Diez meses y tres semanas. Ese es el tiempo que falta para las elecciones parlamentarias del 13 de marzo de 2022, la misma fecha en que se realizarán las consultas interpartidistas de las coaliciones para escoger su candidato presidencial.
La cuenta regresiva se está agotando rápidamente y si bien la pandemia del covid-19 actúa como una especie de ‘freno de mano’ de la actividad proselitista, el partidor de las aspiraciones a la sucesión de Iván Duque ya suma más de cuarenta nombres de distintos partidos y movimientos políticos.
A ello hay que sumar que faltan varios pesos pesados por lanzarse al agua. Por ejemplo, no se sabe aún si el exministro Óscar Iván Zuluaga, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez o el propio Germán Vargas Lleras se postularán… De hecho, el partido que llevó a Iván Duque al poder no tiene todavía aspirante oficial, en tanto que resulta claro que Gustavo Petro y Sergio Fajardo encabezarán coaliciones de izquierda y centro.
Es evidente, igualmente, que la confirmación de alguno de los pesos pesados ya mencionados o de otro aún tras bambalinas removería el tempranero ajedrez de preferencias que hoy se refleja en las encuestas. Si bien algunos de esos nombres ya son contabilizados en los sondeos, medirlos con candidatos que están en campaña, armando coaliciones, definiendo programas y hablando a diario abiertamente sobre sus aspiraciones políticas, resulta sin duda un factor distorsionador.
Petro al frente
¿Qué reflejan los sondeos hoy? Que Petro está al frente en lo que respecta a lo que pasaría en la primera vuelta (mayo 2022). Ninguno de los nombres que están en el partidor -oficializados o no- le ganan en preferencias. Enfrentado a la larga lista de posibles precandidatos del uribismo, la vice Ramírez (que tiene menos de cuatro semanas para renunciar y no inhabilitarse), Fajardo y otros nombres, el senador de Colombia Humana lleva la delantera.
No deja de llamar la atención este liderazgo de Petro si se tiene en cuenta que en lo corrido de 2021 semana tras semana ha estado en el ‘caldero’ de la opinión pública, ya sea por haber viajado al exterior en plena pandemia y contagiarse de covid; o por los continuos altibajos en sus distintos procesos ante la justicia; o incluso por cazar pelear políticas a diario con el uribismo y otros sectores de centro e izquierda.
De hecho, contrario a quienes sostienen que tanta exposición mediática desgasta, a Petro parece que estar en el ring político todos los días, polemizando y recalcando sus tesis confrontacionales, le favorece. Incluso, no faltan los analistas que consideran que desde sectores políticos, económicos, sociales y hasta de la prensa afín a la centroderecha hay una estratégica intención de fortalecer la imagen de este senador, haciéndolo ver como el candidato más fuerte a vencer, ya que por esa vía se polariza el ambiente público, llevando, finalmente, a que se imponga un pulso entre izquierda y derecha, que anule la opción centrista de Fajardo. Esta tesis toma más cuerpo tras lo ocurrido en los comicios presidenciales de Ecuador, en donde este pulso fue la clave, e igual parece que pasará en la segunda vuelta peruana.
Sin embargo, si bien Petro, de acuerdo a las encuestas, es el candidato más fuerte en los escenarios de primera vuelta, de cara a las proyecciones y llaves de la segunda pierde o reduce sustancialmente su ventaja. Incluso se da la paradoja de que a nombres a los que les gana fácilmente en escenarios de primera vuelta, ya enfrentados en la segunda y decisiva las distancias se reducen ostensiblemente.
De hecho, en uno de los sondeos recientes, en el formato de llaves, pierde ante Fajardo. Ello bien se puede traducir en que el antipetrismo continúa siendo muy fuerte, pero su escenario natural es la segunda vuelta, al punto de poder cerrarle la puerta de la Casa de Nariño otra vez.
¿Y Fajardo?
Este último, al decir de algunos analistas, ya no aparece tan fuerte como en las encuestas del año pasado, en la mayoría de las cuales iba adelante.
