Aunque es difícil hacer una comparación entre el paso del M-19 de las armas a la política y lo que sería un proceso similar por parte de las Farc producto de los acuerdos de La Habana, en este momento no se siente la misma fuerza que motivó este hecho en 1990.
Así lo considera Otty Patiño, uno de los fundadores del M-19, quien señaló que en esa oportunidad el proceso de paz despertó entusiasmo y se vio como una oportunidad de hacer transformaciones.
EL NUEVO SIGLO: ¿Se podría hacer un parangón entre la participación política del M-19 tras su desmovilización y una de las Farc en caso de que se firme la paz?
OTTY PATIÑO: Es difícil hacer ese parangón porque en estos momentos las circunstancias son distintas, la participación política nuestra estuvo mediada por el entusiasmo que en ese momento se despertó con el proceso de paz, se vio como una oportunidad para hacer transformaciones en el país, hasta tal punto que se desencadenó un proceso constituyente, que tenía otros factores como la necesidad del Estado de fortalecer la justicia frente al tema del narcotráfico y de la misma guerrilla, también lo de la Séptima Papeleta. Pero yo siento que en este momento no hay la misma fuerza, además porque las transformaciones esenciales con relación a la Constitución del 86 ya se hicieron en la Constitución del 91.
Por supuesto quedan temas en la trasformación del país, como es el agrario, que me parece puede suscitar en algunos sectores un gran interés.
Sin embargo hay otro factor que me parece muy importante y es que el diseño del proceso no es muy claro en qué va a terminar en cuanto a las transformaciones políticas. Se hizo un foro agrario pero no es muy claro en dónde desemboca eso.
Yo recuerdo que cuando el primer proceso de paz nuestro con Belisario (Betancur), hubo todo el proceso de diálogo pero no era muy claro en dónde desembocaba ese diálogo. Y no es muy clara la participación de la sociedad civil de una manera independiente o al lado de las Farc, o al lado del Gobierno. Pues no genera mucho entusiasmo porque la gente participa es si siente que su participación va a ser muy importante y además si participando va a tener las garantías de que no le va a pasar nada.
Creo que esos dos temas no se están dando y entonces eso dificulta que al final de este proceso la posibilidad de que las Farc logren armar un caudal político, que en este momento no tienen, va a ser muy improbable, y desde luego eso conspira contra el proceso de paz.
ENS: ¿Por qué se diluyó el M-19 como movimiento político y si considera que igual le podría pasar a las Farc?
OP: Yo no creo, nosotros nos disolvimos como realidad política el M-19, después surgieron movimientos políticos que se crearon en ese momento, donde confluyeron muchas fuerzas. No era la AD-M19 solo el M desarmado sino muchas fuerzas de izquierda e incluso de no izquierda, pero fuerzas democráticas confluyeron en esa opción política. Después ha tenido otras extensiones, otros nombres, el Polo Democrático fue también eso, y ahí se está en esa búsqueda.
Lo que ocurre es que una opción ya de orden nacional en medio de una guerra todavía es muy difícil que surja por parte de un movimiento de izquierda. Si se declara así mismo de izquierda, en lugar de servir para alentar la creación de un movimiento civil político de izquierda como pasa en otros países en Brasil, en Uruguay, en Venezuela, pues eso es muy difícil que se logre generar un movimiento victorioso de orden civil por parte de la izquierda. Me parece que el desarme de las Farc, que también por supuesto implicaría la desaparición de las Farc, podría servir para originar ese movimiento de izquierda democrática que le hace falta al país.
Mirada atrás
Patiño consideró que “la lucha nuestra, que empezó como una protesta armada contra un hecho antidemocrático como fue el robo de las elecciones de 1970, logró su objetivo, abrir nuevas compuertas de participación, generar un cambio, derogar la Constitución del 86 y abrir las posibilidades de crear un país mucho más democrático y mucho más incluyente del que existía entonces”.