Altibajos en las encuestas, ajedrez de las adhesiones directas e indirectas, ausencia de debates y estrategias políticas diferenciadas, marcaron los primeros días del nuevo escenario proselitista. La recta final dejar ver a los dos candidatos muy cerca, turnándose el liderato de los sondeos y conscientes de que ahora tienen que jugarse el todo por el todo, sin cometer errores ni dar ‘papaya’.
A dos semanas del tercer y definitivo round en la contienda por la sucesión de Iván Duque en la Casa de Nariño, es claro que los resultados de los comicios de primera vuelta, el pasado domingo, lejos de obligar a barajar de nuevo en materia de candidaturas y coaliciones, configuraron un escenario en donde el ritmo y dinámicas de la campaña no se interrumpieron, sino que se aceleraron.
De esta forma, al cierre de esta primera semana -de las tres que componen la campaña para segunda vuelta presidencial- lo que se evidencia es que el candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, Rodolfo Hernández, y del Pacto Histórico, Gustavo Petro, están ahora en un cabeza a cabeza que los llevará, sin duda alguna, a que de aquí al 19 de junio se tengan que jugar el todo por el todo, cuidándose de no incurrir en algún error político que, por el corto lapso de este último tramo de la contienda proselitista, les podría costar no llegar a la Casa de Nariño.
La principal evidencia de esa paridad entre ambos aspirantes es el altibajo de las encuestas en las últimas tres semanas. De un lado, las que se publicaron diez días antes de la votación del pasado 29 de mayo, dejaban ver a Petro estancado en el 40% de las preferencias, al igual que el aspirante de Equipo por Colombia, Federico Gutiérrez, quien bordeaba el 25%. El único que mostraba tendencia al alza era Hernández, quien no solo había superado ya a Sergio Fajardo, de la Centro Esperanza, sino que incluso se acercaba rápidamente al exalcalde de Medellín.
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Tras la veda en la publicación de sondeos, sorprendió que el escenario que estos proyectaban terminó reflejándose en buena proporción en las urnas. De un lado, Petro logró sumar 8,5 millones de votos, que correspondieron al 40,3% del total de sufragios escrutados. Es decir, que el aspirante de izquierda, por más que creciera en 2,7 millones de respaldos respecto a la votación de la consulta interpartidista del Pacto Histórico, el 13 de marzo, registró el 29 de mayo lo que preveían los sondeos de opinión.
Igual se podría decir que ocurrió con Gutiérrez, quien sumó un poco más de 5 millones de votos, para un 23,9% de los respaldos totales, confirmando así que su nivel de favoritismo estaba estancado e incluso bajaba lentamente pese a que, de todas maneras, sacó 900 mil sufragios más que la consulta interpartidista de Equipo por Colombia el 13 de marzo.
No obstante, en cuanto a Hernández, las urnas ratificaron la ola de crecimiento electoral con que venía en las últimas semanas, ya que no solo sumó sorprendentemente casi seis millones de votos (5.953.209 para un 28,1%) sino que pasó al balotaje final por la Casa de Nariño.
Alud de encuestas
Una vez conocidos los resultados de la primera vuelta, en esta semana se han dado a conocer un total de seis encuestas. La primera mostró al ingeniero santandereano dos puntos por encima del exalcalde bogotano, en empate técnico, dando una nueva sorpresa pues era la primera vez que este último no lideraba las preferencias electorales.
Luego vinieron otros tres sondeos exprés diarios en donde el exalcalde de Bucaramanga le sacaba una ventaja inicialmente de siete, luego de seis y finalmente de cinco puntos al aspirante del Pacto.
Sin embargo, las últimas dos encuestas mostraron un nuevo escenario. En una, del viernes, el senador de izquierda se volvió a poner al frente por escasos cuatro puntos sobre su rival y en la otra, conocida ayer, Hernández mantuvo la delantera con dos puntos sobre el aspirante de izquierda.
Si se analizan todos esos sondeos y se sacan promedios para vislumbrar tendencias se perciben tres elementos básicos. En primer lugar, que Hernández se disparó tras la cita a las urnas y superó a Petro, pero con el pasar de los días las diferencias entre ambos candidatos se fueron estrechando, mostrándolos ahora muy cerca, en un cabeza a cabeza.
En segundo término, es evidente que el voto en blanco al término de la semana giraba en porcentajes entre el tres y cinco por ciento.
También llama la atención que, en varias de las encuestas y sondeos de esta última semana, hay porcentajes de indecisos que promedian el once por ciento, un potencial electoral que dado el cabeza a cabeza entre los dos candidatos bien podría decirse que apunta a ser el fiel de la balanza en la definición de la competencia política. Esto puesto que, sobre una cifra de 21,4 millones de votos el pasado 29 de mayo, dicho rubro indicaría alrededor de 2,5 millones de posibles apoyos por definir.
En ese sentido, la aproximación de las encuestas no permite marcar una tendencia exacta ya que a estas alturas el rubro de los indecisos es excesivamente alto. Así las cosas, esto quiere decir que un número importante de lectores todavía no ha tomado una decisión definitiva y está a la expectativa de lo que ocurra en una y otra campaña. En la misma medida muchas personas están pensando más su voto.
