Bogotá: una campaña sui generis | El Nuevo Siglo
Foto twitter Fernando Galan
Sábado, 26 de Octubre de 2019
Redacción Bogotá

Por fin llegó la hora de las urnas en Bogotá. Los capitalinos elegirán hoy al sucesor de Enrique Peñalosa tras casi 10 meses de intensa campaña por la Alcaldía. Fue, sin embargo, una contienda sui generis en muchos aspectos, sobre todo frente a lo que se pensaba al comienzo de este 2019.

Por ejemplo, al arrancar el año se daba por sentado que todos los candidatos apuntarían su arsenal contra Peñalosa, no solo por sus altos niveles de desaprobación popular sino por el tema Metro, que fue determinante en las campañas de 2011 y 2015. Sin embargo, los resultados de la gestión del hoy Alcalde empezaron a ganar más eco en los últimos meses, recuperando imagen positiva, basado incluso en la exitosa campaña de “impopulares pero eficientes”.

A ello se suma que la Alcaldía logró avanzar a lo largo de este año el proyecto de la Primera Línea del Metro a instancias nunca antes alcanzadas, haciéndolo ya prácticamente irreversible, lo que le quitó vapor a la discusión sobre si es necesario o no este sistema de transporte, e incluso dejando en un segundo plano la ya desgastada discusión petrista en torno a construirlo pero en subterráneo.

Otro elemento imprevisto de la campaña fue la forma en que Carlos Fernando Galán poco a poco se convirtió en el candidato que llega al día de las urnas con el mayor favoritismo para ganar la contienda. El exconcejal y exsenador de Cambio Radical, contra todo pronóstico, decidió desde el día cero de su campaña presentarse como independiente, ajeno a cualquier apoyo partidista de vieja o nueva data. Apostó por el centro del espectro político y evitó caer en el clima de polarización que sus rivales quisieron crear. Incluso se inscribió por firmas, pese a que no faltaron los analistas que pronosticaban que sin tener una estructura política detrás le sería muy difícil avanzar una aspiración con perspectiva de éxito.

Hoy, muchos meses después, Galán no solo aparece como el más opcionado para ser a partir del 1 de enero el nuevo titular del Palacio Liévano, sino que se adueñó de la bandera de la independencia, quitándosela- un hecho clave para su campaña- nada menos y nada más que a la exsenadora, excandidata vicepresidencial verde y principal impulsora de la consulta popular anticorrupción, Claudia López.

El exsenador, tanto cuando estaba en el último lugar de preferencias electorales como a medida que fue subiendo, supo mantenerse fiel a esa estrategia, que combinó con tres elementos clave para impactar a la opinión pública.

En primer lugar, fue pragmático en cuanto al proyecto del Metro, indicando que implementaría lo que Peñalosa dejara avanzado al respecto, ya que la ciudad no podía soportar un bandazo más en la materia. Esto lo diferenció del petrismo y de la propia López, al comienzo ambivalente frente a este tema. En segundo lugar, adoptó una postura calmada y propositiva, actitud que le sumó en muchos sectores de la ciudadanía que no quieren volver al clima de fruición y polémica diaria del mandato Petro como tampoco estar sujetos al carácter beligerante y epidérmico que caracteriza a López. Y, por último, a sabiendas que el exconcejal y exsecretario distrital de Gobierno, Miguel Uribe Turbay, se lanzó como una alternativa de continuidad de la gestión de Peñalosa, Galán optó por un discurso en donde reconoció muchos de los avances del saliente Mandatario (marcándole de nuevo diferencias a López y al candidato petrista Hollman Morris) pero planteó cambios y ajustes en varios programas y proyectos en donde -según su criterio- la saliente Administración evidenció debilidades o baja calificación pública.

La otra orilla

En cuanto a López su desempeño ha sido a la inversa de Galán. Desde el primer semestre venía siendo considerada como la más opcionada a suceder a Peñalosa, pero empezó a perder poco a poco la amplia ventaja, sobre todo al oficializarse sus rivales y comenzar el tú a tú con ellos.

Además, su campaña enfrentó algunas circunstancias que al finalizar el primer trimestre no se preveían. De un lado, como ya se dijo, se dejó arrebatar la bandera de la “opción política independiente” de Galán, un error estratégico craso; descargó demasiado su discurso en el tema anticorrupción, sin tener en cuenta que, de un lado, la alcaldía de Peñalosa no tuvo escándalos en este campo y, de otro, la inseguridad y los trancones (incluido el tema Metro) son las mayores preocupaciones ciudadanas.

Sin embargo, el mayor error de López fue no haber concretado una alianza con el hoy senador, exalcalde y excandidato presidencial Gustavo Petro. La aspirante, desde el día uno de su campaña, se la jugó por la candidatura presidencial de Sergio Fajardo para 2022, sin tener en cuenta que este es el principal rival del primero en la tempranera puja por la sucesión de Iván Duque. Eso fue lo que impidió que la centro-izquierda, que en las presidenciales, con Petro y Fajardo, se impuso al uribismo en la capital, pudiera concretar la coalición por el Palacio Liévano.

Tan evidente resulta esa circunstancia que si Morris no estuviera de candidato y López tuviera ese apoyo del petrismo, estaría hoy por encima de Galán en materia de favoritismo. En otras palabras, para la candidata verde meter la contienda presidencial en su campaña por la Alcaldía fue un error que, al comienzo, cuando era la más opcionada para suceder a Peñalosa, no parecía tan grave pero que con el correr de los meses le empezó a costar cada día más caro.

¿Entonces?

Aunque suene a frase de cajón “la encuesta que más vale es la de carne y hueso”. Es decir, la votación de hoy. No en pocas ocasiones los sondeos de opinión se han descachado gravemente en Colombia. Además, Bogotá está acostumbrada a dar sorpresas políticas de vez en cuando.

Por lo pronto, es claro que Galán se sabe favorito pero considera que la clave de su triunfo definitivo estará en que el voto de opinión esté mayoritariamente con él, por su perfil, propuestas, tipo de discurso, promesa de gobierno eficiente y tranquilo… Y claro, también se sabe la principal carta de quienes no quieren un nuevo mandato de la centro-izquierda.

López, a su turno, confía en que el voto femenino y el de opinión, jalonado por Mockus -pese a que tuvo una participación muy baja en la campaña por temas de salud- le den el empujón que requiere para ganar.

Uribe Turbay también podría dar la sorpresa en las urnas, aunque no tiene el favoritismo de los ya mencionados. El apoyo multipartidista, su apuesta por la continuidad de la valorizada gestión de Peñalosa y su perfil juicioso, le ganaron muchos adeptos.

Morris, por último, sabe que difícilmente será el ganador pero es claro que su objetivo prioritario es evidenciar la fuerza del petrismo, plantearle un pulso al fajardismo de cara a 2022 y posicionarse como el principal factor de oposición y de alternativa de poder -para dentro de cuatro años- de quien resulte electo o electa hoy.

Visto todo ello, es claro que acabamos una campaña muy sui generis y que las urnas darán el dictamen final.