El Presidente, en medio de dos bloques políticos | El Nuevo Siglo
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Martes, 2 de Abril de 2019
Redacción Política
En apenas ocho meses de mandato, ya se perfilan dos grandes bloques de fuerzas políticas: a favor y en contra del Ejecutivo 

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Siempre se ha dicho que “las comparaciones son odiosas, pero necesarias”, y en política sí que se aplica a rajatabla ese principio de la sabiduría popular.

Esto para recordar que el expresidente Virgilio Barco Vargas (1986-1990) impuso un esquema de administración basado en el modelo gobierno-oposición, es decir un gobierno de partido, poniendo fin a la representación equitativa de cargos que imperó durante el Frente Nacional.

Algo similar es lo que ha venido ocurriendo con la administración del presidente Iván Duque, que asumió el poder hace escasos ocho meses, un tiempo que aunque corto para mostrar resultados de su gestión ha sido suficiente para evidenciar que las fuerzas políticas se han venido alinderando en dos grandes bloques.

De un lado están los partidos que respaldan integralmente al Jefe de Estado y su proyecto de gobierno, y los que están en contra. Y no solo eso, pues no se trata solo de que estos dos bloques estén divididos por temas programáticos, sino que comienzan a conformar coaliciones con fines electorales para los comicios regionales de octubre.

Esta agrupación de fuerzas políticas, muy parecida al esquema gobierno - oposición de Barco, tiene varias explicaciones. La primera, y tal vez más importante, es que el país estrenó con Duque, después de varios intentos, un verdadero Estatuto de la Oposición que obliga a los partidos con representación parlamentaria a decidirse si son de Gobierno, de oposición, o se declaran independientes.

Y los partidos ya decidieron: a favor del Gobierno se declararon Centro Democrático, Partido Conservador, Colombia Justa Libres y La U. Como partidos independientes están los partidos Liberal y Cambio Radical, y los demás en oposición.

Un segundo elemento de juicio es el Acuerdo de Paz suscrito en el gobierno pasado con la desmovilizada guerrilla de las Farc, hoy convertida en partido político.

La negociación en La Habana permitió determinar qué fuerzas políticas están a favor y en contra del modelo de justicia transicional que finalmente se acordó.

Y en tercer lugar, el tema de la representación política en el Gobierno nacional ha sido determinante en la gobernabilidad del presidente Duque, quien hasta el momento solo tiene ministros del Centro Democrático, tal como sucedió hace tres décadas.

Dos bloques legislativos

El modelo de administración del presidente Duque ha tenido que sortear varios momentos difíciles para sacar adelante sus prioridades legislativas en temas tan decisivos como la Ley de Financiamiento y el Plan Nacional de Desarrollo (PND) que aún está en discusión, y ahora enfrenta un reto aún más desgastante políticamente como es el de las objeciones a la Jurisdicción Especial de Paz (JEP).

Eso sin contar con que el Congreso ya le archivó una reforma a la justicia, buena parte del paquete anticorrupción y está pendiente la suerte final de la reforma política y la Ley TIC, entre otros proyectos importantes.

“Esta agrupación de fuerzas políticas lo que muestra es que no hay liderazgo ni del Presidente ni de sus ministros, y que en el Congreso se discuten proyectos no ideas, que no existe el debate de ideas sino de estrategias políticas con intereses electorales”, explicó el catedrático Ancízar Marroquín, del Centro de Altos Estudios para la Administración Pública.

A esto se suma que el partido de Gobierno, que en este caso es el Centro Democrático, “le hace más caso a su jefe, el expresidente Álvaro Uribe, que al propio Presidente de la República”, al decir del analista John Mario González.

Este experto además, considera que la gobernabilidad de Duque “es muy frágil” por razones tan variadas como “su propia inexperiencia”, por “la torpeza” que significa no darles participación en el gabinete a las fuerzas que lo apoyaron en segunda vuelta, y porque “ha abierto muchos frentes de batalla”: Venezuela, la Minga indígena, las objeciones a la JEP, la implementación del proceso paz, etc.

González sostiene que Duque “abrió un boquete innecesario en el Congreso”, donde “no ha podido construir una coalición fuerte que le asegure la gobernabilidad”.

Al experto no le falta razón si se considera que para la opinión pública, con muy pocas excepciones, ninguno de los ministros del gabinete tiene el liderazgo que necesita el Gobierno, y que salvo el Centro Democrático “que le ‘copia’ a Uribe, no a Duque”, según el analista González, “el Gobierno no tiene ningún partido incondicional a su servicio”.

Coaliciones electorales

El otro gran bloque que comienza a tomar fuerza es el de las coaliciones electorales para los comicios territoriales de octubre, donde “se advierte desde ya un divorcio total entre el Gobierno nacional y los movimientos locales y regionales”, según el profesor Marroquín.

En ese sentido, las dos fuentes consultadas por EL NUEVO SIGLO coinciden en que la imagen del presidente Duque y su Gobierno “incidirá en las elecciones de octubre”.

De ahí, agregan, que las colectividades cercanas al Gobierno –Centro Democrático, Partido Conservador y La U–, estén pensando en coaliciones regionales con otros movimientos para tener opción real de triunfo.

“Para el Partido Liberal, Cambio Radical y la Alianza Verde es un buen negocio izar las banderas de la oposición, porque el desgaste del Gobierno les puede dar réditos electorales”, sostiene el analista González.

Para este experto, el tema de la paz seguirá teniendo un peso electoral importante pues “el Gobierno ha dado pasos de ciego: tal vez mal asesorado, el presidente Duque no tiene una línea coherente y eso se ve en el tema de las objeciones a la JEP”.

Bajo ese panorama, los dos grandes bloques políticos -afectos al Gobierno y de oposición-, tienen en el Congreso de la República el mejor de los escenarios para medir sus fuerzas, y lo harán con una agenda legislativa vital para la gobernabilidad del presidente Duque.

De lo que resulte de allí en esta legislatura podrá medirse, o al menos hacer una aproximación, de lo que pueda ocurrir con el poder regional a partir de octubre.