Un año después de la visita del papa Francisco, el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Óscar Urbina, habló sobre lo que dejó la gira del Pontífice por Colombia, y cómo ha cambiado el país a partir de su mensaje de paz, reconciliación y perdón. Insistió en que se deben buscar consensos como la vía para superar los odios. Un proceso que se debe dar para construir una paz duradera.
EL NUEVO SIGLO:- Después de un año de la visita del Santo Padre, ¿qué quedó para el país?
MONSEÑOR ÓSCAR URBINA:- Después de un año de la visita del Papa Francisco todavía no se borra de nuestros ojos su recorrido por las cuatro ciudades. Creo que un primer fruto que quedó de la visita fue remover en lo más profundo del corazón la fe que todos llevamos, en mayor o menor grado. El Papa movió esa raíz profunda que hay en los colombianos, incluso en personas de otras confesiones.
ENS:- ¿Qué quedó de su mensaje?
MOU:- Un mensaje es que un país azotado por el odio, la violencia y las divisiones puede rescatarse poco a poco, de una manera sencilla, progresiva, de forma tal que vaya siendo cada vez más sólida la cultura del encuentro. Lo dijo en su primer discurso, en la Casa de Nariño, a las autoridades del país. Allí insistió en que se creara esa cultura del encuentro como responsabilidad para la construcción de una sociedad justa, educada, equitativa, respetuosa de los derechos humanos y de la promoción de todos. Retumba esa frase: “no tengan miedo de mirar a los pobres a los ojos”. Hay allí el mensaje para la construcción de una nación nueva. Hay que comprender lo que perdimos por tantos años de violencia, en el sentido de que somos hermanos.
Todavía tenemos el corazón marcado en Villavicencio. Nosotros estamos celebrando un año de la visita. Comenzamos el pasado sábado y le hemos dedicado jornadas a desarrollar una de las ideas de la reconciliación, la reconciliación con Dios. Tendremos este fin de semana una celebración frente a la cruz del Viacrucis que había recorrido el país. Allí donde está una placa con la especificación de los 8 millones 800 mil víctimas que dejó el conflicto en sus diversas manifestaciones. Allí donde el Papa oró y se conmovió al leer esa cifra. Allí tendremos una confesatón y reviviremos la coral.
ENS:- ¿Y qué quedó de su mensaje a los prelados?
MOU:- Que el ministerio de la reconciliación nunca se acaba, porque siempre habrá conflicto. Entonces nosotros debemos entrar en una pedagogía preventiva, porque seguirán surgiendo otros conflictos, pero también seguirá surgiendo la cultura del encuentro, caminos para superar esos conflictos. Esa es como una dinámica que hemos intensificado como fruto de la visita del Papa.
ENS:- Entre lo que más conmovió hace un año en la visita del Papa fue el mensaje y el llamado a la reconciliación, al perdón y al reconocimiento a la víctimas, ¿Qué efecto ha tenido un año después?
MOU:- Ese mensaje movió mucho, somos testigos de diversas experiencias, de lo que hoy es un árbol gigantesco y fue un día una semillita. Resaltaría que la reconciliación parte de un trabajo serio con y por las víctimas. Ese es el mejor escenario para trabajar, sin descanso por la dignidad de las personas y por hacer la construcción de una sociedad donde el sufrimiento del pasado no vuelva a ocurrir. Un segundo elemento que quisiera destacar, que brota de esos encuentros, es que la verdad brota de la tierra. Es decir somos llamados a promover la verdad, como la fuerza de la paz. Ahí se están empezando a dar los pasos, y los hemos visto en televisión, con dolor y muchas cosas, de nuevo. Recuerdo que el Papa nos decía no le tengan miedo a la verdad, al perdón ni a la justicia, porque la mentira siempre tendrá violencia. Por eso la verdad es un desafío muy grande.
ENS:- ¿Y en cuanto al mensaje de perdón?
MOU:- Tenemos nosotros una fuerza muy grande, que es inspirarnos en la lógica del amor de Dios, que en primer lugar nos perdona a cada uno, por eso podemos también ofrecerlo. La paz estable, de la que tanto hablamos, no solo es fruto de procedimientos, es sobre todo la capacidad de adoptar un nuevo estilo de convivencia, en la acogida del otro, en la cultura del encuentro, en la capacidad de un perdón del corazón, de un perdón cordial. El acompañamiento de las víctimas para recorrer el camino del perdón es una tarea valiosa que debemos apoyar, con una metodología que genere la pedagogía del perdón y la reconciliación.