Además, no pocos analistas sostienen que parece muy difícil que aumente la votación el 19 de junio y por ello es previsible que en esta ocasión la diferencia entre los candidatos no será tan amplia como la de Duque a Petro en la segunda vuelta de 2018, que fue de 12,1%.
Mapa político
Es claro que el mayor salto lo dio Hernández, pues frente al 28% de votos que conquistó en las urnas el domingo pasado, las preferencias electorales lo ubican ahora en promedios del 45%.
El exalcalde de Bucaramanga, a quien es claro que en la votación del 29 de mayo lo acompañaron muchos sectores conservadores, de Cambio Radical, una parte de uribistas y liberales oficialistas, está recibiendo ahora de manera directa el apoyo de buena parte de quienes votaron por Gutiérrez, así como al menos entre la mitad o una tercera parte de los 888 mil que sufragaron por Fajardo. Habría que adicionar aquí lo que sacaron otros candidatos claramente en la centroderecha.
Resulta evidente, también, que el exalcalde de Bucaramanga no solo se beneficia del apoyo de una franja ciudadana marcadamente antipetrista, sino que incluso esta porción de votantes se amplía al abarcar a sectores poblacionales que no quieren que el país gire a la izquierda o la centroizquierda, ya sea en cabeza de Petro u otros liderazgos de ese espectro político.
De hecho, la sumatoria de las votaciones de Hernández y Gutiérrez explica por qué el ingeniero santandereano prima en regiones como Antioquia, el centro oriente, centro sur, Eje Cafetero y los Llanos Orientales.
Petro, a su turno, aunque perdió el liderato en la mayoría de las encuestas esta semana, ha subido entre cuatro y cinco puntos en promedio, partiendo de la base del 40% que sacó en las urnas. De entrada, podría estar recibiendo el apoyo de la mitad o la tercera parte de los sufragios de Fajardo y otro tanto de antiuribistas que no se jugaron en primera vuelta.
El aspirante del Pacto Histórico sigue ganándole a Hernández en ciudades como Bogotá, aunque es evidente el ascenso del ingeniero santandereano desde el 29 de mayo pasado. Igual está al frente en otros departamentos de la costa Caribe. La mayor ventaja del aspirante de izquierda sigue estando en la región suroccidental, especialmente.
En otras palabras, se observa poco a poco cómo el candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción va consolidando su ventaja en la región central del país, en tanto Petro lo hace más en zonas de los litorales.
Entre alianzas y respaldos
Otro hecho clave en la primera de las tres semanas de esta segunda vuelta de la campaña presidencial es la forma rápida en que los partidos, candidatos y precandidatos han definido sus apoyos a alguno de los aspirantes que siguen en competencia.
De esta forma, Hernández tuvo el respaldo de Gutiérrez, quien la misma noche del domingo pasado anunció que votaría por él y entre semana llamó a los partidos “a favor de la democracia y las libertades” a respaldarlo.
De otro lado, Fajardo y otros precandidatos de la ahora extinta coalición de la Centro Esperanza (Jorge Enrique Robledo y Carlos Amaya) se reunieron con el ingeniero esta semana con el fin de decidir si lo respaldarían. Aunque inicialmente las partes mostraron empatía, anoche el propio Hernández señaló que los acercamientos se rompieron porque “querían cambiarle todo su programa” y ello no era viable ya que debía respetarse el voto de los seis millones de votos que logró el 29 de mayo. Indicó que el diálogo fue “una cortesía que quería hacer, pero ya se terminó”.
Sin embargo, la jefe de debate de la campaña de Fajardo a nivel nacional, Catalina Ortiz, sí adhirió a Hernández a mitad de semana.
Otros nombres que compitieron en Equipo por Colombia, como el exalcalde Enrique Peñalosa, también se inclinaron por Hernández. En las toldas de los partidos Conservador, La U y Centro Democrático la mayoría de sus congresistas, dirigentes y votantes de base están con el candidato santandereano, así sus colectividades no hayan adherido oficial y directamente a él. Incluso si bien Colombia Justa y Libres dejó ayer en libertad a sus militantes, es claro que sus bases estarían más inclinadas hacia el ingeniero santandereano.
De Cambio Radical y MIRA no se tiene noticia todavía, pero es obvio que se trata de colectividades muy distantes del petrismo. Por otra parte, el liberalismo oficialista continúa en consultas con sus bases y dirigentes, pero hasta ayer no había tomado decisión alguna. El Nuevo Liberalismo solo la anunciará mañana.
En cuanto a Petro, los apoyos más importantes que recibió esta semana son los del ex precandidato de la Centro Esperanza, el exministro Alejandro Gaviria, así como el del exalcalde y uno de los jefes naturales de la Alianza Verde, Antanas Mockus. También se le unieron algunos congresistas electos de la centroizquierda y el exalcalde de Bogotá, Luis Eduardo Garzón.
