García Peña: Un aterrizaje muy cauteloso | El Nuevo Siglo
DANIEL GARCÍA Peña, embajador de Colombia en los Estados Unidos, dijo que su principal reto es igualar el trabajo hecho por su antecesor, Luis Guillermo Jaramillo. /Foto.- Cortesía
Viernes, 24 de Mayo de 2024
Redacción Política

A ESCASOS seis meses de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, en donde se enfrentarán dos modelos políticos e ideológicos antagonistas, el gobierno Petro aplicó un cambio de embajador ante la Casa Blanca.

Esta semana, el que venía siendo el representante diplomático ante la administración de Joe Biden, Luis Gilberto Murillo, asumió oficialmente como nuevo canciller de Colombia. En su reemplazo, fue designado Daniel García Peña, quien inicialmente había sonado como vicecanciller, pero ahora irá a ser el principal vocero de nuestro país ante el Congreso y Gobierno norteamericano.

Ahora, ese trabajo que usted desempeñaba lo va asumir Daniel García Peña como nuevo embajador en Estados Unidos. Llevará la difícil, pero promisoria tarea de una nueva agenda entre los Estados Unidos y toda la América restante, para lograr paz y tranquilidad, para lograr un avance real de la vida en el planeta”, informó en su momento, el presidente Gustavo Petro.

El cambio de embajador se da en un momento vital y muy delicado en las relaciones entre los gobiernos Petro y Biden, no solo por las diferencias que existen entre ambos con respecto a las políticas antidrogas y aspectos geopolíticos como el conflicto en la Franja de Gaza, sino porque ya en el pasado se han generado cortocircuitos por pronunciamientos de voceros de gobiernos colombianos en torno a temas propios de la elección presidencial en la primera potencia del mundo.

Frente a todo ello, es evidente que García Peña aterriza en un delicado momento político y electoral de los Estados Unidos, en el que el gobierno Petro debe actuar con máxima cautela, no solo para evitar involucrarse en la contienda electoral, sino para evitar que cualquier toma de posición ante los candidatos de los partidos Demócrata como Joe Biden o Republicano como Donald Trump, termine afectando la relación entre la Casa de Nariño y la Casa Blanca.

También es claro que desde el Congreso norteamericano se han presentado serias dudas, sobre todo por parte de los republicanos, sobre la nueva estrategia antidrogas de Colombia, especialmente por el aumento de la extensión de los narcocultivos, debido a la orden del gobierno Petro de disminuir hasta su más mínima expresión los operativos la erradicación forzada.

En virtud de ello, EL NUEVO SIGLO consultó a expertos internacionalistas y congresistas en torno a cuál debería ser la estrategia de Petro en los próximos seis meses, frente a Estados Unidos y con respecto a la coyuntura electoral en ese país.

La senadora del Centro Democrático e integrante de la Comisión Segunda, Paola Holguín, aseguró que Colombia debe trabajar en recuperar la confianza de los Estados Unidos, entendiendo que la ayuda que proviene de ese país está condicionada a la lucha contra las drogas, por ejemplo, hecho que, al parecer, tanto el Congreso como el Gobierno norteamericano han puesto en duda en los últimos meses.

“Colombia siempre ha logrado tener una muy buena relación bipartidista, una relación institucional y de respeto con Estados Unidos. Lamentablemente, uno ve, y eso se traduce en la disminución de la ayuda de Estados Unidos a Colombia, que ellos tienen una preocupación por el tema de lucha contra el narcotráfico”, indicó.

También resaltó que la forma en la que Colombia se ha vinculado con países que Estados Unidos considera de alto riesgo (Venezuela, Rusia, Irán y China) pudiera debilitar las relaciones entre la Casa de Nariño y la Casa Blanca.

Sobre los temas en los que el gobierno Petro definitivamente no debería meterse en estos próximos seis meses, la congresista reiteró que esta administración debe evitar tomar partido por un candidato u otro, en medio de la campaña electoral. “Colombia debe respetar los procesos democráticos internos de las naciones”, indicó Holguín.