Otro elemento que me parece importante, es que la verdad es inseparable del perdón, es compañera de la justicia. La justicia restaura, no destruye, concilia. Hay que hacer un trabajo que abarque la familia, la escuela, la academia, los diversos espacios de la vida social para rescatar la ética, que regule las relaciones auténticas, transparentes, generosas, comprometidas. Educar en la justicia y en la paz es una tarea prioritaria.
Construcción de consensos
ENS:- ¿Qué otro punto se puede resaltar?
MOU:- Hay un punto importante y es la creación de un orden nuevo. Estos pasos que estamos dando en estos días para acabar la corrupción. Su eliminación hasta donde podamos, porque donde hay un corazón humano, también hay la tentación de la corrupción. Pero la reconciliación es la creación de un orden nuevo, es hacer de todos, víctimas y agresores, una nueva creación.
Hemos sido invitados a reconciliarnos con Dios, con los colombianos y con la creación. Esto nos ha hecho comprender que la verdadera conversión del corazón produce resonancias sociales y políticas. Por eso la reconciliación se ofrece a todos.
ENS:- ¿Cómo aterrizar ese mensaje papal de reconciliación?
MOU:- La reconciliación nos hace dar pasos en la construcción de consensos, en torno a un proyecto común. Yo me alegré mucho de lo que pasó esta semana en el país, cuando se reunieron las cabezas del Parlamento, los jefes de los partidos, de todos, sin excluir a nadie, y trazaron una ruta. Hablaron de una mesa técnica (anticorrupción) que va a perfeccionar, lo que después van a presentar al Parlamento para discutir y aprobar. Eso es un gesto de reconciliación, porque es dar un paso en la construcción de consensos, en torno a proyectos comunes. Creo que los diversos partidos que elaboraron proyectos interesantes en distintos aspectos pueden dar un paso generoso para compartirlos en un proyecto común. Al fin y al cabo en un momento como este, el país debe pensar en eso por encima de los mismos partidos: pensar en un proyecto común. Es un proceso que debe ir desde el centro hasta la periferia. El éxito de la construcción de un nuevo país depende de cómo nos queramos articular en todos los niveles de la sociedad.
ENS:- Colombia tiene un pico de corrupción y una de las frases que más impactó del Papa en Colombia fue aquella según la cual: “Como he dicho en otras ocasiones, el diablo entra por el bolsillo, no se puede servir a Dios, y al dinero”. ¿Qué mensaje implica eso para Colombia?
MOU:- La codicia es la fuente, la raíz, el cimiento de todos los males. Un corazón codicioso endurece, y usted sabe que el lugar de los sentimientos es ante todo el lugar de las decisiones. Esa frase el Papa la repitió en el encuentro de Medellín con los religiosos, fue una frase para todos. Nos dijo que “un corazón codicioso, sea el que sea”, es una fuente de los males que padecemos. Por codicia se han hecho tantos males, despojar a tantas personas de sus elementos fundamentales. Cuando en una obra se roba el dinero, se está afectando a la población.
La construcción de la paz
ENS:- La paz centró muchos de sus mensajes…
MOU:- El Papa insistía mucho en lo que dice la bienaventuranza: “dichosos los que trabajan por la paz”. No tanto los “pazólogos”, es decir los que hablan mucho de la paz, sino los que trabajan por la paz. Ese es un elemento importante, y es esa construcción la que importa, porque es un trabajo de serenidad, de creatividad, de sensibilidad para escuchar a todos, una empresa para abrir camino, la capacidad de sembrar la paz a nuestro alrededor.
ENS:- ¿Colombia, hoy, es un mejor país después de la visita del Papa?
MOU:- Es difícil calificar, pero pienso lo que le decía antes: hay semillas que empiezan a dar frutos. Por ejemplo yo me alegro que haya habido tres elecciones sin violencia. Podemos ir como mirando elementos, hubo la primera vuelta, hubo la segunda vuelta presidencial, ahora hubo la consulta, en donde ya no era ese miedo de qué van a quemar (los violentos). A mí me tocó en el año 2002, un pueblito de Norte de Santander en donde quemaron los votos. Por ejemplo, en los Llanos tenemos el problema de la carretera, que es otro elemento. A este, que ha sido un territorio azotado por la violencia, en diciembre del año pasado vinieron 50 mil turistas, porque ya se sienten tranquilos para venir. Y empieza uno a mirar que ya puede ir a las zonas apartadas, empieza a ver allí brotes de una nueva nación.