2020, el año de la inflexión política de Álvaro Uribe | El Nuevo Siglo
Fue el propio expresidente Álvaro Uribe Vélez quien reveló esta foto con el número que le asignó el Inpec cuando fue cobijado con detención domiciliaria.
Foto Twitter
Sábado, 5 de Diciembre de 2020
Redacción Política

El año que termina será para el expresidente Álvaro Uribe Vélez un año de mucha recordación por diversas razones, especialmente porque es el que marca el cierre de algunos ciclos pero, también, es el punto de partida de otros.

2020 será para el exmandatario paisa el año de inflexión en su carrera política, porque se constituye en un antes y un después en la vida pública del considerado líder más importante de la Colombia del último medio siglo.

Uribe, por ejemplo, ha dicho en varias oportunidades que no aspira volver al Congreso sino que se dedicará a su vida familiar, pues con 68 años de edad y más de 40 en la actividad pública ya quiere dedicarse a sus nietos.

Pero ello no significa que aunque ya no figure más en un tarjetón electoral, su legado también reciba la jubilación. Por el contrario, desde distintos sectores le han pedido a su hijo Tomás que asuma las banderas del uribismo y mantenga la llama viva del legado de su padre.

Tomas no se ha decidido pero, por lo mismo, tampoco ha descartado esa posibilidad. Por ello, los más fieles escuderos del exmandatario de la mano firme y el corazón grande, como el senador Ernesto Macías, lideran una verdadera ‘cruzada’ para tratar de convencer a Tomas Uribe.  

Además, Uribe Vélez, hasta hoy el senador más votado en la historia democrática del país –poco más de 875 mil votos- no deja de sorprender.

Hace pocas semanas, frente a una encuesta que lo ubicó, ya no en el primer lugar entre los líderes políticos del país sino en el séptimo puesto, admitió que “el deterioro de mi reputación, que reconozco y me entristece, no me aparte de pensar en el presente y el futuro de Colombia, en el riesgo de la extrema izquierda o de las mentalidades permisivas”.

Quizás por ello, aunque renunció a su curul en el Senado en agosto pasado, impulsa un referendo que promueve un referendo de 14 puntos que van desde la reducción del Congreso hasta la eliminación de la Jurisdicción Especial de Paz.

Este año Uribe también formó parte del casi millón y medio de colombianos afectados por el covid-19, y aunque lo superó sin mayor inconveniente esta vez le tocó guardar reposo obligatorio, por razones médicas y legales.

Del Senado al Ubérrimo

Pero tal vez el episodio de la detención domiciliaria será el de mayor recordación no solo para Uribe y su familia, sino también para el país.

El 4 de agosto de 2002 el entonces senador Álvaro Uribe Vélez fue cobijado con medida de aseguramiento de detención preventiva domiciliaria por orden de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia que lo señaló de ser el determinador de los delitos de soborno en actuación penal y fraude procesal.

Paradójicamente, fue él mismo quien reveló en su cuenta de Twitter que fue cobijado con la medida de aseguramiento, y fue él mismo quien se tomó una selfi y la divulgó con el número que le asignó el Inpec.

La noticia, como era de esperarse, sacudió los cimientos de la política nacional e internacional al punto de que, como nunca antes, se crearon movimientos de respaldo nacional e internacional.

A nivel nacional, por ejemplo, se promovió entre sus seguidores una especie de ‘tutelatón’, que al final fracasó, buscando que se le devolviera la libertad al jefe del Centro Democrático.

Y a nivel internacional hubo pronunciamientos de apoyo desde la Patagonia hasta Rusia, incluido por supuesto el Congreso de los Estados Unidos.

Unas son de cal…

Con todo, Uribe también termina ganando varias batallas justamente en el año de la pandemia. Desde su finca de Montería el exsenador no ahorró esfuerzos para dar entrevistas y descalificar a la Corte Suprema, a la que calificó de ser sesgada, parcializada y hasta de juzgarle su personalidad.

Desde allí renunció al Senado, justamente, para que su proceso pasara a la Fiscalía como efectivamente sucedió. Pero también logró que un juez de control de Garantías le otorgara la libertad para continuar defendiéndose en libertad.

Igualmente, la estrategia de su defensa logró que varios de los procesos que le seguía la Corte Suprema pasaran a la justicia ordinaria, entre ellos las masacres de Ituango, el Aro y la muerte de José María Valle, causas a las que lleva vinculado hace más de dos décadas.

Claro, en la Corte aún hay pendientes algunas investigaciones preliminares en su contra, pero los procesos declarados imprescriptibles hoy están en manos de la Fiscalía.

Otro triunfo con el que cierra el año el expresidente Uribe es el archivo de la investigación que adelantaba la Fiscalía General de la Nación contra su hermano Santiago por presunta financiación de grupos paramilitares.   

Aunque la justicia ordinaria tiene abiertos otros expedientes contra Santiago Uribe, todos de alguna manera se relacionan con presuntos nexos con el paramilitarismo, por ello esta decisión de juzgado Especializado de Medellín es  decisiva para su futuro jurídico.

A la espera

Sin embargo, ahora el expresidente tendrá que esperar otras decisiones que, aunque de forma tangencial, de alguna manera incidirán su proceso ante la justicia.

Por ejemplo, el abogado Diego Cadena, quien fuera su apoderado y está siendo juzgado por los mismos hechos, fue llamado a juicio y permanece privado de la libertad.

Lo que ocurra en ese proceso tendrá incidencia directa en el caso de Uribe, lo mismo que en el proceso que le continúa la Corte Suprema de Justicia contra el representante a la Cámara Álvaro Hernán Prada.

Es decir, los casos de Cadena y Prada se despenden de la investigación inicial contra el exsenador Uribe Vélez.

En cualquier caso, el exsenador y expresidente Álvaro Uribe Vélez seguirá siendo uno de los dirigentes políticos más importantes de las últimas décadas en  el país, y al cierre de 2020 podrá decir que en el año de la pandemia el coronavirus no fue lo más grave que le ha sucedido en más de 40 años de vida pública.