Si bien es cierto que la administración Petro y el Gobierno Biden llevan casi cuatro meses sentando las bases de los que será la nueva relación bilateral, una parte de ese acercamiento podría quedar en el aire tras el resultado de las elecciones de medio término que se realizan este martes.
Es apenas claro que la relación entre un gobierno de izquierda como el que completa tres meses en Colombia y la administración del partido Demócrata en Estados Unidos, no seguirá siendo la misma sí, como lo pronostican todas las encuestas, los republicanos asumen hoy el control del Senado y la Cámara de Representantes, lo que le quitará al titular de la Casa Blanca un importante margen de acción político, legislativo y en materia de relaciones internacionales.
Aunque siempre se ha dicho que Colombia ha buscado tener una relación con enfoque bipartidista, es decir sin inclinarse por las tesis demócratas y republicanas, es evidente que el ritmo de la interacción con Estados Unidos está marcado por la ecuación interna de poder político en ese país y, sobre todo, porque si bien es cierto que la facultad ejecutiva de la Casa Blanca es alta, muchas de las decisiones centrales deben pasar por el Congreso y sus poderosos comités presupuestales y de relaciones exteriores, en donde el partido dominante puede bloquear de forma sustancial o acelerar el margen de acción del titular de la Casa Blanca.
En ese orden de ideas, el resultado electoral de este martes impactará una naciente relación entre los gobiernos Biden y Petro, que empezó a construirse un día después de la elección del primero, para lo cual ya se han dado conversaciones entre los mandatarios, la visita a Bogotá del secretario de Estado, Antony Blinken; así como el envío a nuestro país en relaciones de altos funcionarios, incluyendo al director de la CIA y la jefe del Comando Sur.
De igual manera, varios ministros del gobierno Petro han viajado a Washington y Nueva York, en tanto que, en cabeza del embajador Luis Gilberto Murillo se está trabajando en sentar las bases del nuevo énfasis de la relación, sobre todo por los cambios planteados desde Bogotá en materia de lucha antidroga, política de paz y geopolítica.
EL NUEVO SIGLO presenta un mapa sobre los principales puntos que se impactarían en la relación de Colombia con Estados Unidos, puntos que, ante un eventual dominio republicano del Congreso estadounidense, limitará el margen de acción del gobierno Biden, que es con el cual la administración Petro ha venido trabajando en estos últimos cuatro meses.
- Lucha antidrogas
Es evidente que el Gobierno Petro está planteando un viraje en el combate al narcotráfico en el que parte de modelo actual, basado en la persecución y penalización, ha fracasado. Esa es una tesis que tiene más cabida en la perfección sobre ese tema que históricamente han mostrado los gobiernos demócratas en Estados Unidos, pero frente a la cual el partido republicano y sus titulares en la Casa Blanca siempre han tomado distancia, recalcando que lo procedente es redoblar la ofensiva judicial y de la fuerza pública para desmantelar los carteles, disminuir los narcocultivos y reducir la oferta exportable de droga hacia el mercado norteamericano.
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- Extradición
El gobierno Petro, en el marco de su política “paz total” ha plantado la posibilidad de que a los cabecillas de las bandas criminales, tipo Clan del golfo e incluso de algunas organizaciones narcotraficantes que se sometan a la justicia en el marco de la “política de acogimiento”, no se les extraditaría. Ese es un modelo que se está apenas discutiendo con el gobierno Biden, que ha sido cauteloso en pronunciarse al respecto, pero es evidente que históricamente los republicanos se han opuesto a modelos de flexibilidad penal que ofrezcan cadenas excesivas en materia judicial y que limiten de manera puntual la extradición. Los conservadores estadounidenses toman el control de las relaciones exteriores de Senado y Cámara, en donde se aprueban los aportes al plan Colombia y se condiciona del uso de tales recursos (alrededor de 400 millones de dólares al año) es evidente que ese tema de alternatividad en la extradición no será fácil de digerir.
