Algunos de los que analizan el asalto del M-19 al Palacio de Justicia en noviembre de 1985 y la consiguiente operación militar para restablecer el orden, durante el gobierno de Belisario Betancur, suelen ignorar de manera deliberada o ligera que en ese momento regía en Colombia la Constitución de 1886. Así que el deber del Primer Magistrado era ordenar a las tropas que defendieran la institución y liberaran a los magistrados y civiles atrapados por el grupo armado. En tales circunstancias se debía obrar de inmediato y evitar más eventuales ataques contra el Estado y la sociedad civil en Bogotá y en otras ciudades. Se sabía que se quería utilizar a los respetables togados, de los más eminentes entre los que han llegado a la Corte Suprema, como escudos para negociar con el Gobierno, bajo la amenaza de fusilarlos uno a uno y, en caso extremo, provocar la renuncia del Jefe de Estado y llevarlo a un juicio popular.
La Constitución vigente establecía en el artículo 120 que el Presidente de la República no solamente podía “Disponer de la fuerza pública y conferir grados militares con las restricciones estatuidas en el inciso 5°. del Artículo 98, y con las formalidades de la ley que regule el ejercicio de esta facultad”, sino que era su obligación conservar en todo el territorio el orden público y restablecerlo donde fuere turbado. Y, dado el caso, “Dirigir, cuando lo estime conveniente, las operaciones de la guerra como jefe de los Ejércitos de la República”.
De esta forma, el presidente Belisario Betancur, de no cumplir el deber de defender el orden, según el tenor de la misma Carta del 86, habría sido acusado en el Congreso, el cual, de considerarlo comprometido en el abandono de sus funciones o negligencia, habría podido disponer que fuese juzgado por el más alto tribunal de justicia de Colombia. En este caso específico, como lo determinaron los tribunales en su hora y es cosa juzgada, por sustracción de materia el jefe máximo de las Fuerzas Militares “no determinó la forma o manejos por rescates” ni los consiguientes traslados que pudieron dar origen a delitos posteriores.
c��re����[�amada “sociedad civil”.
Como miscelánea
El senador del Centro Democrático, Ernesto Macías, calificó su vida como una “miscelánea”, porque ha sido de todo: concejal de Garzón, Huila, secretario de Gobierno, director de medio de comunicación, columnista y ahora congresista. Pero señaló que su gran pasión es ver los partidos de futbol y el ciclismo.