¿Por qué? Varias pueden ser las causas: el desgaste por una mayor exposición mediática y de contrapunteo político diario; el proceso penal que le acaba de abrir la Fiscalía, que tiene un efecto sobre su imagen y discurso anticorrupción; su negativa a una alianza de centroizquierda que incluya a Petro; e incluso la propia ambigüedad de sus propuestas de país cuando la opinión pública está esperando ideas concretas y de impacto para enfrentar la crisis e incertidumbre derivadas de la pandemia…
De hecho, resulta indicativo de la necesidad que tiene Fajardo de retomar la iniciativa el que nombres como los del exsenador Juan Manuel Galán o el propio Humberto de la Calle, e incluso el senador Jorge Enrique Robledo, aparezcan en las encuestas con porcentajes interesantes, pese a que es sabido que esa coalición de centro o de la “esperanza” tiene al exgobernador antioqueño como la carta fuerte.
La otra orilla
Como se dijo, si bien en la llamada centroderecha hay más de diez nombres de posibles candidatos o precandidatos, todavía no asoma una posible coalición parecida a la que llevó a Duque a la Presidencia.
El nombre que más pelea le da a Petro y Fajardo en las encuestas (sobre todo en escenarios de segunda vuelta) es el de Ramírez, lo que resulta lógico pues no solo tiene dos campañas presidenciales a bordo, sino que desde 2018 se da por seguro que aspirará en 2022.
Paradójicamente mientras algunos analistas consideran que los porcentajes de la hoy Vice son muy bajos, otros señalan que para no estar en campaña abierta como los dos excandidatos ya mencionados, está bien ranqueada. La incógnita alrededor de su nombre se despejará en menos de un mes.
En las toldas uribistas, el panorama es aún más complejo. Aunque hay varios nombres de senadores ya lanzados, en las encuestas los que marcan son otros que se mantienen al margen de la precampaña: Zuluaga (exministro y excandidato presidencial de 2014) y Tomás Uribe (hijo del expresidente y jefe natural de la colectividad).
En la mayoría de los sondeos ninguno de ellos le gana a Petro, Fajardo y casi que ni a Ramírez. Sin embargo, en las toldas del Centro Democrático se afirma que todo cambiará cuando se escoja candidato único y Uribe haga el guiño. De hecho traen a colación que en 2017 las encuestas tenían a Vargas, Petro y Fajardo liderando, pero el presidente fue Duque, con una campaña corta de cinco meses, ganando consulta, primera vuelta y segunda en línea y con récords de votación.
“A once meses de las urnas en 2017 también decían que no teníamos candidato y vea lo que pasó”, recuerda un dirigente uribista. Sin embargo, algunos observadores replican que sin tener ya mayor eco la bandera de oposición al proceso de paz y con un Uribe debilitado por los pleitos judiciales, el escenario es muy distinto al de cuatro años atrás.
Por otra parte, todavía resulta una incógnita cuál será el juego de los exalcaldes Alejandro Char, Enrique Peñalosa y Federico Gutiérrez, quienes más allá de los acercamientos recientes, han empezado a posicionarse en las encuestas con porcentajes bajos pero crecientes. Igual ocurre con la directora única de La U, Dilian Francisca Toro. A hoy no es claro si armarán una coalición aparte a la que encabece el uribismo o se integrarán a ella.
Es más, como una forma de replicar a quienes dicen que la izquierda y la centroizquierda pasarán a la segunda vuelta, se suelen sumar los porcentajes de los aspirantes de la centroderecha en las encuestas (en el escenario de todos contra todos). Si bien se trata de un mero ejercicio matemático, deja a este bloque, mínimo, como segundo, detrás de Petro y por encima de Fajardo.
Como se ve, a diez meses y tres semanas de las urnas, el ajedrez proselitista si bien ya registra algunas movidas importantes, todavía no arranca una partida en firme porque faltan varias fichas clave en el tablero.