Enfrentando una crisis sanitaria sin parangón en este siglo, y corriendo bases para lograr recursos adicionales para atender las necesidades económicas tanto de las personas como de las empresas, el Gobierno ha logrado salir delante de esta situación.
Muestra de ello es que construyó un Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) creíble, con cifras ajustadas pero reales y con metas prudentes en el manejo financiero y económico del país. Esa es la percepción que tienen los mercados al revisar esta hoja de ruta que, para los analistas del Bancolombia, con su jefe de investigación Juan Pablo Espinosa al frente, es convincente con la situación actual de los principales indicadores.
Para el grupo de investigadores, los puntos más favorables de este marco financiero son:
1.- Los supuestos macroeconómicos para 2022 y 2023 son razonables y presentan pocas desviaciones frente a las estimaciones más recientes.
2.- Las previsiones de déficit y saldo de la deuda se moderan sustancialmente frente a lo previsto hace un año. Esto implica sobreejecución frente a la meta de la regla fiscal de este año, y que la deuda se acerca al ancla contemplada en la misma.
3.- Como resultado de lo anterior, las necesidades de financiamiento se moderan, lo cual es un punto a favor en momentos en los que las condiciones financieras globales se están deteriorando.
4.- El déficit previsto para este año se reduce de forma significativa, sobre todo por un mayor recaudo tributario, en donde se destacan las mejoras en la gestión de la DIAN.
5.- Las cifras de 2023 se verán favorecidas por la materialización plena de los mayores ingresos petroleros.
6.- Se avanza en el reconocimiento del efecto fiscal de los subsidios a los combustibles, y se proponen alternativas responsables para su manejo en los próximos años.
7.- Si el próximo gobierno mantuviese el gasto en los niveles proyectados en este documento, no sería imperativo realizar una nueva reforma tributaria.
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Riesgos
A juicio de los analistas, el principal riesgo que se desprende de este MFMP es que corresponderá a la próxima administración que la buena tendencia reciente se mantenga en los próximos años. En particular, vale la pena tener en cuenta las siguientes consideraciones:
1.- El escenario base del MFMP asume que el gasto de inversión se reducirá de 3% del PIB en 2022 a 2,2% del PIB en 2023. Si bien esta última cifra sería levemente superior al promedio histórico reciente (2% del PIB), la disposición de una nueva administración de realizar tal ajuste en su primer año puede ser limitada. Esto, en la medida en que es el componente de la inversión en el que suelen concretarse muchas de las iniciativas contenidas en los programas de gobierno. Además, en los años siguientes el esfuerzo de austeridad se profundizaría.
2.- La decisión de fondo frente al manejo del Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles (FEPC) y eventuales incrementos en los precios de la gasolina corriente y el ACPM, dependerá del gobierno entrante. La implementación de las recomendaciones técnicas probablemente encontraría una alta resistencia política y generaría descontento social, más teniendo en cuenta el entorno de alta inflación.
3.- Dado que en 2022 hay una sobreejecución de las metas del Gobierno nacional, el siguiente gobierno podría tener espacio para ampliar el déficit y aun así cumplir con los parámetros de la regla fiscal.
4.- En el documento se contempla que los subsidios adoptados en la pandemia, en particular Ingreso Solidario, expiran este año. Si estos programas llegaran a extenderse o ampliarse, habría una fuente de gasto adicional cercana a 1,5% del PIB o más, según sea la ambición del gobierno entrante.
5.- Los niveles proyectados para los balances primario y total correspondientes a 2024 y 2025 lucen muy elevados, y requerirían en esos años una postura de austeridad fiscal muy exigente, lo cual podría ser difícil de cumplir dadas las aspiraciones de cambio social de la ciudadanía.
Supuestos macroeconómicos
Los investigadores señalan las metas para este año y el 2023:
1.- Las perspectivas de expansión del PIB para 2022 se ajustaron hasta 6,5%. De acuerdo con las estimaciones más recientes, dado el desempeño sólido que ha mostrado la actividad productiva en el segundo trimestre, e incluso teniendo una visión conservadora en los trimestres siguientes, el crecimiento del PIB podría ubicarse entre el 6,5% planteado por el Gobierno y 7%. Por su parte, el 3,2% previsto para 2023, y que asume una desaceleración gradual de la economía, está en línea con el pronóstico de 2,9%.
2.-Se revisaron al alza los niveles previstos de inflación para el cierre de 2022 (8,5% frente a la previsión de 9% de los analistas del Bancolombia) y 2023 (5,6%, en comparación con la proyección de 5%), lo cual refleja la realidad actual de los precios al consumidor, y el hecho de que las presiones cederán de forma muy paulatina. Se ajustó en US$30 hasta US$100 el pronóstico para la referencia Brent del petróleo en 2022, “lo cual está inclusive un poco por debajo de nuestra previsión (US$110). Para el próximo año la moderación hasta US$94,2 es muy cercana a lo que contemplamos en nuestro escenario central”, sostienen los investigadores.
Perspectivas fiscales para 2022 y 2023
1.- El Gobierno logrará un ritmo de ajuste fiscal superior al estimado incluso en el Plan Financiero de febrero. En particular, se prevé un déficit total de 5,6% del PIB, en lugar de uno del 6,2% del PIB. De estos 0,6% adicionales de ajuste, la mitad sería resultado de que la mejora en el ingreso supera al incremento en la estimación de gasto total y la otra mitad, de la revisión al alza en la expectativa de crecimiento del PIB nominal.
2.- Esta situación permitiría la reducción del déficit fiscal en 1,5% frente a lo registrado en 2021. De materializarse, implicaría un segundo año consecutivo de sorpresas positivas en el proceso de normalización de las cuentas públicas del país, en buena medida apalancado en el sólido proceso de recuperación económica que venimos atravesando.
3.- Un resultado de estas magnitudes implicaría el sobrecumplimiento, por un margen considerable de 2,5% del PIB, de la meta que la regla fiscal tendría definida para el 2022, con los efectos positivos que esto implica en la dinámica de la deuda pública.
4.- En particular, la reducción del déficit primario esperado en 1% del PIB, a pesar de la inclusión del gasto para el cubrimiento del déficit del FEPC vigente hasta el primer trimestre, junto al rápido crecimiento del PIB nominal permitiría que la deuda neta cayera hasta 56,5% del PIB, muy cerca del ancla de largo plazo (55% del PIB).