en estos meses de pandemia?
FC: Al concluir 2020 es necesario hacer un balance de lo actuado, desde el Ministerio Público, para contener y superar la pandemia. Desde su aparición en Colombia y luego de declaratoria de la emergencia sanitaria, la entidad ha estado presente en los territorios, defendiendo los derechos de la sociedad, garantizando el derecho a la salud y la vida.
Desde marzo de 2020 hemos vigilado la implementación de medidas para la prevención del contagio y la propagación de la enfermedad, la atención médica de los enfermos, la adopción y ejecución de programas de protección social indispensables para la salvaguardia de las personas con especial protección constitucional, y el amparo a las empresas afectadas. Hemos estado atentos al acceso de Colombia a la vacuna para garantizar la vida de todos los ciudadanos y seguimos muy preocupados por la precarización laboral de los médicos y demás profesionales de la salud.
ENS: ¿Cómo deja el tema?
FC: La pandemia de la covid-19 marcó nuestras vidas. Colombia y el mundo ya no serán los mismos. El día que escuchemos la esperada noticia de que podemos volver a la vida “normal”, aún tendremos que enfrentar las consecuencias de la crisis económica, social y sanitaria que nos acompañará por varios años.
Celebramos el anuncio del Gobierno nacional de la adquisición de 40 millones de vacunas, que esperamos sean repartidas de manera eficiente y lleguen rápidamente a las poblaciones más vulnerables.
La prioridad es garantizar muy pronto el acceso universal a la vacuna de manera gratuita. Es un asunto de supervivencia. También es prioritario que el sistema nacional de salud pública quede fortalecido después de esta crisis. A muy alto costo hemos aprendido la lección de que lo más importante es la salud y que los peores delincuentes son los que se han robado la plata de la salud y del bienestar de los colombianos. En eso con orgullo tenemos mucho para mostrar como Ministerio Publico.
ENS: Habla de prioridades y señala la salud, pero ¿cómo debe reflejarse eso en otros aspectos públicos?
FC: Hoy más que nunca es imperativo derrumbar la muralla de impunidad que ha protegido por años a los corruptos, que se amparan en las fallas de regulación, vigilancia y control de la justicia, la cultura de ilegalidad y la permisividad y tolerancia social. Necesitamos fortalecer la democracia, propendiendo por una sociedad menos tolerante al delito, la falta de transparencia, el abuso de poder y los corruptos. Ese ha sido nuestro objetivo en los últimos cuatro años.
Una sociedad más fuerte, vigilante y empoderada estará inmunizada contra la corrupción. Es la sociedad unida, vigilante, activa, movilizada, la que podrá vencer un fenómeno que debilita la democracia y las instituciones porque las corroe desde adentro.
Acuerdos
ENS: ¿Se requieren nuevos acuerdos?
FC: La pandemia nos obliga a pensar en un nuevo contrato social que interprete las evidentes realidades nacionales y mundiales.
En el mundo que está surgiendo de la pandemia hay que crear un nuevo modelo de democracia y una sociedad más transparente que venza el pesimismo y ejerza un distanciamiento total con la corrupción y le dé cero espacios para que se multiplique.
Si no se vence ese enemigo, la democracia estará en peligro y ello requiere un liderazgo que tenga claro que hay que extinguirles los bienes a los corruptos y decretarles la muerte política. Para ellos no puede haber respiradores artificiales, porque el que terminará en la UCI será el Estado de Derecho.
ENS: ¿Qué llamado hace al Gobierno?
FC: Quienes desde el Estado exigimos mejoras en el sistema nacional de salud no somos opositores ni enemigos del Gobierno, sino funcionarios preocupados por el bienestar de la sociedad. Muchos en el Gobierno deberían vacunarse contra la intolerancia y aceptar las llamadas de los órganos de control como parte del equilibrio de poder en que se sustenta la democracia. Hay que acelerar el paso para impedir más muertes. La pandemia sigue viva y el horizonte no es muy claro.
ENS: ¿Qué encontrará la procuradora Cabello el 16 de enero?
FC: La doctora Margarita Cabello encontrará una Procuraduría más moderna, eficiente, fortalecida y conectada con la ciudadanía, que en los últimos cuatro años ha elevado la capacidad y calidad de sus funcionarios. La Procuraduría es una entidad de puertas abiertas, querida por los colombianos, con una agenda de trabajo a favor de la transparencia, la defensa de los derechos humanos y la justicia.
Estoy seguro de que ella le pondrá su propio sello a la entidad, haciendo realidad el viejo adagio de construir sobre lo construido. Es un Ministerio Público hoy potenciado por la digitalidad y nuevas herramientas de tecnología de punta.
ENS: ¿Se va con nostalgia? ¿Le quedaron faltando cosas por hacer o se va satisfecho?
FC: Aún me quedan varios días de gestión. Trabajaré con tenacidad hasta el último momento.
Aún no he tenido tiempo para sentir nostalgias. En un país tan complejo la realidad nos exige cada día redoblar esfuerzos para demostrar que sí es posible cambiar esta realidad que más que polarización y extremismo, necesita con urgencia es diálogo social y consensos.
La revancha de 2021 frente al 2020 debe ser en ese marco: buscar convergencias para enfrentar un año de mucha conflictividad en diferentes frentes, que va a exigir grandes acuerdos nacionales en lugar de prematuras candidaturas presidenciales.