Pero, además, resaltó con preocupación la forma en la que Colombia está manejando las relaciones diplomáticas.

“Creo que, en este momento, Colombia debería medir muy bien como las relaciones diplomáticas tienen que obedecer a los intereses de la nación, porque la ruptura, por ejemplo, de relaciones con Israel también impactan a países como Estados Unidos. Los países no operan como islas en el concierto internacional, sino que todos ellos cuentan con países aliados, y una preocupación que uno siente es que muchas veces, por afinidad ideológica desde el Gobierno, se toman decisiones frente a unas naciones sin considerar el impacto que eso puede tener para Colombia y para el relacionamiento con otros países. Eso es lo que está haciendo este gobierno actualmente”, señaló la senadora.

La cooperación

Para el profesor de relaciones internacionales de la Universidad Javeriana, Manuel Camilo González, es imperativo que la cooperación de Estados Unidos a Colombia vaya en aumento, ya que eleva la confianza de Washington hacia la forma en la que Bogotá invierte recursos para el desarrollo económico, social y de seguridad en este país.

El experto también reconoció que ha habido preocupación en el gobierno Biden por el juicio contra Nicolás Petro, hijo mayor del presidente Gustavo Petro; y de la posición que asumió Colombia en torno al conflicto con la Franja de Gaza, al punto de anunciar ruptura de relaciones con Israel, uno de los principales aliados de Estados Unidos. De igual forma, hay alertas en cómo la Administración Petro está asumiendo su relación bilateral con el régimen de Venezuela.

“Hay unos puntos de emergencia muy fuertes que efectivamente van alejando un poco a Colombia de ser un socio estratégico. Entonces, hay que tener mucha habilidad diplomática en términos de presentar posiciones muy autónomas, pero también ser muy pragmáticos en seguir una serie de alianzas que tenemos con los Estados Unidos, particularmente en términos de seguridad”, expresó.

Por su parte, el profesor de estudios internacionales de la Universidad de Los Andes, Sebastián Bitar, aseguró que, durante los próximos seis meses, Colombia tendrá que trabajar de manera bipartidista con los congresistas norteamericanos.

“Debemos recuperar una tradición que tenía la embajada colombiana de trabajar de manera bipartidista con los congresistas de los Estados Unidos, con miembros de la Cámara de Representantes y del Senado, tanto republicanos como demócratas, para asegurar una buena relación con Colombia en el largo plazo. Eso se hizo muy bien desde (Andrés) Pastrana hasta (Juan Manuel) Santos”, destacó el catedrático, quien aseguró que Colombia debería hacer más en la lucha contra las drogas y no tomar posición por los candidatos en pugna por ocupar la Casa Blanca, considerando que hoy Petro ha mostrado mayor afinidad con el Partido Demócrata, limitando su capacidad de relacionarse de manera armónica con Estados Unidos.

Por su parte, Enrique Prieto, internacionalista de la Universidad El Rosario, indicó que, pese a que Gustavo Petro se ha alineado en el lado correcto de la historia al repudiar los ataques de Israel en Gaza, siente que la decisión podría afectar enormemente la relación de Colombia con los Estados Unidos.

“Creo que el presidente Gustavo Petro está en el lado correcto de la historia. Pero nosotros somos los aliados principales en Suramérica de Estados Unidos y sabemos la cercanía de Estados Unidos con Israel. Uno debería no meterse en esto”, manifestó el experto, quien dijo a EL NUEVO SIGLO, que otro asunto a evitar desde el gobierno Petro es el apoyo a un determinado candidato a las presidenciales en Norteamérica, recordando un episodio grave en la historia de este país, cuando, durante el gobierno Duque, varios congresistas del Centro Democrático respaldaron de manera abierta la reelección de Donald Trump en 2020.

En esa oportunidad, resultó ganador el demócrata Joe Biden, lo que ocasionó, a su juicio, un enfriamiento en las relaciones entre Bogotá y Washington. Según Prieto, ese error hizo que Duque fuera recibido por la nueva administración de los Estados Unidos un año después, sin obtener resultados satisfactorios.