La campaña presidencial para 2022 amenaza con atomizar a la Alianza Verde. Esta ya es una realidad difícil de negar en medio de los movimientos que se han dado en las últimas semanas en ese partido, sobre todo ahora que los senadores y representantes a la Cámara, así como los candidatos a la Casa de Nariño empiezan a definir su estrategia.
A hoy parecen asomar no una, ni dos, tampoco tres sino hasta cuatro corrientes en las toldas verdes.
De un lado, es evidente que hay una franja que propende porque el partido avance rápidamente hacia una llave con el candidato presidencial Sergio Fajardo, quien sin duda se ha erigido como el aspirante más fuerte de la llamada Coalición de la Esperanza, de la que también hacen parte nombres como los de Juan Manuel Galán, Jorge Enrique Robledo, Juan Fernando Cristo y Humberto de la Calle.
De hecho, el pulso entre los fajardistas, como la senadora Angélica Lozano, y otros sectores del partido es lo que llevó a que meses atrás la Alianza Verde fuera ‘suspendida’ de la Coalición de la Esperanza.
La segunda corriente visible en los verdes es, precisamente, la de aquellos dirigentes que son partidarios de que se produzca una alianza con Gustavo Petro antes de la primera vuelta, con el fin de que se pueda generar una gran coalición de centro-izquierda que permita aumentar sus posibilidades de llegar a la Casa de Nariño.
Ese cisma al interior de los verdes ya llevó incluso a que semanas atrás la senadora Lozano planteara la posibilidad de una escisión partidista, propuesta que no ha pasado a mayores, por el momento.
De hecho, para tratar de frenar la división las directivas de la Alianza optaron hace dos semanas por convocar una consulta a sus más de 1.400 integrantes que ocupan cargos de elección popular. Sería un mecanismo verificado por la Misión de Observación Electoral. También decidieron consultar a los simpatizantes, vía encuesta auditada. Todo ello para que se defina el rumbo político del partido. Una vez realizado ese procedimiento, se convocará una reunión a nivel nacional para que se tomen decisiones basados en esos resultados.
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Pulso de precandidatos
Como se sabe, ese pulso entre fajardistas y petristas se ha trasladado a la puja interna de los seis precandidatos de la colectividad: los senadores Antonio Sanguino, Sandra Ortiz, Iván Marulanda y Jorge Londoño así como los exgobernadores Carlos Amaya (Boyacá) y Camilo Romero (Nariño).
Como se sabe, aspirantes como Romero son partidarios de esa alianza con Petro, en tanto que otros consideran que el partido debería girar hacia Fajardo rápidamente. Una tercera línea es de la tesis de que lo más importante en estos momentos es salvaguardar (en la consulta interpartidista de marzo) la posibilidad de ser el tiquete vicepresidencial de Fajardo, algo que no sería posible si este se alía con Petro u otro aspirante.
Pero la falta de consensos no termina aquí. Por ejemplo, la semana pasada se anunció una subdivisión entre los propios precandidatos. Se conformó una terna integrada por Ortiz, Amaya y Sanguino, que acordaron un mecanismo de selección de un solo aspirante a través de un proceso en el que se privilegie lo regional y lo programático.
Para ello realizarán siete foros debates programáticos en diferentes regiones del país. Se acordó, igualmente, un procedimiento de votación en donde se privilegiarán los militantes verdes a través de una encuesta, que se realizará por la firma Cifras y Conceptos. Los resultados de este ejercicio político se darán a conocer la primera semana de octubre en Bogotá.
El ganador de esa competencia entre esos tres parlamentarios se enfrentaría por el tiquete verde posiblemente a Romero, que es un aspirante que muchos catalogan cercano al petrismo. Esto porque se afirma que Londoño desistiría de su aspiración para centrarse en repetir curul, en tanto que Marulanda está esperando para reintegrarse al recién resucitado Nuevo Liberalismo.
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Otra variante
Pero si la situación de los verdes ya estaba difícil, esta semana se complicó más. Esto porque el lanzamiento la semana pasada de Alejandro Gaviria como candidato presidencial independiente también empezó a a abrir otra corriente al interior de la Alianza.
Parlamentarios como Juanita Goebertus se fueron de frente con el exministro de Salud y exrector de Los Andes, e incluso ya hacen parte de su comité de campaña así como de recolección de firmas para sustentar su aspiración presidencial.
“¿Quién se le mide a salir mañana en Bogotá a recoger firmas con Gaviria?”, trinó esta semana la congresista verde.
A ello se suma que ayer la cúpula de la Coalición de la Esperanza, pese a las resistencias iniciales de Robledo, se decidió por invitar a Gaviria para que se sienten a dialogar y evalúen el panorama político.
“Estamos invitando a Alejandro Gaviria para que nos sentemos a conversar a ver en qué sentido puede ser parte de la construcción de este centro que nosotros queremos tener en Colombia. Invitarlo a que participe en la consulta en marzo de 2022”, indicó Fajardo.
Se conoció en horas de la tarde de ayer que Gaviria aceptó la invitación aunque no dio una fecha para el encuentro.
Ahora, el hecho de que Goebertus se haya ido de frente con Gaviria generó que otros sectores consideren que ya hay una especie de autorización tácita para que se empiecen a definir adhesiones a candidaturas, así estén por fuera de las del partido, como es el caso de las de Petro y Gaviria.
Por ejemplo, el parlamentario Inti Asprilla señaló que “con la recolección de firmas de Juanita Goebertus para Alejandro Gaviria, ya existe libertad de facto para las presidenciales al interior del Partido Verde. Por convicción ideológica y jurídica no insinuaré de ninguna manera doble militancia. Libertad oficial es salida ecuánime para todos”.
Por último, algunos integrantes de los verdes señalan que habría una cuarta corriente, que se refiere a aquellos a los que la pelea entre fajardistas, petristas y gaviristas les parece secundaria. Consideran que lo importante es mantener la vigencia del partido, conservar las curules en Senado y Cámara en los comicios de marzo y asegurarse de que la fórmula vicepresidencial de la coalición sea verde. Esto bajo el entendido de que la Alianza es la colectividad más fuerte y estructurada a nivel nacional de este bloque y no tendría ninguna presentación que termine teniendo un papel secundario en el mismo.
Como se ve, el escenario político de los verdes es bastante complicado y si no hay un timonazo fuerte en la colectividad su futuro político y electoral se podría estar complicando al extremo.