Tras el escándalo por la filtración de las críticas del Embajador colombiano al Departamento de Estado, esta semana se reunirá con el presidente Duque en Bogotá
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La permanencia de Francisco Santos en la Embajada de Colombia en Estados Unidos se empezará a definir la próxima semana, en el marco de una reunión entre el titular de la principal delegación diplomática del país y el presidente Iván Duque.
Si bien es cierto que tratándose de la relación con el más importante aliado geopolítico de Bogotá cualquier encuentro entre el Embajador ante la Casa Blanca y el Jefe de Estado es todo menos rutinario, la reunión de los próximos días será particularmente crucial. Y no solo porque el propio Duque fue quien le ordenó esta semana a Santos viajar urgentemente de Washington a Bogotá para una conversación a puerta cerrada en la Casa de Nariño, sino por el tema a debatir. Nada menos y nada más que la crisis política y diplomática generada a partir de la revelación del contenido de una charla confidencial entre Santos y la entrante canciller Claudia Blum, en la que, entre otras cosas, el primero critica al Departamento de Estado norteamericano y descalifica, de paso, el trabajo de su anterior jefe, el entonces canciller Carlos Holmes Trujillo, así como el del exministro de Defensa, Guillermo Botero.
“Aquí, el Departamento de Estado, que era importantísimo, está destruido. No existe, no existe”, le aseveró el hoy Embajador a Blum. Es más, hasta comparó a esa entidad con una ONG.
Agregó que “Trump puso a Tillerson y Tillerson le salió con un chorro de babas. Hace 10 años yo venía acá. Yo venía mucho a Estados Unidos, mucho porque yo era el que manejaba Derechos Humanos… Entonces yo llegaba al Departamento de Estado y uno sabía cómo funcionaba eso, pero la entrada era siempre al Departamento de Estado. Uno sabía que esto era predecible, que esto iba así. Hoy en día eso se acabó…”.
Implicaciones
En medio de las incidencias del paro que se registró en Colombia el jueves pasado, cuyos coletazos se extendieron al viernes e incluso al sábado, la repercusión del impase diplomático generado por las afirmaciones de Santos y Blum pasó a un segundo plano del foco mediático local. Pero tanto a nivel de la Casa Blanca como del propio Departamento de Estado no habría sido así. Por el contrario, varios medios de comunicación dieron cuenta de la molestia del gobierno del presidente Donald Trump, e incluso se dijo que habría sido transmitida oficial pero privadamente al más alto nivel de la Casa de Nariño. También se indicó que en Washington se estaría muy pendiente de la decisión que finalmente tome Duque respecto a lo dicho por Santos.
Es más, en círculos políticos muy cercanos a la Casa de Nariño se asegura que no está descartado que, una vez se analice el tema a profundidad con el presidente Duque, Santos pueda terminar dando un paso al costado si cree que su permanencia en la Embajada llega a dificultar la siempre delicada marcha de las relaciones entre Bogotá y Washington.
Aunque el propio Santos, en declaraciones radiales esta semana, descartó que vaya a renunciar, admitió, como es apenas obvio, que todo depende de lo que Duque disponga. Lo cierto es que no pocos analistas advierten que el Embajador, desde que fue Vicepresidente de Álvaro Uribe, conoce muy bien la alta susceptibilidad de los círculos de poder estadounidenses y su bajo margen de tolerancia a las críticas, más ahora en el gobierno Trump.
Es más, hay un antecedente muy reciente al respecto. En julio pasado la prensa londinense reveló el contenido de unos reportes diplomáticos confidenciales del embajador del Reino Unido en Washington, Kim Darroch. En su comunicación a la Cancillería del gobierno de Theresa May, el veterano diplomático describía al presidente Trump y a su administración como "ineptos" y "excepcionalmente disfuncionales". Agregó que la presidencia de Trump podría "estrellarse e incendiarse" y "terminar en desgracia".
Aunque May trató de defender a Darroch, la molestia del Departamento de Estado y las fuertes críticas de Trump, que incluso catalogó de “estúpido” al embajador y lo vetó, hicieron insostenible al diplomático, que terminó renunciando apenas tres días después de la filtración periodística.
Darroch dimitió, afirmando que "la situación actual me impide cumplir con mi función como lo desearía… En estas circunstancias, el camino responsable a seguir es permitir el nombramiento de un nuevo embajador”.
¿Si esto pasó con el que es considerado el principal socio de Estados Unidos en la Unión Europea, habrá alguna diferencia con Colombia, que se supone es el principal socio de la Casa Blanca en Latinoamérica?
¿Entonces?
Como se ve, la permanencia de Santos en el cargo puede ser incierta y él, que conoce muy bien el medio estadounidense, lo sabe.
Claro, debe establecerse cómo fue posible que una conversación privada de dos altos funcionarios de un gobierno extranjero, en un reservado de un hotel en Washington, pudo ser grabada y por quién. Esto es fundamental, con base en la Convención Diplomática de Viena. Y, claro, también debe establecerse si se trató de un acto típico de espionaje o si fue un hecho fortuito que, luego, al conocerse el contenido de la conversación, dio pie para que se filtrara el audio y generara el escándalo político y diplomático.
Sin embargo, todo ello ha sido opacado de algún modo por el contenido de la grabación ilegal. Como se dijo, según algunos medios, la Casa Blanca habría transmitido a la Casa de Nariño su molestia por lo sucedido, más allá de que se trate de opiniones personales emitidas por el diplomático en el marco de la que, se suponía, era una charla confidencial con la entrante Canciller, es decir su nueva jefa. Y que, desde luego, tiene el picante y las apreciaciones conocidas a partir de una charla informal.
No se sabe, de otra parte, si el gobierno colombiano, a través de los Estados Unidos, ya tiene información sobre cómo pudo adelantarse la grabación al embajador Santos en Washington. Y también puede ser posible que con unas disculpas al Departamento de Estado por lo dicho en la conversación sea posible que el embajador continúe en su cargo. No es fácil, ciertamente, sustentar cualquier decisión en una grabación ilegal.
Como se sabe, Colombia tiene pendientes con la Casa Blanca muchos temas clave, no solo relacionados con la crucial guerra antidroga, sino con otros asuntos no menos importantes como el eje de presión internacional contra Venezuela, la profundización del intercambio comercial o la postura frente a la implementación del acuerdo de paz con las Farc… En fin, se trata de una agenda que, aunque narcotizada, es muy amplia y estratégica para el gobierno Duque en muchos flancos. Una agenda en la que el embajador Santos ha sido particularmente activo.
En ese orden de ideas, la reunión esta semana entre Duque y Santos se centrará, primordialmente, en cuál será el impacto de lo sucedido en las relaciones con el gobierno Trump.