Pico della Miandola subraya que no se puede juzgar o amar lo que no se conoce. Nueva entrega de la alianza entre la Procuraduría General y EL NUEVO SIGLO
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En Discurso sobre la dignidad del hombre, Giovanni Pico della Mirandola determinó al hombre por su capacidad de interpretar, gracias al vínculo entre la agudeza de los sentidos, el poder indagador de la razón y la luz del intelecto, que permite elegir preferencias y hacer de sí una obra de arte: “No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo, te informases y plasmases en la obra que prefirieses”.
La ética no tenía que ver con elegir entre el bien y el mal, sino con la libre elección que nos concede cambiar, variar y devenir otro, para convertirnos en nuestros artífices, según lo que queramos, y acorde con el deber de cuidado a la hora de actuar.
Pico subraya que no se puede juzgar o amar lo que no se conoce, y de ahí la importancia de la educación, por una purificación de la ignorancia y el vicio “para que los afectos no se desencadenen ni la razón delire”.
Pico no predicaba un ascenso al cielo del intelecto sino, conforme a la escalera de Jacob, refrenar el ímpetu de las pasiones, a la luz del divino furore que nos eleva, contra el odio y la oscuridad. Apartarse del velo de las imágenes y refrenar los ímpetus de las pasiones buscaba tranquilizar la discordia que se anida en nosotros, para desear la seguridad de una “paz perpetua”. Convertirse en artífice de sí, acorde con la regla: “nada en exceso” … y la discusión favorable a la verdad, redundaba en un interés social. En la ética antigua, hace falta decidirse por lo más importante.
La razón práctica
A partir de Kant se acentúa la razón práctica. Según Alan Badiou, en La ética: “Se trata de las relaciones de la acción subjetiva, y de sus intenciones representables, con una Ley universal. La ética es un principio para el juzgamiento de las prácticas de un Sujeto, sea este sujeto individual o colectivo”. En adelante, se enfatiza en el juicio, por sobre la decisión, de cara a la acción:
“En verdad ética designa hoy un principio de relación con ‘lo que pasa’, una vaga regulación de nuestro comentario sobre las situaciones históricas (ética de los derechos del hombre), las situaciones técnico-científicas (ética de lo viviente, bio-ética), las situaciones sociales (ética del ser-en-conjunto), las situaciones referidas a los medios (ética de la comunicación), etcétera”.
Las instituciones, las comisiones y comités de ética normalizan las opiniones en el ejercicio profesional, y conforman la ética pública, en la que alternan políticas de emancipación colectiva y virtudes liberales.
Hacia finales de los 60’s, expresiones de insatisfacción ante el orden cuestionaron al sujeto como concepto cultural construido por leyes contingentes del lenguaje y del deseo moralizado, a desestructurar. Se abrió la discusión, y el hombre se distinguió por su persistencia incluso como víctima. Para Badiou, los derechos del hombre tienen un carácter vitalista ante la muerte y el sufrimiento, reducidos a lo biológico, por lo que hace falta pensar la singularidad de las acciones: “Así, el médico adherido a la ideología ‘ética’ meditará en reuniones y en comisiones toda clase de consideraciones sobre los “enfermos” concebidos exactamente al modo en que lo es para el partidario de los derechos humanos, la multitud indistinta de víctimas: totalidad ‘humana’ de reales subhombres. Pero el mismo médico no tendrá ningún inconveniente en que esta persona no sea atendida en el hospital, con todos los medios necesarios, porque no tiene sus papeles o no está matriculado en la Seguridad social”.
Por sobre la responsabilidad colectiva prima la atención del otro en su situación, en cuanto la demanda desborda la gestión pública. Se requiere un pensamiento afirmativo en situaciones singulares; una ética del otro y la diferencia que no homogenice los criterios; y que el pensamiento de la identidad, de lo mismo y de la objetividad de las regularidades no capta en lo más mínimo; sin que la ética se convierta en un tipo de discurso piadoso, en el mero consenso, o se la reduzca a la justicia distributiva y al derecho.
Condiciones
La ética exige reserva, no ante las pasiones o las imágenes, sino ante la totalidad y la verdad que se impone, en la figura de lo deseable o lo mejor, en relación con las preferencias que constituyen nuestro bienestar. Según Richard Brandt, en Teoría ética, tiene que ver con la aprobación de actitudes que valoran elecciones, aparte del placer resultante: “El hedonista ético no niega en ningún momento que otras cosas, además de las placenteras, sean deseables; por supuesto que admite que las cosas no placenteras pueden ser deseables por otras razones y que las placenteras pueden ser indeseables”.
La ética evalúa estrategias conducentes a maximizar una felicidad singular y el bienestar público, aunque no resulta fácil hallar razones que se antepongan a las carencias del egoísta, a no ser, en la acción, obligados a negociar los principios morales, para regular nuestra cooperación, y evaluar nuestras prácticas e instituciones, ante la insuficiencia de la propia decisión. Según Gauthier, “Sin abandonar el objetivo de que le vaya lo mejor posible, cada uno de nosotros debe reconocer que trasladar directamente este objetivo a un principio de decisión es contraproducente. La moralidad de la cooperación condicional traslada correctamente el objetivo del egoísta a la acción”. Distanciados de la libertad por la decisión, la inteligencia emocional como orientadora de la acción anula la ética, como se pude ver en J. Vallverdú, en Una ética de las emociones: “Una ética de las emociones, al ser éstas organizadoras de la acción, exige la redefinición de las propias acciones y de la organización social. De hecho, exige una simplificación de la vida social, incluso del espíritu, adaptada a las emociones básicas. El detalle, desarrollo y precisión del espíritu conducen únicamente a la infelicidad”.
Hemos descendido la escala, sin contacto alguno con la intuición intelectual de Pico.
* Asesor IEMP, Procuraduría General. PhD. Humanidades. Universidad Carlos III.