¿Por qué los partidos no se juegan directamente? En primer lugar, como ya se dijo, todos los de izquierda están bajo la égida del Pacto Histórico petrista. En segundo término, finiquitada la coalición de Centro Esperanza, es innegable que el fajardismo está dividido, al igual que la Alianza Verde, en tanto Dignidad del senador Robledo apuntaría a Hernández y el galanismo sigue sin definirse.
En cuanto a las colectividades de la centroderecha la situación es distinta, principalmente porque si bien sus mayorías se inclinan por el aspirante santandereano, este ha reiterado que no negociará alianzas, sino que recibe adhesiones partidistas, siempre y cuando estas se identifiquen con su programa de gobierno.
Tampoco se puede desconocer que, caso típico del uribismo, si bien todos estos partidos no quieren que la izquierda llegue al poder, sus directivas prefieren no “tomarse la foto” con Hernández para evitar darle ‘papaya’ al petrismo, que se ha dedicado esta semana a tratar de satanizar las adhesiones al candidato de La Liga.
A todo vapor
Lo cierto es que, si esta primera semana termina con un cabeza a cabeza entre los dos candidatos a la sucesión de Duque, ello obligará a que ambas campañas se tengan que jugar el todo por el todo. La misión parece ser una sola: ganar la batalla por situarse ante el electorado como la verdadera opción de “cambio”, que es ahora el foco central de la contienda.
De esta forma, no se trabajará tanto en la estrategia de alianzas y adhesiones, ya que la mayoría de estas están definidas o son votos que llegan solos a cualquiera de las dos campañas. La prioridad será impactar la alta franja de indecisos, así como del voto en blanco. Todo ello, como se dijo, cuidando de no cometer ningún error grave ni dar ‘papaya’, como se dice popularmente, ya que esto sería muy costoso a estas alturas proselitistas.
En ese orden de ideas se podría decir que el ingeniero santandereano les apostará a cuatro estrategias básicas. La primera es esquivar al máximo el escenario confrontacional directo que busca afanosamente Petro. Precisamente por ello ya decidió no asistir a debates.
En segundo término, la campaña de Hernández sabe que uno de sus puntos débiles es que su programa de gobierno y propuestas bandera no se conocen tanto como los de Petro. Por lo mismo, es muy seguro que intensificará las entrevistas y la exposición en las redes sociales (en donde es el aspirante más efectivo), con el fin de dar más soporte argumental a sus propuestas y evitar la caricaturización y subdimensionamiento programático que le quiere hacer la contraparte. Incluso podría anunciar nombres de sus primeros ministros y equipo de gobierno para enviar una señal de tranquilidad y seriedad a todos los sectores.
Como tercera medida, al aspirante de La Liga se mantendrá posiblemente en la línea de recibir los respaldos mas no firmar alianzas con los principales partidos de la centroderecha. Esto con el fin de contrarrestar los señalamientos del petrismo en torno a que Hernández sería el candidato del “establecimiento”, el “continuismo” o el “uribismo”.
El ingeniero santandereano sabe que los respaldos de Gutiérrez y la centroderecha son un plus político clave, pero también tiene claro que requiere seguir posicionándose en la bandera del antipetrismo, recalcando para ello los riesgos de varias de las propuestas de su rival y los peligros de un potencial gobierno de izquierda en Colombia, como pasa en Chile y Perú.
En cuanto a Petro se puede vislumbrar que su hoja de ruta también se circunscribe a cuatro estrategias. En primer lugar, pelearle a Hernández la titularidad de la bandera del “cambio”. Para tener éxito en esa cruzada, debe tratar de situar en la psiquis del elector que su competidor así no proceda de ningún partido, lo apoyan la mayoría de los que no son de izquierda ni alternativos.
Como segunda medida, al ser claro que su rival no asistirá a ningún debate -y es imposible obligarlo legalmente-, al candidato del Pacto Histórico no le queda de otra que enfatizar la misma línea de acción de Hernández: máxima exposición mediática y una pelea sin cuartel en las redes sociales.
También resulta evidente, tras lo visto en esta primera semana, que el aspirante de izquierda enfilará baterías para tratar de evidenciar que su competidor no tendría un programa sólido y que detrás de muchas de sus propuestas habría efectismo discursivo.
Finalmente, Petro seguirá en la tarea de ‘desatanizar’ sus propuestas más polémicas, como las pensionales y tributarias, con el ánimo de vencer la prevención de sectores empresariales y una porción clave de la clase trabajadora. Sin embargo, tratar de flexibilizar las ideas que lo llevaron a sacar 8,5 millones de votos en primera vuelta, le puede restar respaldo en sectores radicales de izquierda.
Como se ve, la campaña está en uno de sus puntos de mayor intensidad. Faltan dos semanas para la cita final en las urnas y el escenario dejado por la primera después de la votación del 29 de mayo señala que ambos candidatos están en un cabeza a cabeza. Todo se reduce a lo que pase día a día de aquí al 19 de junio. Hay que arriesgarse, el que no lo haga podría resignar tempraneramente posibilidades. Igual peligro corre el que cometa, por acción u omisión, más errores graves. Habrá que esperar cómo se desarrolla la reñida contienda.