“El destino de un país no se puede escribir en las leyes sin tener el conocimiento y el interés puesto en el bien común”, solía repetir el desaparecido senador conservador Eduardo Enríquez Maya. Esta es una breve semblanza en palabras de su hijo, Eduardo Enríquez Caicedo.
EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo recordar a su padre y qué ejemplo dejó para Colombia?
EDUARDO ENRÍQUEZ CAICEDO: Me llena de orgullo decir que mi padre fue un hombre a quien se recordará con inmensa alegría y admiración. La familia lo recuerda como esposo ejemplar, padre y abuelo entregado y amoroso. Sus amigos lo veían como un hermano.
Sus discípulos y las generaciones de abogados por venir lo recordarán como el maestro que les enseñó a amar al Derecho y el autor de un importante número de reformas legales y constitucionales que han trazado el destino del país. Y el departamento de Nariño recordará a mi padre como un hijo orgulloso y defensor a ultranza de su tierra.
ENS: ¿Qué dejó para el Congreso?
EEC: Creo que en los pasillos del Congreso y del Capitolio seguirá resonando por siempre la voz de mi padre pidiendo seriedad, respeto y sensatez a la hora de legislar. Por algo se ganó el título de ‘El Decano del Congreso’. Para mi padre la labor legislativa era algo de sumo respeto y cuidado. “Les recuerdo que estamos legislando” solía repetirles a sus colegas como llamándoles la atención que el destino de un país no se puede escribir en las leyes sin tener el conocimiento y el interés puesto en el bien común.
Mi padre dejó al Congreso y a Colombia un récord inigualable: 11 leyes y 7 actos legislativos de su autoría que aún están vigentes.
ENS: ¿Cuál era su mayor preocupación?
EEC: En general, su mayor preocupación era su tierra, Nariño. Trabajó sin descanso siempre por ganar el respeto y apoyo que los nariñenses nos merecemos. Por eso impulsó muchas obras en beneficio de varios municipios: la Plaza de los Carnavales de Pasto, el acueducto y el polideportivo de Samaniego; la carretera Pilcuán a Iles, la sede de esa Alcaldía, el palacio municipal de Funes, el palacio municipal de Buesaco, etc.
Fue cofundador de la Universidad de Libre Aprendizaje, un método de enseñanza con profesores y alumnos voluntarios, guiados solamente por la capacidad de enseñar y el deseo de adquirir conocimientos en distintas áreas del universo del saber.
ENS: Su padre fue un gran jurista…
EEC: Así es, lo desvelaba pensar en el acceso de todos los colombianos a una justicia eficiente, que un colombiano tuviera que pasar años y décadas esperando a que la justicia decidiera sobre sus derechos. Por eso trabajó con ahínco en importantes reformas al sistema judicial colombiano, por ejemplo, cuando integró la Comisión Constitucional para la redacción del Código de Procedimiento Penal que consagró el Sistema Penal Oral Acusatorio en Colombia.
ENS: ¿Se fue de improviso, o tuvo algún presentimiento?
EEC: No, siempre tuvimos el convencimiento y fe puestos en que mi papá se iba a recuperar. Esta tragedia nos sorprendió de forma muy inesperada. El virus golpeó la salud de mi papá muy agresivamente. Él dio la pelea hasta el último momento y sus médicos hicieron todo lo que estuvo a su alcance, pero sus pulmones se vieron muy afectados y la infección avanzó rápidamente.
ENS: ¿Cómo vivió su padre esta pandemia?
ECC: Con positivismo y mucha responsabilidad. Repetía a su familia, amigos y cercanos que no podíamos vivir con miedo, que había que vencer la zozobra. Mi papá aprovechó la pandemia para pasar más tiempo con su familia, para estudiar y escribir más y para descansar un poco. Lo único que lograba impacientarlo era no poder recorrer el país para estar cerca de sus amigos y seguidores, hablar en una tienda de pueblo de los problemas de la gente y compartir un café con pan y queso en una cafetería con sus amigos del alma.
ENS: ¿Qué decirles a los colombianos que no creen aún en el virus?
ECC: Que el dolor que mi familia y muchas otras sienten hoy le puede tocar a cualquiera. Esta enfermedad ha puesto a prueba la esencia humana y su capacidad de solidaridad. No superaremos este virus hasta que todos, sin excepción, lo tomemos en serio y nos cuidemos.
Foto: Eduardo Enríquez Caicedo recuerda a su padre, el fallecido senador Eduardo Enríquez Maya como un hombre de extracción humilde que se forjó a pulso para servirle a su patria.