El gran reto del Gobierno será conseguir hacer valer en el Congreso las mayorías que conquistaron la Presidencia de la República en 2018
Hace un par de semanas el presidente del Senado, Lidio García, del Partido Liberal, le dijo a EL NUEVO SIGLO que “el Gobierno no tiene unas mayorías contundentes” en el Congreso “porque creo que no se ha puesto a hacer política y para gobernar hay que hacer política”.
Para García, el presidente Iván Duque “tiene un estilo muy particular” de relacionarse con el Congreso que, en cierta manera, le ha dado resultado.
Sin embargo, anotó, “esto cada día se pone más difícil y hay que tener mayorías. Un gobierno necesita tener mayorías. Un gobierno necesita tener gobernabilidad. Y la gobernabilidad es invitar a los otros partidos. Y no es mermelada”.
Efectivamente, aunque el Gobierno ha logrado sacar puntos importantes de su agenda, como la reforma tributaria (dos veces, primero como Ley de Financiamiento y luego como Ley de Crecimiento), el Presupuesto o el Plan de Desarrollo, también ha visto enredarse otros aspectos que también considera fundamentales, como ocurrió con las objeciones a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), y ni qué decir de que sea el primer jefe de Estado colombiano al que el Congreso estuvo punto de censurarle un ministro.
El principal termómetro de la gobernabilidad del presidente Duque en este 2020 será, sin duda, la forma en que logre sacar adelante en el Congreso una agenda de proyectos de ley y reforma constitucional que continúa siendo muy ambiciosa.
Desafíos
Para salir airoso de ese desafío hay varios obstáculos que deberá superar.
Tras el mapa político dejado por los comicios regionales del año pasado, es evidente que los partidos y movimientos políticos más ganadores y votados en 2019 tratarán de sacar provecho de su potencial político.
Por otra parte, pasado el año electoral las bancadas parlamentarias podrían mostrarse más proclives a sacar adelante proyectos que generen mucha polémica y reacción negativa popular.
Aunque en 2020 no hay cita con las urnas, las movilizaciones del paro cívico nacional que se iniciaron el 21 de noviembre continuarán y las bancadas podrían tomar decisiones pensando en lo que se manifiesta en las calles durante las protestas.
En particular, esta será una bandera de la oposición que se sumará a la de la cruzada anticorrupción. En este último campo, el Ejecutivo y su coalición oficialista seguirán esforzándose por sacar avante en el Parlamento el paquete de proyectos de ley y acto legislativo respectivo así como convencer a la opinión pública que esa gestión es liderada por la Casa de Nariño y no por los verdes, Colombia Humana o el Polo Democrático, que no tienen la fuerza para sacar por sí solos las iniciativas.
Esa mirada a la calle también la tiene el Gobierno y por ello impulsa la “Conversación Nacional”, que debe dar resultados concretos para que la ciudadanía no lo asuma como algo estéril.
Y, por último pero no menos importante, está el hecho cierto del desafío que significa para el Gobierno lograr los consensos en el Congreso para sacar adelante una iniciativa en la que cada colectividad tiene intereses particulares en juego, como es el caso de la reforma política, ya que algunos de los cambios allí propuestos les convienen a determinados sectores pero a otros no.
Agenda
Es claro que si la Casa de Nariño quiere impulsar la agenda parlamentaria de 2020 tendrá que ajustar su estrategia de gobernabilidad y relacionamiento con los partidos y el Congreso. De lo contrario es muy posible que termine pasando –de nuevo– muchas afugias en comisiones y plenarias para salvar los proyectos o evitar que lo aprobado vaya en contra de los criterios del Ejecutivo.
Esa agenda, como se dijo, es muy ambiciosa, ya sea por las iniciativas que están en trámite o por los nuevos proyectos que deberán ser radicados prioritariamente.
Resulta más que evidente que con un tramo de legislatura tan corto como el que arranca en marzo (de apenas tres meses), Duque necesita una plataforma de acción política más fuerte que la hoy tiene y registró tantos altibajos en el trámite parlamentario el año pasado.
Se sabe que la bancada oficialista tiene 137 integrantes, según la sumatoria de los senadores y representantes del Centro Democrático, La U, conservadores, MIRA, Colombia Justa Libres y ASI. En ambas cámaras tiene mayorías muy ajustadas, más aún con la división en La U, ya que hay un bloque de 16 parlamentarios que habla de forma independiente con la Casa de Nariño.
A primera vista la solución más obvia para ganar un mayor margen de gobernabilidad sería la posibilidad de ampliar la coalición oficialista. Y es claro, en ese orden de ideas, que ello solo se puede hacer sumando a las toldas duquistas a alguno de los partidos que están en la franja de los independientes: Liberal o Cambio Radical.
Alineación
Sin embargo, es un asunto que es claro, máxime cuando lo que está en el horizonte es el comienzo de la campaña presidencial para 2022. Aunque el último movimiento de Duque de agradecerle al exvicepresidente Germán Vargas Lleras por el acompañamiento de la bancada de Cambio Radical a la reforma tributaria es visto por algunos observadores como un guiño que podría concretarse con algún Ministerio.
Tras la salida del ministro de Salud, Juan Pablo Uribe, existe la expectativa de posibles cambios en carteras como Agricultura, Cultura, TIC e Interior, así como en institutos como Bienestar Familiar.
Así las cosas, parece que la única vía que le resta al Gobierno es concertar la agenda parlamentaria dentro de la actual correlación de fuerzas partidistas.
¿Qué tan viable sería esa concertación? Es difícil saberlo. Los voceros de todos los partidos se muestran por ahora dispuestos a buscar consensos alrededor de las grandes reformas, pero cuando se aterrizan los articulados e incisos aparecen las contradicciones y pulsos políticos.