Las Posturas religiosas o las opiniones de los precandidatos al respecto empiezan a ganar terreno en la campaña presidencial.
Por ejemplo, el aspirante independiente Alejandro Gaviria tuvo que salir a explicar sus posturas en un tema tan delicado para la opinión pública, sobre todo siendo Colombia un país mayoritariamente católico.
El exministro de Salud se declaró en una reciente entrevista como una persona atea, lo que suscitó un alud de reacciones a favor y en contra, sobre todo en las redes sociales.
Frente a ello, a través de un videoclip que está circulando por Twitter y otras plataformas sociales, Gaviria salió al paso de esas reacciones.
El dirigente expresó que “no soy católico, pero creo en un mandamiento universal”.
Explicó que desde hace mucho tiempo marcó sus diferencias entre el concepto religioso y de ideas gubernamentales, así como frente a la libertad de culto y de pensamiento que se defiende desde la Constitución colombiana.
“Defenderé los derechos de cada colombiano en relación a la libertad de culto. En eso no hay ningún tipo de discusión”, declaró.
De igual modo trajo a colación que “hace un año durante la pandemia, hubo una discusión en el país sobre la reapertura de las iglesias, muchos se opusieron argumentado que no era prioritario, que había otros asuntos más urgentes. Yo opiné que las necesidades espirituales eran muy importantes, que no podemos despreciarlas, que al contrario debemos respetarlas y facilitarlas. Incluso en circunstancias excepcionales”.
Continuó diciendo que “en medio de esa discusión recordé una enseñanza de mi padre, que no era un hombre muy creyente pero que le gustaba visitar iglesias, por la atmósfera de solemnidad, silencio, de recogimiento”. Dijo que su progenitor “una vez en una iglesia se encontró con un grupo de turistas que se estaba riendo y hablando a gritos. Les hizo un reclamo enfático y vehemente. Cuando nos contó la historia yo tendría ocho años y nos dijo: no siempre tiene que respetar la creencia de los demás. Esa vieja enseñanza de mi padre es hoy la base de mi actitud espiritual”.
De igual modo narró que cuando era Ministro de Salud “me ocurrió algo muy conmovedor en medio del tratamiento médico. Estando yo sin cabello y sin muchas energías, la gente se me acercaba y me regalaba la imagen de la Virgen o un escapulario. Y me decían que sabían que yo no era católico, pero que los recibiera. Así lo hacía, además los escuchaba y todavía guardo esas imágenes como un testimonio de afecto”.
Finalmente, Gaviria concluyó que “creo en la espiritualidad. Así lo expresé en mi ideario de la campaña cuando dije: ‘Conservar lo espiritual en medio de todo, es un ideal necesario. No podemos olvidar que, tras nuestras diferencias, nos une esa, la maravillosa y misteriosa experiencia de ser humano’”, dijo el exministro.
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Caso Petro
El debate sobre la religión en esta contienda presidencial no es nuevo. Ya la semana anterior el aspirante Gustavo Petro hizo una serie de pronunciamientos sobre su postura al respecto -él se reconoce como católico- e incluso apeló al tema de los creyentes católicos en el marco de la campaña electoral.
“San Francisco de Asís, Camilo Torres y Jesús: ellos enseñaron el mensaje cristiano de que la opción preferencial son los pobres. No como los falsos pastores que terminan vendidos por los dineros de los poderosos por los que sí han hecho un pacto con Satanás para robar lo público y llevarse las oportunidades de la juventud. Solo estamos proponiendo un sistema político económico y social capaz de garantizar los derechos fundamentales a la gente porque esa es la base verdadera de la paz”, señaló el candidato en su primer gran mitin político en Barranquilla.
Las afirmaciones de Petro al respecto generaron un alud de reacciones, tanto de críticos como de partidarios suyos.
Desde partidos como el MIRA y Colombia Justa y Libres, de origen cristiano, le replicaron a Petro que no utilizara la religión con móviles electorales.
Otros precandidatos, por el contrario, han afirmado que, frente a las distintas confesiones religiosas, van a propender porque todas paguen más impuestos y se acaben las exenciones a sus actividades y propiedades.