Si bien es cierto que los jefes de gobierno más recientes en Colombia han enfrentado crisis de diversa índole, a ninguno le tocó el reto de una pandemia. Por lo mismo, cuando la amenaza global del covid-19 empezó a asustar a la humanidad tras su descubrimiento en China y la rapidez con que se extendió por Asia y llegó a Europa, en nuestro país no fueron pocas las voces que evidenciaron su preocupación en torno a si el presidente Duque, a quien sus críticos constantemente le reprochaban su poca experiencia gubernativa, sería capaz de liderar la nación ante semejante desafío sanitario, económico y social.
De hecho, no hay que olvidar que al comienzo del año el Jefe de Estado se encontraba en un punto muy difícil de su mandato, tras la crisis de gobernabilidad que sufrió en el último trimestre de 2019, en el que no sólo se vio obligado a reformar el gabinete sino que enfrentó una ola de paros que pusieron a la Casa de Nariño contra las cuerdas, forzándola incluso a abrir un proceso de “Conversación nacional”.
De igual manera, la imagen y popularidad el mandatario se encontraban muy bajas en las encuestas y hasta sus propios aliados en el Congreso advertían que se requería ajustar el rumbo del país.
Visto todo lo anterior era muy alto el escepticismo de muchos sectores sobre la capacidad del Gobierno para poder manejar una crisis que ya por entonces se vislumbraba muy grave.
Convencimiento
Sin embargo, corridos ya 10 meses de la emergencia sanitaria tirios y troyanos reconocen que Duque ha sabido liderar al país en medio de tan difíciles momentos. Incluso, hay quienes sostienen que el Mandatario logró sorprender no sólo por su compromiso para llevar a cabo el complejo plan de contingencia, sino porque a medida que fue implementando las medidas para frenar la curva de contagios y decesos, ganó credibilidad ante la opinión pública. Esto fue clave para que la ciudadanía no sólo aumentará su nivel de confianza en el gobernante sino que le creyera lo suficiente como para entender y aplicar, con todos los sacrificios consecuentes, en un alto grado las indicaciones sobre cuarentena y demás restricciones.
Hoy es claro que Duque se aquilató en medio de la pandemia. Demostró una capacidad gerencial que no se le conocía y logró alinear a muchos sectores, gobernadores, alcaldes, gremios, “cacaos” y otras instancias más en la aplicación de la estrategia integral para ponerle el pecho a la crisis sanitaria.
La recuperación que el Presidente registró en las encuestas durante los primeros meses de la emergencia, poniéndose incluso más allá del 60% de aprobación, evidencia que el país creyó en su capacidad y liderazgo en estas épocas tan dramáticas.
Sin embargo, el tema de las encuestas termina siendo un hecho menor, acaso coyuntural. Lo más importante es que logró ponerse por encima de clima polarización política que persiste en el país y puso a pensar a todos los partidos y dirigentes en que la prioridad era una sola: derrotar al virus.
Marco institucional
Otro aspecto que debe ser destacado en estos diez meses de la pandemia y lo que ha sido la gestión presidencial, es la sujeción del Jefe de Estado a la institucionalidad. Incluso habiendo declarado dos estados de Emergencia Económica y Social, y siendo la crisis tan grave qué podría justificar ir más allá del marco normativo ordinario en determinado momento, el equilibrio de poderes no se vulneró. Es más, la Casa de Nariño sufrió varios reveses por los fallos de la Corte Constitucional que tumbaron algunos decretos a todas luces necesarios o por las acciones de tutela que algunos sectores interpusieron por medidas de la cuarentena.
Es innegable que el Ejecutivo ha cometido algunos errores en su estrategia para frenar el coronavirus. De hecho, no pocos expertos le critican al Gobierno que ha sido ‘michicato’ a la hora de destinar mayores recursos para los alivios sociales y empresariales. También hay voces que consideran que se ha demorado en presentar al Congreso las reformas urgentes para acelerar el plan de reactivación. En los partidos de la oposición, a su turno, son muchas las opiniones que sostienen que a Duque le ha faltado convocar un gran pacto nacional para hacerle frente a la pandemia.
Más allá de esos cuestionamientos, lo que no se puede negar es que el Presidente se ha jugado todo su prestigio, gestión e imagen en esta crisis. Su programa diario “Prevención y acción” ha estado siempre en el ojo del huracán pero a muchas personas les parece que es bueno ver al Jefe de Estado liderando personalmente el plan de respuesta a la emergencia. Incluso, el mandatario ha dejado de lado temas clave su Plan de Desarrollo y aplazado inversiones y proyectos bandera.
Visto todo lo anterior, queda claro que uno de los personajes del 2020, sin duda, es el Presidente de la República. Le tocó medírsele a la crisis más grave de las últimas décadas, y con más aciertos que equivocaciones, está sacando al país adelante. Y eso, hasta se lo reconocen algunos de sus más férreos críticos.
Luis Guillermo Plata
Uno de los alfiles del Gobierno en medio de la etapa más crítica de la pandemia fue el exministro Luis Guillermo Plata, a quien en marzo el presidente Duque lo designó como una especie de gerente del plan de contingencia ante la crisis.
Al comienzo su papel no parecía estar muy claro, y menos con el propio Presidente liderando a diario toda la estrategia de respuesta. Pero con el pasar de las semanas el panorama se fue aclarando y su rol empezó a ser cada día más importante.
Sin duda una de sus gestiones más importantes fue la adquisición de los ventiladores mecánicos en el exterior para la dotación de las UCI en donde se atienden a los pacientes que presentan cuadros críticos por el virus. Con todos los países en una competencia desenfrenada por hacerse a estos aparatos, Plata logró maniobrar en ese difícil escenario y poder comprar un número significativo de estos soportes ventilatorios, que fueron entregados en tiempo récord.
También logró que Colombia tuviera una reserva estratégica de insumos médicos para enfrentar la emergencia sanitaria.