Acabar voto preferente no es la panacea: García | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Uniandes
Miércoles, 5 de Septiembre de 2018
Redacción Política
El profesor Miguel García, de la Universidad de los Andes, sostuvo que “hay siempre que tener en cuenta la altísima capacidad que tienen los políticos para adaptarse a los nuevos criterios”
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“No se pueden generar falsas expectativas sobre una pequeña transformación del sistema electoral y tampoco podemos desconocer que ha habido mejoras en la forma como funcionan ciertas cosas del sistema político”, manifestó Miguel García, catedrático de la Universidad de los Andes y experto en política comparada, al analizar el proyecto de reforma política que busca acabar con el voto preferente.

 

EL NUEVO SIGLO: A propósito del debate que hay en Colombia sobre la eliminación del voto preferente en la elección del Congreso, asambleas y concejos, ¿cómo se eligen en otros países de Suramérica estos cuerpos colegiados?

MIGUEL GARCÍA: No hay voto preferente en muchos países, se vota por la lista.

Es decir, lo que sucede es que en otros países de América Latina el peso de los partidos es más fuerte, entonces, el ciudadano vota más desde el punto de vista partidista que individual.

El voto preferente es una indicación de un sistema político fuertemente personalizado, donde los partidos pesan poco y la gente escoge individuos, pero en otros países no se elige una sola persona.

ENS: ¿Cuáles podrían ser las ventajas y desventajas del voto preferente?

MG: La ventaja de votar por partidos es que se fortalecen los partidos y se genera una presión sobre los políticos para que, por ejemplo, dentro del partido haya algún tipo de estructura que los controle.

En Colombia ese debilitamiento a los partidos es de hace muchos años. Cuando se intentó fortalecer a los partidos con la reforma de 2003 y evitar esa altísima fragmentación de listas que había hasta hace unos años, se obliga a la lista, pero se deja el voto preferente.

Eso es algo que ellos obviamente querían, porque el voto preferente resuelve un problema de fragmentación.

Cuando uno no tiene un voto preferente y quiere conformar una lista con 100 nombres, quien queda de primero es un problema, porque no es tan fácil.

Mientras que acá, tener votos preferentes, quien es el primero y el último no se resuelve dentro del partido, sino se le entrega al votante esa responsabilidad. Eso es un problema de coordinación. Desde ese punto de vista es una ventaja. Por otro lado, obviamente debilita muchísimo al partido o sostiene cierta debilidad del partido.

En Colombia simplemente con la lista única lo que resuelven los partidos es quien entra, pero el orden no está siendo definido por el partido. Si se eliminara el voto preferente, los partidos tendrían que inventarse mecanismos para definir el orden de sus listas, porque de quién y del orden de la lista depende que uno quede o no elegido.

Es un problema que hay que resolver en un país en donde cada político tiene un montón de votos privados, particulares, con los que se ha hecho elegir a sí mismo.

Obviamente, al eliminar el voto preferente esos votos van al partido y ese esfuerzo individual se vuelve un esfuerzo colectivo y muchos políticos terminarían no sabiendo para quién están trabajando.

La diferencia es que ellos trabajan para sí mismos, saben que el esfuerzo lo están haciendo por ellos, aunque suman votos al partido para pasar el umbral y ese tipo de cosas, pero terminan siendo elegidos con sus propios votos.

ENS: ¿Cómo funciona el voto preferente?

MG: Es muy simple. Una de las características del voto preferente es que es opcional, es decir, el partido decide si le da esa opción. Hay partidos como MIRA que es un partido bien organizado, jerárquico, y que no tiene problemas de coordinación interna, pues en muchos casos no lanza listas abiertas, sino cerradas sin voto preferente.

El voto preferente consiste en que el ciudadano además de tener la posibilidad de votar por un partido, tiene la posibilidad de votar por un individuo dentro de la lista y de acuerdo al número de votos que tiene cada individuo se redefine el orden de la lista.

Si en una lista hay 10 políticos y el partido solamente saca dos curules, el voto preferente resuelve quién de esos 10 políticos se lleva las dos curules y es en últimas, son los dos más votados. Esa es la mecánica del voto preferente.

ENS: La alternativa es la lista cerrada. ¿Cómo funciona?

MG: La lista cerrada es un subproducto, una cosa que está directamente relacionada al voto preferente. Una lista cerrada es una lista a la que el ciudadano no le puede hacer nada. Es decir, una lista que sale a elecciones como la entrega el partido. Yo voto por la lista en el orden en que me lo entrega el partido. La lista abierta es una lista en la que el ciudadano además de votar por el partido puede votar por uno o, en algunos países, varios miembros de la lista.

ENS: ¿Según su criterio hay otra alternativa que podría funcionar en Colombia? ¿Cuál sería?

MG: La alternativa ya la tenemos. La lista abierta, pero tiene sus problemas. Antes teníamos una situación peor de la que tenemos ahora y se ha ido mejorando con la lista cerrada, pero todavía persisten los problemas de coordinación y el personalismo fuerte de la política. Y además, está asociado a la corrupción, porque las campañas son muy costosas. Es decir, es difícil comparar las 100 campañas que se hacen contra solo una campaña que se haría por partido.

En el contexto colombiano nos podríamos mover más que a otra cosa, a una situación de mirar el voto preferente.

ENS: ¿Para que funcione bien, qué debería hacerse?

MG: Para que funcione bien no depende de lo que uno haga, sino de lo que pase en la realidad y de la capacidad de los políticos. De sus buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno. Uno puede tener muy buenas intenciones y hay siempre que tener en cuenta la altísima capacidad que tienen los políticos para adaptarse a los nuevos criterios.

El impulso político es tratar de hacer lo que siempre hace, pero obviamente puede haber modificaciones.

El problema de corrupción no se acabará con eso. Pueden darse pasos hacía allá, pero eso no depende de que cambiemos una regla.

No se pueden generar falsas expectativas sobre una pequeña transformación del sistema electoral y tampoco podemos desconocer que ha habido mejoras en la forma como funcionan ciertas cosas del sistema político.

Estamos en un mundo mejor del que estábamos hace 15 años.