Polémica por talla vs. desnutrición | El Nuevo Siglo
Martes, 23 de Febrero de 2016

Un estudio realizado por la Universidad Nacional da cuenta de que seis de cada diez niños menores de cinco años, residentes en sectores de pobreza en Bogotá, podrían estar en riesgo de no tener un crecimiento óptimo.

 

En esta situación inciden las condiciones socioeconómicas de sus familias, ligadas primordialmente a que estos niños y niñas están pasando hambre.

 

Frente al estudio, el alcalde Mayor de Bogotá, Enrique Peñalosa, señaló que “Él va a prestar un servicio valiosísimo para que tengamos una población mejor alimentada y niños que tengan una buena alimentación y todas las posibilidades de desarrollar plenamente su potencial y ser felices”.

 

El pronunciamiento del alcalde de Bogotá se hizo en la posesión del consejero para la política alimentaria de Bogotá, Carlos Cavelier y donde señaló que trabajará de la mano con los equipos de las Secretarías de Integración Social y Educación, para que en los próximos 4 años las tasas de nutrición y alimentación de la ciudad mejoren.

En cuanto a los resultados del estudio que corresponden a un trabajo realizado en la localidad de Los Mártires, y como tal no se pueden extrapolar a otras localidades de la capital, se sabe que las circunstancias en las que viven estos menores no son exclusivas de esa zona.

En términos generales, para los autores del estudio, realizado por la Unidad de Pediatría Social de la Universidad Nacional de Colombia, la mayoría de los pequeños valorados tiene un desfase entre su crecimiento y su talla por causas nutricionales.

De 141 niños evaluados y cuyas edades oscilan de 1 a 5 años, el 26% de ellos (36) tenía afectaciones del indicador antropométrico más importante para valorar la nutrición, que es justamente la correspondencia de la talla (medida) para la edad. Ese indicador es de dos puntos por debajo de estándares determinados.

En el mundo, cuando se habla de menores de 18 años, el promedio de esos desfases puede alcanzar del 2,5% al 3%, pero en Colombia alcanza el 13,2%. Sin embargo, cuando se reduce la edad de 1 a 5 años, que es la variable del estudio, la conclusión es que esos 36 niños y niñas tienen tres veces más afectación que el promedio nacional para su edad.

Y si bien el 32% de ellos registra antecedentes derivados de las condiciones clínicas de su nacimiento, como ser bebés prematuros o nacer con peso inferior al del promedio, la experiencia de los pediatras es que al año o a los dos años de edad, como máximo, se estabilizan.

Así las cosas, el estudio, denominado “Correlación del estado nutricional de acuerdo con patrones de crecimiento de la OMS con el puntaje de exposición-experiencias adversas de la infancia en los niños de la Fundación Crecer”, concluye: “estos niños no están creciendo bien esencialmente, porque las condiciones estructurales de sus familias no se los permiten”.

Tal como lo explica el docente de pediatría de la UN, Miguel Barrios Acosta, la cuestión es que estos 141 niños y niñas pertenecen a familias que viven en condiciones económicas desfavorables extremas. Según el médico, las mediciones que se han realizado desde el 2014 muestran que el 60% de los menores podría estar en riesgo de no crecer bien.

Este porcentaje, advirtió, podría replicarse en localidades donde hay menores de edad que están viviendo en las mismas condiciones.

En su mayoría, se trata de familias de cinco integrantes que residen en viviendas bajo la modalidad de arriendo (39%) o bajo la modalidad de paga-diario. Estos hogares (56%) pagan tarifas que van desde los 10.000 pesos hasta los 15.000 pesos o 18.000 pesos, como las tarifas más altas. La mitad de las familias a las que pertenecen los niños está en condiciones de hacinamiento medio (46%) y hacinamiento extremo (25%); en algunos casos viven en cuartos de 3 por 4 metros.

Y aunque los 141 menores están escolarizados, el ICBF y el Centro de Desarrollo Integral -pues el estudio coincidió en un punto en una transición entre la entidad y la fundación- han realizado extraordinarios esfuerzos para beneficiar a los niños, las precariedades en las que están sus familias han hecho imposible su óptimo desarrollo, precisa el pediatra.

Asociado a sus bajos niveles educativos, estos padres y madres se emplean en el rebusque -ventas en los buses y puestos de dulces en cualquier esquina- por lo que muchos de ellos acuden a los vecinos para el cuidado de sus hijos.

En resumen, las condiciones socioeconómicas de las cabezas de los hogares de los que forman parte estos niños son determinantes para hacerlos vulnerables en materia nutricional.

 

Un estudio de la Universidad Nacional de Colombia demuestra que en sectores marginales de Bogotá, niños crecen menos por desnutrición. –ENS-