- Erradicación de narcocultivos
Uno de los elementos centrales en el análisis de la nueva relación que han venido haciendo los gobiernos Biden y Petro es el del tema de los narcocultivos, según el último informe de la Casa Blanca, estos se dispararon a 234 mil hectáreas al tiempo que aumentó la exportación al país del norte. La Casa de Nariño señala que hizo evidencia el fracaso del modelo antidroga y debe pasarse a uno nuevo en donde incluso se paguen al campesinado cocalero por abandonar esta actividad, en tanto que se proceda a destruir, sin aspersiones aéreas con glifosato los sembradíos industriales. El gobierno Biden se ha mostrado cautelosamente receptivo a la propuesta de la administración Petro, pero ya algunos congresistas republicanos han advertido que desacelerar la erradicación de los sembradíos de la hoja de coca, amapola y marihuana lo único que llevará es a que aumente la exportación de cocaína a su país. Este es un asunto clave a la hora de aprobar los aportes al Plan Colombia y el uso de la ayuda militar y en equipos que se autorice dentro de la misma.
- Exención de visas
Como se sabe el Gobierno Petro tiene la política migratoria como un eje central de su relación con Estados Unidos. De hecho, no solo ha pedido un análisis de fondo y continental de esta problemática, sino que para el caso específico colombiano ya solicitó la posibilidad de una eventual exención de la exigencia de visas de turismo, al tiempo que trabajan en que se otorgue a nuestros nacionales que se encuentran de manera irregular en ese país el mecanismo de “salida forzada diferida”, que evitaría su deportación automática. El Gobierno Biden había planteado una flexibilidad migratoria para América Latina, pero fracasó su implementación, como los republicanos al tenor de la política aplicada por el gobierno Trump se inclinan por una estrategia migratoria restrictiva y que seguro si asumen el control del Congreso reafirmarán esta tesis.
- Maniobra geopolítica
El péndulo político en América Latina se está inclinando hacia la izquierda. Brasil, Chile, Argentina, Perú, Bolivia, Venezuela y Colombia tienen hoy gobierno de esa corriente, aunque con orígenes distintos y diferencias ideológicas cada vez más evidentes. El Gobierno Petro ha dado muestras de querer variar muchas de las posturas geopolíticas de su antecesor de centro derecha, Iván Duque, empezando por restablecer las relaciones con el régimen venezolano de Nicolás Maduro, distensionar con el gobierno cubano, morigerar la condena a Rusia por la invasión a Ucrania incluso hacer primar un enfoque más latinoamericanista en la OEA, implicando esto ir en contravía de muchos de los postulados de la Casa Blanca en su política externa.
Es evidente que los republicanos tienden a condicionar de manera más frontal y concreta la definición y las acciones de sus aliados en materia geopolítica, más aún frente a un país que como Colombia ha sido considerado gobierno tras gobierno como su principal aliado en el sur del continente.
Habría que preguntarse entonces, que pasará en un congreso dominado por ese partido frente a algunas posturas del Gobierno Petro que claramente no encajan dentro de los intereses primarios y estratégicos estadounidenses.
- Designaciones cruciales
El nuevo mapa político en Estados Unidos que muy posiblemente dejen las elecciones de hoy, con un gobierno demócrata y un Congreso republicano, influirá de manera específica en aspectos claves. No se sabe si la Casa Blanca insistirá en seguir con la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo, cuyo anterior titular, impuesto por la administración Trump y apoyado por el Gobierno Duque, en un hecho sin precedentes, fue destituido semanas atrás. La Casa Blanca es determinante también para muchas decisiones sobre empréstitos del Banco Mundial y FMI a economías emergentes. El Senado y la Cámara estadounidenses tienen la voz final en cuanto a la modificación de los tratados de libre comercio, como la que Colombia está proponiendo a Washington…en todos esos escenarios hay decisiones en donde prima de forma contundente la concepción sobre el nivel de aliados estratégicos que han tenido la Casa Blanca y la Casa de Nariño desde hace muchos años.
Una alianza estratégica en la que el gobierno de izquierda de nuestro país quiere cambiar los énfasis y modificar algunos de los ejes centrales, cambios que al partido republicano y sus congresistas más influyentes les producen prevención incluso ya han advertidos sobre sus eventuales consecuencias.